Capítulo 20

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Dos semanas, dos largas semanas habían pasado desde que Justin reveló sus sentimientos.

En esas dos semanas la sesión fotográfica para el calendario continuó normalmente pese al escándalo ocurrido en la cena de los Wilson aquella noche.

Melissa le reprochó a su padre pero George había hecho una inversión millonaria en ese proyecto.

— PAPÁ — gritó Melissa frente a 40 ejecutivos que se encontraban en una conferencia en la sede de la empresa.

— Bien — continuó George limpiándose la garganta. — Entonces podemos dar por terminada la reunión, gracias por venir — se despidió.

Los inversionistas se levantaron de sus asientos y se marcharon del lugar, sorprendidos ante el escándalo que formaba aquella chica.

— ¿Me puedes explicar... QUÉ HACE EL RUBIO MARICÓN AQUÍ TODAVÍA? — enloqueció la pelirroja.

— Yo no sé qué hacer — explicó George.

— ¿Tú me estás jodiendo? — preguntó atónita.

— No, no sé qué hacer, no sé qué decir. He invertido mucha plata en ese calendario para despedirlos — explicó el empresario. — ¿Qué quieres lograr? Por favor, tenemos que terminar con toda esta situación — pidió.

— TÚ NO ENTIENDES NADA — dijo alterada.

— Baja la voz — exigió George. — Ya lograste lo que querías, los medios no dejan de hablar de tu embarazo.

— No solo quiero que las revistas hablen de mí, lo quiero a él — suspiró la pelirroja. — Y hasta ahora  solo he logrado que saliera del armario, me siento como una idiota — lamentó.

— El idiota soy yo que presioné a Maluma para que te diera ese anillo y sostenga lo insostenible — lamentó George. — Todo con tal de cuidar las apariencias, por tener una imagen que cuidar, para protegerte de que la opinión pública te señale por estar un mes con alguien y al mes siguiente con otro — respiró profundo. — Te lo dije una vez y te lo voy a repetir: Esto no está bien — admitió el empresario.

— Lo que no está bien es que él no se comporte como un buen padre.

— ¿Padre de qué? Melissa, ambos sabemos que Maluma no es el padre de ese niño, hasta Justin se dio cuenta. Basta ya — insistió.

— Eso no importa porque Maluma no lo sabe — dijo Melissa descaradamente. — Su actitud distante me está haciendo daño.

— Él no es estúpido... Tarde o temprano se va a dar cuenta de todo y cuando lo haga, te va a dejar definitivamente — advirtió George.

Justin y Maluma no han hablado para nada. Se cruzan en los pasillos del edificio o de la compañía pero ninguno se dice nada.

Sus miradas se encontraban y trataban de aparentar que no pasaba nada.

Sus actitudes eran secas desde aquella noche en la que se reveló todo, algo que al rubio le desconcertaba mucho, pero Justin no quería que Maluma lo viera sufriendo por él.

El rapado estaba decidido a distanciarse de Justin y Melissa. Se mantenía en la compañía por obligación más que por compromiso, pero sabía que su estancia allí no iba a durar mucho.

Maluma se encontraba en su oficina metiendo sus cosas en una caja.

— Discúlpeme, pero estos días han sido muy... intensos — se excusó.

— No te preocupes, ¿has hablado con Melissa?

— No, para nada.

— ¿Anoche estuviste con ella?

— Anoche estuve en casa de mi abuela, no he hecho contacto con Melissa.

— ¿Cuándo fue la última vez que la viste? — insistió George.

— ¿Esto es un interrogatorio? — preguntó Maluma.

— No, para nada, pero me parece que deberías saber que Melissa ha sufrido varias crisis nerviosas estos últimos días y tú no has estado allí para apoyarla.

— Necesitaba tomar un poco de aire, me parece que sobran los motivos... ¿o se los tengo que explicar?

—  Tú no me tienes que explicar nada, pero si a Melissa le llega a suceder algo, tú eres el único responsable.

— Yo no soy el culpable de que Melissa sufra esas crisis nerviosas, a usted siempre le ha costado aceptar que su hija está bastante mal desde que su esposa falleció en ese accidente automovilístico, es decir, mucho antes de conocerme a mí. Si me alejé de ella estos días es porque desde que llegó a mi vida todo ha sido un caos.

— ¿Caos? ¡Pero si vives como Dios! Te di trabajo, fama, yo te hice gente. Y por si fuera poco, el hijo que ella lleva dentro es tuyo.

— Yo me voy a hacer cargo de mi hijo, lo único que pido es que no me presionen. De momento, me voy de aquí.

Era extraño, pero Maluma necesitaba saber que su rubio estaba bien. Dos semanas sin hablarle había sido una eternidad.

Nadie sabía que sufría en silencio por su ausencia, pero en esas dos semanas, sacó conclusiones desde que comenzó a observar mucho más a Justin y Diego.

Varias veces pudo verlos en algunas situaciones algo íntimas, se hacían cariños, sonreían mucho, compartían gestos, cruzaban miradas y conversaban todo el tiempo.

Maluma siempre tuvo la sospecha de que entre ellos había algo más que una simple amistad.

Maluma no podía negar lo guapo que era Diego, el fotógrafo tenía todas las características que a Justin le gustaban.

Sus conversaciones y sus jugueteos le confirmaban cada vez más que entre ellos había algo.

Maluma y Justin no sabían qué estaba ocurriendo entre ellos mismos.

Ambos eran maduros, pero al parecer ninguno lo era, o al menos eso aparentaban.

El Guardaespaldas IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora