Capítulo 3: Odio Absoluto

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Azoté la puerta principal, ingresando a mi sala de estar. Mi madre se asomó por la puerta de la cocina y me interrogó con la mirada.

—¿Pasó algo, Sam?—Preguntó frunciendo el entrecejo mientras apartaba un mechón rubio de su cara.

Negué con mi cabeza e hice una mueca. No saludé a mi madre y subí las escaleras pesadamente. Podía escuchar las risitas de mis hermanos en la habitación del lado.

¡Estaba furiosa!

Maldito Keegan Wayne. Hasta hizo que pronunciara la palabra mierda, cosa que nunca hacía. ¡Nunca maldecía! Pero al parecer, yo no lo estaba transformando a él, él me estaba transformando a mí.

Ese maldito.

Media hora con él y ya perdí mis estribos, todos mis principios y mis creencias. ¡Olvídense del plan! Esa famosa Claire estará mejor sin ese idiota.

¿Ven por qué la gente como Keegan no se junta con personas como yo?

¡Sería un desastre! Y así resultó el paso uno.

Me ofrecí a ayudarlo. Nos encontramos para hablar sobre eso. Cuando me di cuenta, ya estábamos peleando, ¡y jamás he tenido un problema con alguien! Pero él, él...

A los quince minutos sacó un cigarrillo y me mandó a la mierda. Quise mi sartén nuevamente para terminar con ese malnacido. ¿Quién se creía que era?

No creo en el conflicto, no creo en el odio absoluto. Pero Keegan Wayne...

Me dio miedo de solo decirlo, de seguir esa oración, no pasaría al lado oscuro, él habría ganado. Me recosté en mi cama y traté de calmarme. Mis latidos eran rápidos, y mi pecho estaba agitado.

Nunca me enojaba, nun-ca.

¡Maldito Keegan Wayne! ¡Qué lo ayude su madre a conquistar a esa! ¡Yo no pensaba ofrecerle más mi ayuda! Mal agradecido...

Mi celular vibró y pensé que sería él, tratando de disculparse, pero como la ingenua que soy, me equivoqué.

Era Douglas.

Samy, sonaré como una chica, pero hay algo que te gustará saber.

Estaba en los vestuarios y escuché a Damien con sus amigos hablar. Y esta es la mejor parte (por favor, sostente y no te desmayes), él preguntó si conocían a una chica de ojos marrones y cabello rubio. ¡Pensé en ti! Por supuesto, también me imaginé que tal vez sea solo una coincidencia. Hasta que Damien dijo que la había visto en ciencias, sentada en tercera fila. ¡Eres tú! Damien Wood pregunta sobre ti. Espero que sigas leyendo este mensaje y no estés agonizando en el suelo.

Pd: normalmente este sería un mensaje enviado por Eleanor pero bueno, algún día tenía que ser mi turno de tener noticias importantes, ¿no?

Reí al ver su posdata. Pero mi mente rápidamente se nubló de ilusiones y me imaginé en una película. Allí estaba Damien, rescatándome de la fuerte lluvia. Envolviéndome con sus fuertes y firmes brazos. Y nos dábamos un tierno beso aunque apasionado. Mi pierna hizo pop. Todo era perfecto, él y yo juntos. Señora Wood, señora Samantha Wood. Me gustaba eso.

Suspiré volviendo a la realidad, cruel y horrenda realidad. Borré esas imágenes de mi cabeza. Sé lo que escribió Douglas pero tal vez sí era una coincidencia. ¿Esas cosas pasaban, verdad?

Cabello rubio, ojos marrones, tercera fila. ¿Podría ser Kendra también, no? ¿Cuáles eran las probabilidades de que Damien gustase de mí?

Él era perfecto en cualquier sentido, yo no tenía nada en especial.

***

Cerré la puerta de mi casillero. Y voltee a mirar a mis amigos.

—Creo que iremos a un restaurante.—Eleanor apoyó su dedo en su barbilla, pensativa. Se notó su emoción de salir con Neil, estaba feliz por ella. Sé que a Eleanor le gustaba, tal vez no tanto como mi obsesión con Damien, pero le gustaba—. ¡Oh! ¡Tal vez al cine!—Dio saltitos de emoción.

—¿Al cine? Esa es una pésima idea, no hablarse por dos horas seguidas, que aburrida forma de matar una salida con alguien.—Douglas rodó sus ojos disgustado. Él no parecía tan feliz de que Eleanor saldrá con Neil—. ¿Y un restaurante? Déjame decirte algo, eso sería dos horas en las que tendrás un trozo de espinaca entre los dientes y no te enterarás.

Eleanor miró estupefacta a Douglas. Se quedó parada en su lugar, estática. Su rostro reflejó preocupación a las palabras de mi mejoro amigo.

—Tranquila...—Di una mirada fulminadora a Douglas, quien se encogió de hombros, y abracé a Eleanor—, todo saldrá perfecto.

—O un total desastre.—Añadió el chico a mi lado. ¿Qué le pasaba? Se suponía que es nuestra mejor amiga, había que apoyarla, no desanimarla.

Al parecer, Douglas recapacitó, ya que exhaló y miró a Eleanor.

—Samy tiene razón.—Asintió de mala gana—. Todo saldrá perfecto.

Y así lo creía yo también. Eleanor y Neil serían perfectos juntos.

Mientras tanto, yo moriré sola con quinientas lechuzas, esperando que alguna tuviese mi carta de Hogwarts.

Pero Augustus dijo que el mundo no es una máquina de conceder deseos. Y yo le creía.

Damien nunca se acercó a hablarme, ni una vez. Supongo que al final, había sido una linda casualidad. Una cruel coincidencia. Y ni hablar de Keegan, ese chico no me dirigió la palabra desde ese día, nada. Absolutamente nada, ni siquiera un mensaje de texto.

Tal vez sea mejor así.

Sonrisas AmargasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora