ÚLTIMO CAPÍTULO

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Justin caminó unas calles y efectivamente, allí estaba Maluma, regresando a la iglesia. Era un hecho, había decidido continuar con la boda.

La noche anterior habían hecho el amor con mucha ternura, Justin lo recordaba con un dolor que recorría todo su ser.

Pese a todo el daño que se hicieron, todavía lo deseaba con pasión, con una pasión que no podría sentir por ninguna otra persona.

¿O tal vez sí?, ¿qué sabía él del amor? Maluma había sido su primer amante, su único amante. Él no conocía lo que era tener otra relación.

Y por lo visto, tampoco conocía a Maluma.

Justin vio su rostro reflejado en la ventana del avión y lo miró fijamente. Estaba pálido y aún tenía el labio roto, pero, por lo demás, su aspecto era el normal.

— Lo amaste — se dijo. — Y lo conseguiste. No está nada mal para un ingenuo muchacho como yo.

No había ni sangre, ni cicatrices. Era el mismo Justin Bieber de siempre.

— Justin, ya llegamos — dijo Pattie despertándolo de su profundo sueño.

Durante su estadía en Nueva York Justin se quedaría en un lujoso penthouse que coronaba un bloque de departamentos de 54 pisos.

Su nuevo hogar, que fue un regalo de Pattie, contaba con tres gigantes habitaciones, tres baños, una gran cocina y un comedor para recibir invitados, así como una piscina interna y una terraza con vista privilegiada de Central Park.

Para comenzar una nueva vida no estaba nada mal, cualquiera estallaría de emoción, pero él no, Justin estaba callado.

Pattie le mostraba ilusionada cada rincón de su nueva casa, pero su hijo no mostraba emoción alguna.

— Mis amigas diseñadoras me invitaron a cenar para darme la darme bienvenida, ¿no hay problema si voy? — preguntó su madre.

— Claro que no, ve, uno de los dos tiene  pasarla bien — animó Justin. — Yo prefiero desempacar y terminar de instalarme. No olvides tus llaves — advirtió.

Cuando Pattie se mudaba a un sitio nuevo olvidaba las llaves y siempre que eso pasaba, Justin tenía que abrirle.

Justin desempacó más rápido de lo que pensaba, los segundos se le hacían horas.

No quería ni revisar las redes sociales para no tener que encontrarse con fotos de los felices recién casados.

Había logrado lo que quería, su sueño de convertirse en modelo profesional estaba cerca de iniciar, pero ni eso le importaba, se sentía vacío.

Sin nada que hacer, el rubio se fue a la terraza para admirar el paisaje. No tardó mucho en quedarse dormido en una silla.

DIN DON

El timbre lo despertó, Pattie había dejado las llaves.

Justin le reprochó camino a abrirle.

— Mamá, te lo repetí mil veces, no olvides tus llaves, no olvides tus llaves, no olvides tus llaves, no olvides tus llav... ¿?

Era la persona por la cual suspiraba, por la cual estuvo a punto de entregar su vida pero reaccionó a tiempo para darse cuenta de que todavía la necesitaba solo para amarlo.

El Guardaespaldas IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora