Destino... Londres! {2}

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Un sonido desagradable inunda la habitación, abro un ojo y busco el móvil entre la oscuridad, tras varios intentos de cogerlo, deja de sonar, sonrío y vuelvo a taparme con la manta, enterrando la cara en la almohada. Cierro los ojos y intento volver a dormirme, pero la habitación se llena de luz.

Suelto un gritito y me tapo la cara con la almohada. ¿Quién osa perturbar mi sueño?

Noto el colchón hundirse y algo quitarme la almohada de la cara. Me tapo la cara con mis manos.

Carlos: Despierta bichito, que sino no llegamos...

Me quejo contra el colchón y vuelvo a acurrucarme en la cama. Cojo con fuerza las sábanas al notar que Carlos me quiere destapar. Pega un tirón y consigue quitar de mis manos las sábanas. Gruño y intento mantener el calor sin moverme, pero Carlos sigue intentando despertarme. Me coge del brazo y estira de él hasta conseguir que caiga al suelo. Grito al notar el frío suelo chocar contra mi piel, pero sigo sin abrir los ojos. ¡Quiero mi cama!

Carlos: Va, peque.

Yo: ¡No quiero! ¡Tengo sueño!

Carlos: Pues ya te duermes en el avión.

Yo: ¡No puedo dormirme en los aviones! ¡Tengo mucho sueño!

Carlos: Eso te pasa por acostarte ayer a las tres viendo divergente.

Yo: ¡Era los juegos del hambre inútil!

Carlos sigue arrastrándome por el suelo mientras me retuerzo, intentando librarme de su agarre para salir corriendo hacia mi cama de nuevo, pero al ver que va a ser imposible soltarme me dejo llevar aún con los ojos cerrados. Me coge por las axilas consiguiendo sentarme en una de las sillas de la mesa.

Creo que ya va siendo hora de abrir los ojos, así que con mucha fuerza de voluntad los abro, parpadeo varias veces para acostumbrarme a la luz. Cuando consigo enfocar la vista me encuentro dos tostadas con tomate y un colacao recién hecho.

Carlos: Desayuna que en media hora salimos.

Carlos besa mi cabeza y sale de la cocina. Vuelvo a mirar hacia la mesa y bostezo. ¿En qué momento decidí ver sinsajo? Ahora me arrepiento, pero es que el final es tan bonito. Peeta es taaaaan mono. Y ya no te digo Finnick, ¡mi bebé está muerto!

Finjo que lloro mientras muerdo una de las tostadas. La vida de una fangirl es muy dura, todo el día sufriendo. Deberían pagarme por llorar y gritar cuando veo cualquier película de la saga de los juegos del hambre. Me haría millonaria.

Me termino la primera tostada y atacó la segundo, la muerdo justo cuando Carlos aparece por la puerta vestido y preparado para salir. Se sienta en la silla que hay a mi lado y me quita la tostada para pegarle un mordisco él.

Yo: ¡Mi tostada!

Carlos: Va date prisa.

Le quito mi tostada y vuelvo morderla, haciendo que me quede solo la mitad. Le pego un trago al colacao y lo miro.

Yo: El avión sale en cuatro horas...

Carlos: Ya lo sé, pero mejor ir con tiempo, no vaya a ser que despegue antes y nos quedemos aquí en Navidad.

Me termino la tostada y me bebo todo el colacao le acaricio la cara a Carlos y me voy a mi habitación para poder arreglarme.

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Desabrocho mi cinturón y me estiro en mi asiento. Por fin estoy en Londres, mi tierra, mi ciudad. Despierto a Carlos, el cual se ha quedado dormido nada más despegar. Ojalá haber dormido yo algo durante las dos horas de vuelo, ¡pero es que me es imposible!

Salgo después de Carlos del avión y de repente miles de copos blancos nos envuelven, ¡está nevando! Mi abrigo negro se llena de copitos blancos en segundos y mi pelo igual. Sonrío como una tonta mientras miro los copitos sobre mi. Echaba esto tan de menos...

Carlos: Nunca había visto nevar...

Carlos mira como caen los copos a medida que avanzamos hasta el edificio del aeropuerto. Llegamos y antes de entrar nos limpiamos la nieve, sacudo mi pelo consiguiendo quitar la nieve de mi pelo. Ya limpios entramos.

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Carlos: Me estoy arrepintiendo de haber venido.

Yo: Pues vas a entrar igual.

Carlos: Creo que voy a volver al hotel en el que me quedé la última vez.

Yo: Eso si que no, te dije en su día que te dejaba mi casa cuando vinieses y eso voy a hacer.

Carlos: Tengo miedo.

Yo: No te va a pasar nada, confía en mí. ¡Son buena gente! Te van a querer nada más te vean.

Cojo la mano de Carlos y la acaricio por encima del guante. Levanto la vista y le sonrió antes de darle un corto beso en los labios. Tengo que admitir que yo también estoy nerviosa.

Respiro hondo y aún con su mano entrelazada con la mía, llamo a la puerta. Se oye el sonido del timbre y pequeñas pisadas llegar hasta la puerta. Varios segundos después la puerta se abre y mi hermana pequeña asoma la cabeza.

Yo: ¡Whitney!

Mi hermana abre del todo la puerta y se lanza a mis brazos, la levanto del suelo y la abrazo. ¡Que grande está!

Whitney: ¿Él se queda a cenar?

Con su pequeña manita señala a Carlos el cual está mirándola totalmente embobado.

Yo: Sí Whitney, ¿te parece bien?

Mi hermana sonríe y asiente rápidamente. ¡Es un amor! La bajo, me coge de la mano y comienza a andar, con un gesto le indicó a Carlos que me siga. Los tres entramos dentro de mi casa y Carlos cierra la puerta. Mi madre sale corriendo del comedor y me abraza. Le devuelvo el abrazo, los he echado tanto de menos. Mi hermano baja las escaleras, pero se para a mitad y se queda mirando fijamente a mi novio.

Mike: ¿Quién es?

Me separo de mi madre y me acerco a Carlos, está muy nervioso. Le cojo de la mano y lo obligo a entrar del todo.

Yo: Él es Carlos, mi novio.

Mi madre pega un gritito y en seguida se acerca a nosotros.

Lisa: Yo soy Lisa, la madre de Carla.

Mi madre le tiende la mano y Carlos se la da aún nervioso.

Carlos: Yo soy Carlos, encantado de conocerla.

Lisa: Tuteame por favor. Me haces sentir mas mayor de lo que soy.

Yo: Mamá, no eres mayor.

Mi madre se ríe y se vuelve a dirigir a Carlos.

Lisa: Espero que te gusten los guisantes, no sabíamos que venías y no hemos preparado nada especial. ¡Ya podrías habernos avisado hija!

Yo: Mamá, se suponía que era una sorpresa... ¡No te podía decir nada!

Carlos: No te preocupes Lisa, lo que hayas hecho estará bien.

Lisa: Pues perfecto, ¡A comer!

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