Capítulo 36: Mírame

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Vi como Damien introducía incómodamente sus manos en los bolsillos de su pantalón. Él me miraba entre sus pestañas esperando mi reacción, ¿qué se suponía que tenía que decir? Damien había tenido razón desde el principio. Keegan sí significaba algo para mí, y me reprochaba a mí misma lo que estaba pensando en este momento. No me importaba lo que Damien me estaba explicando. Y yo sentía que él pensaba lo mismo sobre mí. Lo nuestro era un segundo plano, se borró del papel principal. Estábamos juntos sin estarlo en realidad. Toda esta clase de relación fue un fracaso y por eso no podía culparlo de haberse enamorado de Ivy mientras yo estaba ocupada enamorándome de alguien que nunca se fijaría en mí.

—¿Estás molesta?

—No.—negué con la cabeza—. Pero sí sorprendida.

Al confesarme que tenía sentimientos por Ivy, no me afectó emocionalmente, pero sí que me sorprendió. Ivy, la coneja come lechugas, la enemiga de Eleanor.

—La escuché llorando en el cuarto del conserje y me acerqué y comenzó a explicarme que ningún chico estaba interesado en ella... —Damien me observó—, ni siquiera Douglas le daba la hora. Y la acompañé a casa y supongo que nos hicimos amigos y...

Damien estaba terminando conmigo, pero si me preguntaban a mí, eso apenas había empezado. No lo culpaba, nunca lo haría. Y él estaba siendo sincero conmigo, supuse que también tendría que decirle la verdad.

—Siento cosas... fuertes por Keegan, Damien.—apreté mis párpados—, Pero creo que tienes que saber que tú me gustaste desde hace mucho tiempo, pero... no pude evitarlo. Perdón.

Estaba avergonzada con solo mirarlo, él se encontraba parado en medio de mi habitación con una mirada comprensiva en su rostro. Damien caminó hacia mí y tomó mis manos, se acercó unos centímetros y besó mi mejilla.

—Te veo en la escuela.—retrocedió unos pasos hacia atrás y luego abandonó mi habitación.

Tres días, tres días en los cuales no volví a ver a Keegan. El fin de semana ayudó en eso, ya que no se cómo lo hubiera podido evitar en la escuela. Mi teléfono vibró en mi bolsillo trasero y sentí una tonta ilusión de que sería él.

Pero resultó ser Douglas.

Si no puedes estar feliz, al menos puedes estar ebria.

Rodé mis ojos y volví a guardar mi celular. No pensaba beber para olvidarme de nada, solo con caminar un rato tal vez lograría despejar mi mente. Bajé las escaleras salteando varios escalones y abrí la puerta. Mi espalda se congeló al ser recorrida por un escalofrío.

Y luego reaccioné y al querer cerrar la puerta, golpeé de lleno a Keegan en la nariz. Su hermosa nariz.

—¡Lo siento!—comencé a mover mis manos como loca. Él sostenía su nariz hacia atrás y su ceño fruncido me hacía notar el dolor que le había provocado. Eso es, Sam, si te gusta un chico hazle una rinoplastia.

—Esta bien, tal vez si sangra todo lo que tengo para decirte sea más dramático—dijo al mismo tiempo que retiraba sus manos de su nariz y me regalaba una sonrisa. Temblé, y no por que haya sangre en su rostro.

—No creo que sea necesario hablar.—retrocedí dispuesta a terminar la conversación en cualquier momento. Lamentablemente, Keegan avanzó hacia mí—. Solo fue una... estupidez, no me enamoré de ti, Keegan—traté de hablar como si no me importara y para darle más énfasis rodé mis ojos, pero en vez de eso, creo que solo quedé bizca por los nervios.

—¿Ni un poco?—preguntó acercándose. ¿Qué clase de cruel juego estaba jugando? Keegan sonreía de costado y miraba mis labios y luego a mis ojos.

—Ni un poco.—aseguré.

—Qué lástima.—chasqueó su lengua—. Yo he estado enamorado de ti desde los siete años y nunca me miraste, creo que estamos un poco disparejos, ¿alguna idea para empatar?

Fruncí mi entrecejo, no me gustaba esto. Era un juego, en definitiva lo era. Conocía el carácter de Keegan pero nunca me imagine que sería tan cruel para estar haciéndome algo como esto.

—Detente, Keegan.

—Un día me di cuenta que no podía seguir queriendo a alguien que estaba solo en mi cabeza y no en mi vida.—Él se aproximaba cada vez más cerca de mí y yo trataba de inclinar mi cuerpo lo más lejos posible. No había más espacio, entonces corrí mi mirada pero él agarró gentilmente mi barbilla y me obligó a mirarlo—. Entonces ideé un plan.

—¿De qué estás hablando?—exclamé confundida—. ¿Qué pasa con Claire?

—Ella es la hermana Ethan y mi amiga.

—¿Ya la conocías? ¿Son amigos?—Casi grité, no lo podía creer que él estaba diciendo todo eso—. ¿Y me mentiste? ¿Qué clase de persona eres, Keegan?

Él agachó su cabeza con pesar pero volvió a observarme, escrutó mi rostro hasta casi sentirme de alguna manera desnuda.

—¿La verdad?

—Sí.

—Me gustas. Mucho. Me haces feliz, me haces sonreír. Eres inteligente. Eres diferente. Eres torpe y tímida. Y tu sonrisa me hace el día.

Todas mis extremidades sufrieron un pequeño colapso. Mi corazón a punto de estallar en mi pecho y mi mente nublada no me dejaban pensar con claridad.

—Inventé lo de Claire por que... no me atrevía a hablarte de la nada y decirte si querías salir conmigo. Sé lo que la gente dice de mí y yo no sabía si tú pensabas igual que la mayoría. Quería que me conocieras antes de juzgarme y así poder tener una pequeña chance contigo, Sam. Sé que tal vez no se note, pero de verdad me pones nervioso, desde el día que usabas trenzas y listones rosas me haces sentir cosas.

Amaba cada vez más cada palabra que decía y mi respiración se hizo entrecortada.

—Keegan, yo no te hubiera juzgado...

Él elevó una ceja.

—Corriste hasta un callejón y me golpeaste con un sartén.—me recordó con una sonrisa bailando en sus labios—. Y ni siquiera cuando eramos niños me mirabas y mucho menos me hablabas.

Suspiré pesadamente. Keegan tenía razón, tal vez no haya tenido un buen criterio de él antes.

—Samantha...

—¿Sí?—volví a concentrarme en sus palabras, despejando mi mente.

—¿Puedo besarte?

Sí, por favor.

—Sí.—asentí. Nuestros alientos se entremezclaron cuando redujo a cinco centímetros nuestra distancia y rodeó con sus brazos mi cintura—. Pero solo cuando me invites a una cita de verdad.


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Hello, people. Lo sé, lo sé, anduve desaparecida. Pero les juro que no sé cómo cada fin de semana (días que actualizo) los tenía ocupado, al parecer si tengo vida social, kúl. Bueno, espero que les haya gustado el capítulo. Me parece taaan tierno que Keegan haya estado enamorado de Samantha desde niño y me da un poco de pena que ella nunca se haya dado cuenta. Quiero leer todas sus opiniones al respecto y qué esperan que se aproxima.. por cierto, ¿se acuerdan de Ivy? ¿La taraneja? Ya que salí de mi letargo, ahora actualizaré normalmente.

Pd: ¿de qué país me leen? ¿cómo me conocieron?

-Mitch.

Sonrisas AmargasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora