Capitulo 8. Primeros dias, Malas noticias.

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La primera semana, esperaba estar con Ron y Harry, pero por lo visto, estar con una chica, no les parecía divertido, por lo que intentaba no presionar, con que me aceptaran entre ellos. Aunque nos sentábamos juntos en el comedor y en las clases, pero por ahí en fuera, no les parecía genial que estuviese con ellos, ya que... me controlaba, no me reía de algo que fuese gracioso, parecía no reflejar tanta emoción como lo hice en un principio, pero todo era por mi bien y el de mis compañeros, debo evitar emociones.

Desde los primeros días, Harry fue acosado con las miradas y dedos señaladores, acerca del niño que vivió y su famosa cicatriz en forma de rayo. Si yo fuera Harry me irritaría y haria una escena, pero Harry se comporta mejor que yo, pero bueno, si no hace nada alguien lo tiene que hacer.

—Oye —le hable a Harry, cuando íbamos a comer—. Lamento por no haberte reconocido o estarte apuntando a tu cicatriz. Es muy desconsiderado de mi parte —dije con sorna, mientras los alrededores, escucharon y nos dieron la espalda.

—En realidad es muy considerado de tu parte —sonríe avergonzado, voltee los ojos mientras íbamos al comedor.

—Lo he dicho para que lo dejen de hacer —le comente por lo bajo, mientras avanzaba dejándolo detrás, solté un suspiro y mire por los lados.

En Hogwarts había 142 escaleras, algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban a un lugar diferente los viernes. Otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar. Después, había puertas que no se abrían, a menos que uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas.

También era muy difícil recordar dónde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar continuamente. Las personas de los retratos seguían visitándose unos a otros, y estoy un cuanto segura de que las armaduras podían andar.

Los fantasmas tampoco ayudaban. Siempre era una desagradable sorpresa que alguno se deslizara súbitamente a través de la puerta que se intentaba abrir. Nick Casi Decapitado siempre se sentía contento de señalar el camino indicado a los nuevos Gryffindors, pero Peeves el Duende se encargaba de poner puertas cerradas y escaleras con trampas en el camino de los que llegaban tarde a clase. También les tiraba papeleras a la cabeza, corría las alfombras debajo de los pies del que pasaba, les tiraba tizas o, invisible, se deslizaba por detrás, cogía la nariz de alguno y gritaba: ¡TENGO TU NARIZ!

Aunque a veces, podía devolverle la jugarreta, eran muy inofensivas y sin importancia, pero aún peor que Peeves, si eso era posible.

—Destiny —me llaman, cuando estaba con Ruddy, la habia sacado a tomar un paseo, el miércoles por la tarde, eso de estar mucho tiempo en el cuarto no es bueno, para los perros como él.

—Cedric —le dije emocionada, una ventisca azotó contra él, y lo hizo deslizarse como una tabla en la tierra. Se que fui yo, pero en vez de disculparme, no pude evitar echarme a reir.

—Tal vez y lo veas divertido —gruñó Cedric sacudiéndose los pantalones que se habían llenado de tierra—, pero duele, y... —soltó un gemido haciéndome apartarme un paso de él— se me han incrustado algunas piedras. 

—Pobre, nene —dije fingiendo tono materno—. ¿Quieres que mami te bese el trasero? ¿O algo así? —Cedric rie mirando a los alrededores.

—En realidad si.

—Lastima, no besare tu trasero —dije enderezándome y mirando que Ruddy estaba brincando por los alrededores.

—¿Qué tal tus primeros días? —me preguntó mientras empezábamos a caminar de regreso al castillo.

Destiny en Hogwarts [La Piedra Filosofal] #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora