Sabía que ella necesitaba tiempo para pensarlo y poner cada cosa en su respectivo lugar, pero no lograba entender por qué tanto tardó en decidirse. Gastó tiempo cuando era lo que más necesitaban, y a la vez menos tenían. Su mente pareció llegar a un estado de pausa, en donde las palabras que entraban se quedaron estancadas dentro de ella.
Congelada.
Como una estatua, y a los segundos lo único que quería era derrumbarse. Dudas y mil opciones tuvo, y claro que no lo pensó dos veces antes de expresarlas. De nada sirvió. Acabó ahí.
Si fuera por ella, daría a la mierda todo y no se iría del lado de Peridot. De cierta forma le gustaría que todo fuera así, que sea únicamente el peso de sus propias acciones. Lamentablemente las cosas no eran de esa forma, y una niña de nada más seis años, con futuro y vida por delante, vivía completamente bajo su ala. Si ella caía, por consecuencia su hija iría. Lo que menos quería era que algo malo le sucediera a Malachite. Sacaba garra y dientes por ella.
Era difícil. Mucho. Aceptar cosas como esa era un terrible peso que permanecería sobre sus hombros por una eternidad. Aún era joven, por mucho que tratara de actuar como un adulto, ciertas cosas no eran tan fácil.
Pero eso ya no caía sobre sus manos.
Peridot ya lo había decidido, lo único que quería era su aceptación. Estaba sufriendo igual que ella, y Lapis sabía que aún peor.
Lapis tenía que irse de la casa. Steven y Pearl le habían ofrecido una estancia temporal, al menos un lecho en donde ella y su hija pudieran estar, pero no era lo mismo; además de que ese no era exactamente el problema.
Tenía que irse de la casa de Peridot.
Y en menos de un mes no volver a verla nunca más.
Enterró su cabeza entre sus rodillas mientras lloraba como nunca. Estaba perdiendo frente a sus ojos a la mujer que le había ayudado sin condiciones. Quien le aceptó, que consiguió que superara aquello que la tenía entre cadenas mentales. Pero sobre todo, a la que amaba como nunca había hecho con alguien.
Y ahora lo único que quería era olvidarla. A ella y a todas las cosas que les habían pasado juntas. Para su mala suerte eso era completamente imposible; lo único que podía borrar su memoria era la muerte o alguna enfermedad de pérdida de memoria por vejez, pero no le interesaba morir aún, y era bastante joven.
Su deseo más profundo era permanecer con ella.
¿Sufrir por amor? Siempre le había parecido inútil, estúpido, y por sobre todo una pérdida de tiempo. Eso era antes. Se arrepentía de todo lo que había dicho hace años, cuando no tenía experiencia alguna. Era impresionante cómo una simple persona llegara a ser tan importante para ella al punto de hacerle cambiar su parecer.
Y se sentía idiota.
Cerró los ojos y respiró. La brisa y olor marino solían ayudarla en tiempos complicados. Recordó cuando estaba embarazada y le pedía a sus padres —o simplemente tomaba un bus— traerla a Long Beach, para sentarse ahí a pensar y respirar. Todo como una especie de tratamiento.
Fue cuando por un momento una gran sombra le privó del sol que intentaba atravesar su piel, para luego oír caer a el causante a su lado, moviendo la arena y ocupando un gran espacio. Abrió los ojos y se halló con los dorados de Jasper. No sabía por qué ni cómo estaba ahí, pero supuso que el resto del grupo debería estar cerca, y él fue el único que se atrevió a ir a su lado. No le molestaba, pero tampoco era como si aquel fuera un perfecto momento.
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Ayúdame a Olvidar | Lapidot | Steven Universe
FanfictionSolo querían vivir el resto de sus vidas con normalidad, ¿aquello era mucho? Parece que hay cosas que al final son imposibles de olvidar. ======================================================= [En edición, no puedo tener basura sucia.] ...