20. Lo imposible

21 2 5
                                    

[2046]

Los latidos de su corazón hacía bastante rato se habían convertido en una tétrica percusión detrás de sus oídos. No le importaba. Nada tenía importancia, todo había pasado a segundo plano mientras recorría una y otra vez la sala en busca de recrear sus propios pasos para obtener la explicación por la que ya rogaba. Una migraña incipiente amenazaba con volverse absoluta y obstaculizar cualquiera de sus intentos, pero esto tampoco le impidió continuar. Nada parecía tan grande. Nada era impedimento.

¿Emily había estado ahí cuando él había despertado?

Uno de los problemas más grandes con lo que estaba intentando hacer era que ninguno de los recuerdos que sí poseía parecía completamente confiable. En contraposición, ninguna de sus teorías o imágenes fantasma le parecía ya tan descabellada, por lo que la línea entre lo posible y lo imposible se había hecho casi imperceptible. Nick no sabía qué había sido real y qué había sido producto de su cansada mente inconsciente. No sabía si había agujeros en su memoria que su cabeza se había apresurado a llenar con lo primero que había podido encontrar. Le parecía irónico el hecho de no ser capaz de aplicar para sí mismo aquella práctica entrañable que tanto bien le había hecho a Emily durante su tratamiento. "Verdades o mentiras". Se sentía hasta avergonzado de haber subestimado lo difícil que podía llegar a ser averiguar la diferencia.

Las articulaciones en sus rodillas crujían de forma enfermiza a cada paso que daba. Perdió la cuenta de cuántas veces realizó el recorrido desde la ventana hasta la puerta, desde la puerta hasta el sofá, alrededor de la mesita de centro. Nada parecía dar resultado, o surtir algún efecto. Al cabo de una hora de intentar, si bien la mente se le había despejado en cierta medida, el dolor de cabeza ya era bastante severo y los tirones musculares en todo el cuerpo sumados al ardor del labio parecían haber triplicado su intensidad. Sentía mucho dolor y tensión, el simple hecho de moverse suponía un esfuerzo anormal.

No sabía qué debía hacer. Tenía la necesidad inmediata de recordar, pero también era consciente de que no podía intentarlo para siempre, no cuando Emily seguía desaparecida sin haber dejado rastro tras de sí. Incluso, sin dejar de moverse de un lado a otro, empezó a considerar la idea de tomar el auto como ya tantas veces lo había hecho para salir a buscarla. No sabía a dónde iría, o cuánto tiempo pasaría antes de encontrar alguna señal que le indicara su paradero, pero sí sabía que no sería capaz de permanecer caminando en círculos. Estaba perdiendo tiempo valioso mientras Emily podría encontrarse custodiada por oficiales de rostro severo que no tendrían para ella ni una palabra de aliento.

Inquieto, deambuló por el pasillo de las habitaciones, dándose con la puerta abierta de las escaleras que conducían hacia el sótano. Invadido por una impotencia incontenible, la cerró de un violento portazo.

Miles de puntos brillantes se dispararon en su cabeza al mismo tiempo y tuvo que tomarla entre sus manos para mitigar la oleada de dolor en estado puro que le invadió al mismo tiempo. El ruido dentro de su cabeza se hizo insoportable por espacio de unos pocos segundos, pero entre toda la tétrica cacofonía, tuvo la certeza de haber escuchado una sola palabra que se distinguía.

¡Nick!

Su corazón se saltó un latido. Abrió los ojos de par en par por la impresión, sin importarle sentirlos secos e irritados. La voz que de entre todas acababa de escuchar era inconfundible. Era la voz de Emily.

¡Nick, por favor!

Y fue como dar manotazos en la niebla. Las imágenes todavía no eran claras, eran tan difusas que tenía que hacer un gran esfuerzo para dilucidar su forma. No sabía por qué, pero sabía que esos pequeños trozos de realidad tenían que ser la verdad, por más que todavía no formaran una escena coherente. No podía ver nada, sólo recordaba escuchar. Emily llamándolo a voz en grito. Y golpes. Golpes de madera y de metal.

Emily Rosie © [RESIDENTES #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora