—Lo siento mucho, mi amor.—Mi madre sobó por su nariz y un calor se instaló en mi pecho y mis ojos comenzaron a escocer.
—Tú serías la última que tuviese la culpa, mamá.—respondí envolviéndola con mis brazos, apretándola y refugiándome en ella.
Le había contado con detalle lo sucedido con la búsqueda de mi padre. Por supuesto, omití todos los detalles de Keegan que me hacían ruborizar involuntariamente. Al terminar mi relato mi madre simplemente rompió en llanto, ablandándome por completo. No iba a decir que la situación no me afectaba, hubiera deseado un padre en mi vida diaria que me quisiese. Pero el amor de otra persona no es algo que yo pudiese controlar. Y tener a alguien que no me quisiese y solo me hiciese daño en mi vida diaria, no me servía para nada. Lo único que tenía por hacer era abrazar y agradecer a mi madre. Ella era de verdad una heroína sin capa.
—Me siento tan mal por ese chico, Samantha.—Una lágrima se deshizo en el borde de su mandíbula para desaparecer en su cuello—. Si tan solo hubiese sabido, lo hubiera invitado a entrar ese día y le hubiera dado un refugio con ustedes.
—Adam está bien, mamá.—La tranquilicé agarrando sus manos—. Me dijo que ahora tiene a alguien que lo quiere y ya ha superado a David, le hizo mucho daño y no lo perdonó creo, pero lo superó. Lo cual es aun mejor.
Julia sonrió borrando una lágrima fugitiva y se enderezó, aclarando su garganta.
—Bueno, ahora cambiemos de tema.—elevó sus cejas y se acercó de manera confidencial—. ¿Qué me dices de este chico, Keegan?
—Mamá...—dije por lo bajo un poco avergonzada con una vaga sonrisa en los labios—, en realidad, él me invitó a una cita esta noche.
—No me digas.—Mi mamá arrugó sus labios con escepticismo pero luego asintió poniendo los ojos en blanco—. Bien, que te diviertas. Pero quiero que estés aquí para las diez, mañana tienes escuela.
—Eres genial.—sonreí y le di un beso en la mejilla para correr subiendo las escaleras. Tenía que prepararme antes de que Keegan llegara.
—Tan genial que mañana tengo doble turno, cuida de los demonios por favor.—pidió detrás de mí. Refunfuñé un poco pero acepté. ¿Qué otra opción tenía? Yo daría y haría todo por esa mujer.
—¿Y a dónde vamos?—pregunté tratando de calmar mi curiosidad y fallando estrepitosamente.
Keegan manejaba a mi lado con una sonrisa colgando de sus labios.
—Si no dejas de hacer tantas preguntas, voy a tenerte que callar de un modo.—respondió con tono prometedor—. Y lo mejor es para el final de la noche.
Mordí mi labio haciendo un gran esfuerzo para calmar mi acelerada respiración. Aparcamos cerca de la playa, había muy pocas luces tenues y estaba desierto. El viento soplaba y golpeaba contra mi ropa. Un escalofrío recorrió mi espalda. Sentí la mano tibia y suave de Keegan tomar la mía y el calor volvió en mí.
—No te asustes.—dijo.
—Contigo, nunca.
Descendimos hacia donde se encontraba la arena. Keegan extendió una manta que tenía debajo del brazo. Nos sentamos y pude oler un aroma increíble.
—¿Eso es....
—Comida hecha por Elva misma.—respondió inmediatamente asintiendo con sus comisuras alzadas —. No te lo dije todavía.
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Sonrisas Amargas
Teen FictionKeegan Wayne era el raro de la escuela. Una persona altamente desagradable y con una gran capacidad para fastidiar. Con un cigarrillo en su boca y un extenso vocabulario de malas palabras, digamos que no era el chico ideal para nadie. Y eso lo sabía...