Recuerdos

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—Listo, señorita —dijo Annette, acababa de ponerme un vestido de gala, escotado en forma de corazón y que mostraba la espalda en forma de V, caía delicadamente hasta el suelo, tenía un corte desde la mitad de mi muslo hasta el suelo. Era de un color rojo furioso. Con unos guantes hasta el codo de un color dorado. Mi cabello estaba recogido en un elegante peinado afirmado con unos delicados broches dorados que combinaban con los guantes, unos mechones de cabello perfectamente rizados me caían hasta el hombro cubriendo mis orejas. El toque final era un bellísimo collar de plata que rodeaba mi cuello dándole un toque sofisticado. Perfecto.

—Gracias, puedes retirarte —le indique.

Cuando estuve sola contemple el vestido dándome una vuelta y observándolo de todos los ángulos posibles. Era hermoso, elegante y muuuy atrevido.

—Te ves hermosa —vi por el espejo el rostro de Jared y como me sonreía.

—Gracias —respondí volviendo a admirar mi vestido. —Me gustaría quedármelo.

—No puedes.

—Lo sé —di media vuelta y le indique que pasara. Entro y se sentó en uno de los muchos sillones blancos de mi habitación o de la habitación de Emily Sauders. — ¿A qué hora sale el avión?

—En 5 horas —Jared vestía un esmoquin negro común en Irlanda. —Tu equipaje está listo. Nos iremos en aviones separados, el tuyo es uno privado.

— ¿Y tú? —pregunte mirándolo. — ¿No te pasara nada? —asintió con la cabeza. — ¿Estás seguro?

—Tranquila, no me pasara nada —suspiro y levanto el maletín que traía desde que llego, lo dejo sobre la mesa y lo abrió. Dentro había cuatro revólveres. —Elige, no tienen registro.

Tome el segundo un Revólver LeMat 1856, de 9 cartuchos y la pase de una mano a otra probando su peso.

—Buena elección —me dijo. —Toma —coloco en mi mano el silenciador del arma. —No queremos que sepan que fuiste tú. —tomo un Revólver Bergmann-Bavard Modelo 1908. —No estarás sola.

—Tengo 14 años y ya he matado más hombres que un general del ejército, no necesito ayuda.

—No te pregunte. Eres como mi hija, prácticamente te he criado y no quiero que por un error mueras hoy. Todo saldrá perfecto —me sonrió, cerro el maletín y se levanto. —Sonríe ¿Si? —se fue dejándome con el revólver en las manos.

Una Misión MasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora