— Hola hijo — saludó Jeremy con voz arrepentida.
— Papá, cuánto tiempo — Justin no salía de su asombro.
— Justin lo siento, yo no debí hablarte así, eres mi único hijo y no me gusta que estemos peleados, tienes toda la razón, soy un controlador y debo dejar de serlo.
— A ver, qué quieres — reprochó Justin.
Conocía perfectamente ese tono de su padre.
— Nada, bueno, sí. Estamos en Bogotá y tu madre me dijo que tú también, el empresario que nos compró la casa aquí nos invitó a una fiesta que hará allí esta noche y me gustaría que fuéramos los tres como la familia feliz que siempre he querido que seamos.
Sinceras o no, las fugaces palabras de Jeremy llegaban directo al corazón de alguien tan sentimental como Justin.
— Está bien papá.
— Gracias hijo, de verdad muchas gracias.
Justin se alegró porque sentía que la relación con su padre iba a mejorar.
— ¿Quién era? — preguntó Diego.
— Aunque no lo creas, era mi papá invitándome a una fiesta esta noche, parece que quiere arreglar las cosas.
La palabra "nervios" no servía para describir lo que Justin sentía en ese momento.
La noche había caído pronto y aún estaba en el departamento, esperando que sus padres lo vinieran a buscar.
Una bocina sonó en la lejanía y Justin bajó para posteriormente abrir la puerta principal del edificio.
— ¿Listo? — preguntó Pattie con una gran sonrisa.
Justin asintió efusivamente y le dio un abrazo, luego volteó y se encontró frente a su padre quien lo dejó con la mano extendida para darle un fuerte abrazo y posteriormente subir a la camioneta.
Y allí estaba, Justin vestido muy elegantemente de traje entrando a la fiesta en compañía de sus padres.
La fiesta era en el jardín de aquella casa que había sido su nido de amor con Maluma, todo estaba muy bien decorado, cada rincón de ese lugar le traía a Justin una mezcla de agradables recuerdos junto a la tortura de saber que cada uno eran solo eso, recuerdos, momentos que quedaron en el pasado y que jamás se repetirán.
La fiesta tenía capacidad para unas 80 personas solamente, no eran muchas por lo que Justin deducía que el motivo de celebración sería algo más privado.
— Mi estimado Jeremy, ¿cómo estás? — la voz del empresario retumbó recibiendo a la familia Bieber.
Era un señor canoso con barba y ojos azules, bastante contemporáneo con su padre.
— Pues aquí estoy, con mi esposa y mi hijo — presentó Jeremy.
— La casa está estupenda, de verdad ha sido una de las mejores compras que he hecho.
— Pero cuéntame, cuál es el motivo de esta celebración, el exitoso George Wilson no hace estas cosas por nada — bromeó Jeremy.
¿George Wilson?
¿Wilson?
¿WILSON?
Eso solo significa que...
Justin no había terminado de relacionar los nombres cuando vio entrar al jardín a la pelirroja reina de belleza, Melissa Wilson, tomada de la mano de nada más y nada menos que de Maluma trajeado de azul con una camisa blanca sin corbata desabotonada hasta la mitad que dejaba ver unos nuevos tatuajes plasmados en ese impresionante abdomen, zapatos negros y un look renovado conformado por una cabeza rapada y una barba extremadamente sexy acompañado por unos lentes oscuros que lo hacían ver demasiado masculino y viril.
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El Guardaespaldas II
Hayran KurguLa historia de Justin Bieber y Maluma continúa... ¿Podrá la distancia más que el amor?