[2046]
Preciosa. Era como un ángel.
Tenía el cabello liso, largo y negro como la noche que incluso imitaba con su brillo leve el fulgor de las estrellas en el firmamento. Caía a ambos lados de su cabeza, enmarañado pero dócil, como si descansara. Las ondas que se le habían formado en las puntas, además, se balanceaban suavemente con el viento tibio y manso de la mañana.
Sus ojos eran azules, salpicados de un tono violeta casi imperceptible que hacía pensar en la amplitud del universo, en galaxias lejanas, constelaciones y nebulosas. Ambas gemas en su rostro, un par grandes cristales hacia el espacio exterior, eran flanqueadas por dos filas de gruesas, largas y rizadas pestañas del color del ébano, tan elegantes y finas como las plumas en la cola de un pavo real. Su rostro, blanco y chispeante, era anguloso, angelical, prístino e inmaculado como una escultura de marfil. Sus movimientos eran determinados, su mirada estaba fija en sus manos delicadas y cada una de sus acciones denotaba un aire de ensoñación.
Pero ¿qué podía hacer ella ahí? Ese no era lugar para una niña. Porque eso parecía: una niña tierna y dulce que desbordaba inocencia.
—¿Qué estás haciendo aquí, linda? —preguntó el muchacho con tono afable después de largo rato de haberla observado a lo lejos. Acercándose, se agachó para poder imitar la postura de la fémina.
Ella se hallaba sentada sobre la tierra con las piernas cruzadas, manchando de esta manera el que antes debía haber sido un inmaculado camisón blanco, pero que, debido a la tierra, el musgo y los vestigios de lodo oscuro, se había tornado de un sucio color amarillento.
—Hola —respondió ella mostrando, en forma de sonrisa, una fila de infantiles y ordenados dientes que estaban manchados con una sustancia oscura que él no pudo reconocer.
Tenía la sonrisa traviesa de una pequeña que acaba de comer una golosina sin permiso.
—Hola —sonrió él, secretamente fascinado por tal derroche de infantil encanto—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vine a visitar a Lionel.
—¿Lionel? —inquirió el mayor, instándola a explicarse.
—Sí, Lionel —se limitó a decir la chica.
¿Lionel? Que él supiera, el guardia del recinto era un hombre sin familia llamado Charles y era tan viejo, pedante, altanero y cascarrabias que no se le conocía ningún amigo o pariente lejano con el que todavía conservara un lazo. Se decía incluso que había aceptado el empleo años atrás porque resultaba ser el único hombre en kilómetros a la redonda con la sensibilidad lo bastante escasa como para cuidar de día y de noche el que se consideraba uno de los lugares más lúgubres del pueblo. ¿Para qué podría una niña tan dulce y hermosa visitarlo?
Existía otra suposición válida, por supuesto: la chiquilla podía haber acudido a primera hora de la mañana junto con su familia a presentar sus respetos a algún familiar llamado Lionel que se encontrara descansando en el lugar, pero el cuadro no dejaba de resultar extraño, ya que, por más que lo pensaba, el joven no conseguía imaginar las razones por las cuales esa familia hipotética podía haberla dejado sola y sin supervisión, el nivel de descuido era insólito.
—¿Quién es Lionel, nena? —curioseó el muchacho.
—Es mi mejor amigo —respondió ella con voz cantarina—. Vengo aquí a jugar con él.
—¿A jugar con él aquí?
"Qué extraño", pensó él. Habiendo aclarado que "Lionel" no era un difunto, lo más lógico era pensar que se trataba de algún amigo de la niña con quien se encontraría luego, o bien ya se había encontrado, no era raro que las criaturas más osadas que vivían por los alrededores usaran ese punto particular como su patio de juegos... pero ¿a esa hora de la mañana? Prácticamente acababa de amanecer y el sol apenas se encontraba saliendo, brindando cuando menos la luz suficiente para arrancar ese toque macabro que caracterizaba al cementerio Starrison Ville.
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Emily Rosie © [RESIDENTES #1]
Mystery / ThrillerUn psiquiatra atormentado y una niña enferma forman una familia envuelta en sucesos perturbadores y secretos irrompibles. *** En lo alto de la colina, a las afueras del pueblo, en una pequeña casita vieja y derruida, viven Nick y Emily Rosie. Nadie...