Capítulo Veintisiete

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    Estaba preocupada. Su estómago se revolvía al pensar en los posibles futuros de Peridot, Malachite y ella; en especial las dos primeras. Siempre su máxima prioridad iba a ser su hija, pero Peridot también rellenaba importante espacio en su corazón, más de lo que quería; podría dar la vida por ambas sin pensarlo dos veces, lo sabía.

    Pensaba que no iba a poder dormir bien, pero cuando los brazos de Peridot —uno cubierto por un largo guante— la hubieron acunado, una ola de tranquilidad recorrió cada uno de sus músculos y bastó que cerrara los ojos para caer rendida.

    Pero la noticia del día siguiente no se hizo esperar. Lapis sabía cuánto su novia odiaba ir a ver a su madre, y que salía con el ceño mucho más fruncido de lo normal. Insistió, insistió e insistió hasta que ella logró aflojarse y se vio obligada a aceptar que le acompañara.

    Las indicaciones que Peridot le dio no fueron difíciles de tomar, mucho menos viendo el tipo de casa que tenía la mujer. Estaba lejos de ser fea, pero sí le daba algo de miedo. A Malachite también pareció llamarle la atención, se veía claramente asombrada; a ella le gustaban ese tipo de cosas que normalmente dan un escalofrío. No era tan llamativa como otras que había visto, pero sí bien cuidada .

   Aún así, Peridot sí había dejado algo claro.

    No conocería a Y. D.

    Y tampoco era como si le interesara hacerlo sabiendo todo lo que alguna vez le hizo a Peridot. Solo quería acompañarla para que cuando terminaran de hablar no acabara... más molesta de lo normal.

    Cuando la hermana de la más baja abrió la puerta para dejarlas entrar, se dio cuenta de lo poco que se parecían entre sí. Desde la nariz, a los ojos, a su cuerpo, a su ropa, casi en nada. Pareciera que lo único que tenían en común era el lazo de sangre.

    —Hola.

    —Buenos días —Luego de que Peridot saludara, vio como Yellow Pearl las miró a ella y a su hija. Su rostro expresaba que no había esperado que llegara con compañía. Como por reflejo, Lazuli tomó con más seguridad y firmeza, pero asegurando de no hacerle daño, la mano de su hija—. Ellas son Lapis y Malachite, mi novia y su hija —Las presentó—. Espero que no te moleste que las haya traído.

    Lapis sabía que, por muy formal y educado que haya parecido ese comentario, le valía una mierda si la respuesta de su hermana era sí o no.

    —No, para nada. Pero sabes que a mamá no le gustan mucho las visitas cuando no están anunciadas.

    —Sí, pero no van a verla; solo me acompañan. Además, ella fue la que me invitó, ¿no? No sería tan inesperado.

    Las dejó pasar al interior luego de eso. No era del completo gusto de Lapis, estaba exageradamente ordenado —mucho más de lo que hacía Peridot—, limpio, y con muchos colores cálidos, pero no era feo. La joven de cabellos rubios se perdió por un largo pasillo luego de decirles que siguieran a Y. P. Ella simplemente las guió al sillón.

    —Así que... —Yellow Pearl comenzó a hablar como para romper el silencio entre ellas.

    —Lapis —completó ella ante la duda entre su tono de voz.

    —Sí, Lapis —Parecía nerviosa por alguna razón, como si no supiera por dónde empezar—. ¿Desde cuándo Peridot y tú están juntas?

    —Casi siete meses —Wow, fue difícil para ella creérselo. Había parecido casi toda una vida.

    —Oh, eso es bueno —Peridot se parecía a ella cuando estaba nerviosa, pero seguían siendo agua y aceite—. Y... ¿cuántos años tiene?

Ayúdame a Olvidar | Lapidot | Steven UniverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora