Capítulo 37: Chocolate

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Pasó un día completo desde que Keegan bombardeó mi mundo con todas esas confesiones; desde entonces, no supe más de él. Y eso de verdad me estaba poniendo nerviosa. Debía admitir que no estaba totalmente a gusto de que él me haya mentido, pero luego todo venía a mi cabeza, y recobraba sentido.

—De acuerdo, necesito que me digas cuanto arroz necesito comprar para la boda.—dice Douglas y recibe una mirada fulminadora por parte de Eleanor.

—¿Tú no tendrías que estar entreteniéndote con pezones de hombres?—inquirió la castaña.

—¿Y tú no tendrías que estar cobrando en el baño?

Siguieron atacándose por mas de medio minuto, hasta que uno comentó algo gracioso y lanzaron unas fuertes carcajadas. Era lo usual; después volvieron a mí.

—No puedo creer lo de Damien con la taraneja, no me lo esperaba.—señaló Douglas mientras proseguía a tomar una de las galletas de Eleanor y esta golpeara su mano, haciéndolo retroceder.

Estaba totalmente de acuerdo con él, eso fue un verdadero shock. Pero después de todo, verlo feliz con alguien que de verdad parecía quererlo, me hacía sentir bien. Damien era un gran chico y él se merecía lo que yo no le pude corresponder.

—¿Eso es lo qué más te sorprende?—Eleano arrugó su frente y bufó—. Podemos detener al mundo un segundo, y fijarnos en que Samantha Jenkins por fin tiene un novio de verdad.

—¡Ey!—Exclamé y ellos me miraron con sus cejas arqueadas. Sentí el rubor en mis mejillas—. Bueno, tal vez...

—¿Tal vez? Sigo esperando que ese infeliz te invite a una cita como corresponde.—replicó mi amiga mientras daba un mordisco a su galleta con chispas de chocolate. Mi estómago comenzó a gruñir.

—Ya lo hará.—aseguré.

Pero no verlo en todo el día y no recibir ninguna llamada ya me estaba desesperando. Me decía a mí misma que todo estaba bien, solo tenía que dejar de estar ansiosa por un segundo. Pero al solo imaginar todas las sonrisas que Keegan me había dado, mis labios sufrían una corriente eléctrica.

—Como sea, ¿qué hará Julia hoy para cenar? ¿Habrá pastel?

—¿De qué hablas?—negué con confusión hacia Doug y él rodó inevitablemente los ojos.

—El amor te sienta estúpida, chica.—aseguró con cansancio—. Heterosexuales... pero como sea, estoy hablando de que hoy recordaremos el día en que Satanás pisó la tierra en forma de dos niños llamados Ashton y Charles.

Gemí de frustración, ¿cómo lo había olvidado? Hoy era el cumpleaños de mis hermanos. Ahora tendría que ir a comprarles un regalo. No tenía que olvidarme, lo anoté mentalmente cerca de cuarenta veces. Por que de no ser de esa manera, los enanos me torturarían los próximos dos meses.

—Vengan cerca de las siete.—Me encogí de hombros y me dirigí a Eleanor—. Tú puedes venir con Neil si quieres...

Al terminar de pronunciar ese nombre, mis ojos se movieron de forma automatizada a Douglas. Él no se veía afligido ni nada para el estilo. Es más, se veía con interés en la respuesta de Eleanor, con una mirada apacible en el rostro. Eso me levantó sospechas, la última vez que hablamos sobre el tema, a Douglas le gustaba Neil.

—¿En serio?—sonrió y el rostro de mi amiga se iluminó—. ¡Genial! Douglas también podría llevar a su amante secreto, ¿no crees?

¿Eh? ¿Qué estaba sucediendo aquí? Miré con duda a Eleanor pero ella se encontraba analizando a mi amigo. El rostro de Douglas se coloreó de un carmesí intenso y negó con su cabeza varias veces.

Sonrisas AmargasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora