Capítulo Uno

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   Se removió en la cama mientras dormía. Casi siempre le pasaba lo mismo, no podía dormir en paz. Recuerdos de aquel horrible momento la atormentaban tanto en la noche como en el día, y ella no podía hacer nada para evitarlo. Lo peor, era que nunca tenía idea de que estaba soñando; y eso hacía parecer como que fuera verdad, como si realmente estuviera pasando, una simulación exacta.

    Pero, ¿cómo olvidar una violación?

    Se sentía imposible, al menos para Lapis; recordaba a detalle la voz del tipo, su risa, sus gemidos, y aunque no hubiera visto su rostro, se imaginaba su expresión. Deseo, lujuria...

    ... maldad pura.

    Se despertó de golpe y se sentó en la cama. Respiraba rápidamente, jadeando de vez en cuando, y tenía los ojos muy abiertos. Estaba sudando, además. Pasó una mano por su cabello teñido de azul, ya desordenado por haber estado durmiendo, y no pudo evitar soltar unas lágrimas para terminar sollozando.

    Miró a su izquierda, y ahí estaba, durmiendo tranquilamente; sin saber absolutamente nada. Su pequeña hija de cinco años, Malachite. Se tranquilizó mientras la miraba a su lado, durmiendo junto a ella en la cama de dos plazas; pacíficamente. Dio una ligera sonrisa y volvió a recostarse. Tapó más a su hija con las sábanas y la abrazó.

    A pesar de lo ocurrido, y que la pequeña fuera un vivo y constante recordatorio de todo, realmente la amaba. Se durmió de nuevo, tranquila, y con una pequeña sonrisa estampada en su rostro.

    Era una suerte de que fuera sábado, fin de semana. Podían levantarse más tarde de lo normal, y no a las siete para que Lapis llevara a Malachite con Sadie y que ella pudiera ir a la universidad. Aún así, se levantaron a las diez de la madrugada, para tomar desayuno y ver qué harían ese día.

    —Parece que vamos a tener que ir de compras —dijo Lapis, luego de desayunar, viendo el refrigerador prácticamente vacío.

    —¿Ahora? —preguntó Malachite, masticando un trozo de pan.

    —Mali, ¿qué te he dicho sobre hablar con la boca llena?

    —Lo siento...

    Lapis se encaminó a su hija mientras ésta estaba comiendo, y le acarició su espeso, pero corto, cabello. Lamentablemente para Lapis, Malachite no se parecía casi en nada a ella. Su cabello era rubio, mientras que el de Lapis —naturalmente— era negro. Sus ojos eran verdes azulados, y los de Lapis azules. Su piel era morena, un poco menos que su madre. Casi todo la hacía muy similar al desgraciado, aunque algunas características se salvaban; como sus rasgos faciales finos, aunque no sus labios gruesos; las cejas, y compartían algunos gustos y cualidades.

    La mayor caminó por la "cocina-living-comedor" en busca de su celular; vio que tenía unos mensajes recientes de su amigo Steven. Le tenía un gran aprecio al chico, y, ¿a quién engañar?, a los demás también. Los ocho —Steven, Connie, Ruby, Sapphire, Garnet, Pearl, Amethyst y Jasper— la habían ayudado y acompañado en el tema del abuso que sufrió, a pesar de que el chico fuera bastante joven en ese momento.


    Steven: En Línea.

    Hey Lapis! Hoy almorzaremos en la playa, todos. Si quieres puedes venir con Mali! Hay una nueva amiga a la que queremos presentarte! (10:48 a.m.)

    También va a estar Connie :D (10:48 a.m.)


    Debía hacer énfasis en que la chica, Connie, era bien cercana a ella y Malachite. Se parecía mucho a ella, en su pasado; y también la había acompañado en su momento.

Ayúdame a Olvidar | Lapidot | Steven UniverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora