Capítulo 31

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— ¿Qué? — preguntó Melissa confundida.

— Que te cases conmigo lo antes posible — repitió. — Y esta vez sí te lo pido de verdad, sin presiones ni protocolos. Yo me quiero casar contigo, por ti pero, sobre todo, por nuestro bebé.

— Y por Justin... — agregó la pelirroja.

— ¿Qué? — ahora el sorprendido era el rapado.

— Te quieres casar conmigo porque supones que Justin ya no te quiere.

— No es que yo crea que Justin no me quiere, es por el bien de nuestro bebé y de nosotros mismos.

Falso, la reina de belleza tenía razón, le había pedido matrimonio por resignación.

— Es triste que te quieras casar conmigo porque quieres olvidar a Justin, pero no porque me ames.

— No, yo te pido matrimonio porque necesito ser feliz y tú vas a tener un hijo mío Melissa. Esa es la máxima razón para la felicidad.

— No hables de eso, por favor.

— ¿Cómo no quieres que hable de eso cuando tu hijo lleva mi sangre?

— Dime algo, si yo no estuviera aquí, en el hospital, ¿qué habrías hecho?

— Si tú no estuvieras aquí, con mi hijo, yo tampoco sabría qué hacer para seguir adelante. ¿Que te estoy pidiendo matrimonio en un acto de desesperación? Sí — admitió. — Pero lo hago porque al igual que tú tampoco veo un camino, y tú eres la única luz que me queda.

— No es fácil lo que me pides, yo te quiero y tú lo sabes...

— Melissa, si es así, ¿por qué no terminas de aceptar mi propuesta? — interrumpió. — Yo sé lo que te estoy diciendo, te estoy hablando con el corazón.

Ante Melissa estaba el hombre de su vida. Desde un principio quiso casarse con él, pero no así, siendo plato de segunda mesa.

— Te pido que te cases conmigo, regalémonos la magia de formar una familia, yo estoy seguro de que con eso ambos saldremos adelante.

— Está bien Maluma, vamos a casarnos — aceptó. — Tú solamente di cuando quieres que lo hagamos y yo estaré dispuesta.

— Te prometo que haré lo que sea para hacerte feliz.

— ¿Le pasó algo a Melissa? — preguntó agitada Rosa entrando en casa de su hija.

— No mamá, tranquila. Me escapé un momento del hospital porque quería invitarte a almorzar.

— ¿Y eso? — preguntó extrañada. — Como yo ya no te importo desde que te casaste con este...

— A mí también me da mucho gusto verte, Rosa — saludó Fernando hipócritamente.

— Mamá, no digas eso — dijo Gloria. — Claro que me importas, hasta le pedí a Maluma que se quedara contigo los días que estuvimos fuera.

Tomaron asiento y comenzaron a comer.

— Mamá — inició Gloria. — Quería comentarte una cosa, no sé si sabes, pero acá están pasando cosas muy raras.

— ¿Cosas raras? — preguntó Rosa.

— ¿Tú hablaste con Maluma últimamente? No sé si te dijo algo...

— ¿Habló contigo?

— No, no habló conmigo, solo que ayer vi algo que me dejó... confundida — trataba de explicar Gloria.

— Es gay — interrumpió Rosa.

— ¿QUÉ? — gritaron los padres de Maluma.

— ¿Pero cómo que es gay? — preguntó Gloria.

El Guardaespaldas IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora