Capítulo Ocho

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   Demoraría el doble en llegar al trabajo. Normalmente serían diez minutos a pie, pero se quedó mirando a varias cosas que pasaban por la calle mientras iba. No se sentía bien, para nada, pero eso no significaba que por problemas sentimentales no tuviera que ir a trabajar. Sería como que una mujer en sus "días" se tomara su temporada libre.

   Y no, eso no pasa.

   Trabajaba como técnica computacional, sobraba decir que desde pequeña tenía un talento con el tema de los computadores y tecnología en si, aunque estaba estudiando para ser programadora. Pero con algo tenía que ganarse la vida mientras tanto, ¿no?

   El día estaba milagrosamente gris. Peridot deseaba que lloviera, prefería eso a un día completamente soleado y caluroso. Fueron muchos años pasados en los que ella no pudo ver ni escuchar las gotas de agua en una ventana, y todo el tiempo lo estuvo añorando; no fue hasta poco me­nos de un año cuando volvió a verlo.

   Y todo eso la llevaba a una cosa. Yellow Diamond.

   La rubia miró aún más al suelo y apretó su puño derecho. No podía hacer mucho con el izquierdo, pues el metal del brazo era capaz de romper el guante, y no era la idea. No iba mirando al frente, por lo que no se fijó cuando chocó con una persona, ganándose un fuerte golpe en el hombro derecho.

   —¡Oye! ¡Fíjate, idio...! —Se giró para lanzarle las palabras en cara a la persona con la que se cruzó—... ¿Ame?

   —¿P-Dot? —Sonaba sorprendida—. ¡Wey! ¿Qué te había pasado?

   Ambas chocaron sus palmas de forma amistosa para luego hacer lo mismo con sus puños.

   —Nada, sólo... tú sabes, lo de Yellow Diamond y eso.

   —Oh, bueno, lo entiendo. Lapis estaba algo preocupada, ¿sabes? ¡Te invito a un café y hablamos!

   Peridot lo pensó un poco. Tampoco era como si su trabajo ese día fuera tan importante, sólo tenía que revisar ciertos computadores y ya; pero eso podría hacerlo el lunes luego de clases en muy poco tiempo.

   —Seguro.

   Tomó su celular y marcó al trabajo mientras se encaminó junto a Amethyst. Llamó a uno de sus amigos del trabajo, avisándole que no iría y que la cubriera en cierto modo. Debería tomarse en serio su trabajo, pero como era algo pasajero... pues no. Unas cuantas cuadras más y lle­garon a la cafetería indicada:

   "Mary con Juan"

   ...

   Dejo la interpretación a tu imaginación.

   Se sentaron en sillas frente a una mesa de cuatro. No estaba tan lleno, pero tenía una considerable cantidad de gente, todos tomando des­ayuno. Mientras que Peridot pedía solamente un café, Amethyst pidió un chocolate caliente con una dona.

   —¿Y bien?

   —¿Huh?

   De alguna forma, Amethyst sonaba nerviosa frente a la pregunta de Peridot. Veía sus futuras palabras.

   —Nunca me invitarías a comer algo sin razón aparente, ¿no? ¿Y a dónde ibas?

   Amethyst rió ligera y nerviosamente, golpeando su cabeza contra la mesa, arrugando el mantel tipo el que tiene una abuela en su casa. Ahogó un grito con su mano y volvió a levantar su torso, quedando devuelta frente a frente con Peridot.

   —¿Cómo es que me conoces tanto?

   —Fuimos pareja por un año y tres meses —dijo, sin cambiar su expresión estoica—, ¿eso no es suficiente como para que sepas que te co­nozco casi a la perfección?

Ayúdame a Olvidar | Lapidot | Steven UniverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora