—¿Y?—Posé el listón sobre mi cabello—. ¿Qué te parece?
Keegan arrugó su nariz, él creía que todo esto era estúpido. Traté de convencerlo de que estaba segura que a Claire le encantaría. Era un listón de cabello y color rosa, exactamente lo que ella adoraba:
—¿Alguna vez sonríes, Keegan? Hasta un muerto tiene más encanto que tú.—Él era un gran amargado.
—Bueno, ya sabes, solo puedo reírme cada tres siglos, es la maldición de Davy Jones.—Dijo con semblante serio mientras rebuscaba.
—Eso explica todo.—Susurré.
—¿Y este?—Keegan encontró otro listón del mismo color—. Este es el tono de rosa que ella suele usar.
Reí y Keegan me miró sin comprender. Él dijo «tono de rosa», hasta eso había notado. Cuál es—no sólo el color—sino el tono que le gustaba. Keegan era un romántico en un modo retorcido y rebuscado.
—¿Compraran listones?—Una pequeña voz preguntó.
Busqué la remitente de esas palabras y me encontré con una pequeña niña a mi lado. Ella vestía un vestido lila y tenía dos trenzas en su cabello castaño. Tenía unos impresionantes ojos verdes. Le sonreí dulcemente y asentí.
—¿Nos quieres ayudar?
—¡Sí!—La pequeña respondió. Se paro de puntillas para ver los cajones de la tienda, donde guardaban todos los listones que tenían—. ¿Les gusta el lila?
—En realidad buscábamos algo rosa.
—¡Rosa!—Exclamó la pequeña con un agudo chillido de felicidad—. Es muy lindo color, pero mi favorito es el lila.
—¿En serio?—Indagué a la vez que miraba su vestido de ese color, era muy tierna, debía de tener entre siete u ocho años—. ¿Tú mamá trabaja aquí?—Pregunté al recordar a la mujer que nos había atendido. La pequeña negó.
—Mi hermano me acompañó, mamá le dijo que tenía que comprar listones para la escuela, los perdí todos.—Se lamentó la pequeña.
—Oh... ¡pero mira!—Exclamé alzando un listón del montón—. ¡Combina con tu vestido!
La niña miro el listón como si fuese su dulce favorito. Lo tomó y lo admiró con sus ojos bien abiertos.
—¿Jenny?—Una voz masculina exclamó—. ¡Jennifer! Mamá te dijo que no te vaya de mi lad... ¿Sam?
Desde que comenzó a hablar lo observaba. Lo reconocí al instante. Damien era el hermano de la pequeña. Nunca creí de lleno en el destino pero esto no era nada. ¿Quién en el mundo se junta con alguien en una tienda de lana y listones? Solo se podía justificar con «es destinado a ser».
Y eso me gustaba.
—Sam, hola. Que casualid...—Su voz se cortó, desvío sus ojos y continuó con consternación—. ¿Keegan?
Damien nos miró confuso a los dos, se tomaba su tiempo en trasladar su mirada de un lado al otro. ¿Cómo le explicaría lo de Keegan? Pensaba no hacerlo, pero de igual manera, sería muy difícil de explicar. No solamente por qué estaba con Keegan, sino el hecho de que nos encontrábamos en una tienda de tejidos, lana y listones, yo junto al mismísimo Keegan Wayne.
—Hola, Damien.—Keegan frunció sus labios y dejó de mirar a Damien para seguir buscando entre los listones. Como siempre que le hablaba cuando se trataba de él, era cortante y frío.
—Hola...—Sus ojos nuevamente se clavaron en mí. Amaba esos ojos verde mar, eran muy profundos. Pedían alguna clase de explicación, de seguro no podía creer la situación.
—Hey, ¿cómo estás?—Traté de parecer casual. Damien esbozó una sonrisa un poco incómoda.
—Bien, traje a Jenny a comprar unos...—Su oración quedó sin terminar.
—Mira, Damy. Encontré el que quería.—Jenny tiraba de la chaqueta de su hermano buscando atención. Damien, quien al parecer se olvidó de su hermanita, la miró sin entender.
—Oh, es muy lindo, Jenny. Ve a comprarlo, ¿quieres? y quédate ahí.—Su hermano le dio un poco de dinero a la pequeña y ella salió corriendo de la felicidad—. Entonces... ¿se encontraron aquí por sorpresa, eh?
Vacilé un segundo y luego regalé una de mis sonrisas más tranquilas e impasible. Negué con mi cabeza y comencé a arrastrar mis palabras.
—En realidad... Keegan y yo somos amigos.—Mentí.
¿O no? No supe cómo todo esto sobre Claire influyó en nuestra relación. ¿Éramos amigos ahora? Sabía cosas que otros no, como sus verdaderos amigos. Yo sabía donde vivía en verdad y la razón por la cual tuvo que mudarse a ese lugar (aún cuando todavía no entramos en detalles profundos), pero tuvimos una conversación en el camino hacia aquí.
—Entonces... ¿simplemente te quedaras ahí?—Indagué refiriéndome al departamento.
Keegan alzó sus cejas y se encogió de hombros levemente.
—Ethan es mi mejor amigo, tiene veinte y la verdad creo que no le gusta vivir solo, únicamente cuando le digo que deje de traer a sus amigas a las tres de la mañana. Pero... sí, es el único lugar que tengo.
—Oh...—Murmuré y seguimos caminando en silencio. Lo miré de soslayo, él estaba impasible—, ¿no hablarás con tus padres?
Keegan resopló varias veces, hizo una mueca y negó repetidamente con la cabeza.
—Ya no hay nada de qué hablar, están furiosos conmigo.—Los ojos celeste de Keegan tomaron un brillo especial, intensificándolos—. Aunque extraño a Elva, ella me crió, ¿sabes? Ha trabajado para mi familia muchos años.
Asentí. No me atrevía a decir nada o dar mi opinión. No quería estropearlo. Keegan estaba hablándome, y no eran palabras sobre lo insoportable que soy, él me hablaba de verdad. Sobre él, cosas que nadie sabía. No quería que se arrepintiera de confesar tales cosas, por eso traté de ponerme en frecuencia con sus sentimientos; después de todo, muchas personas tienen problemas con su familia. De distintos niveles, por supuesto, pero eso no le resta importancia.
—Mi padre nos dejó.—Keegan me observó pero no pude identificar lo que pensaba. Solo había hablado de este tema con Douglas y mínimamente con Eleanor—. Se fue, nos dejó, a mí, mamá, Ashton y Charles pero ellos apenas saben cómo es él.
Keegan asintió y volvió su vista al frente, entendí que tal vez no se sentiría cómodo hablando de cosas tan profundas y sentimentales.
—No llegamos temprano a la fila cuando repartían buenos padres, ¿eh, Jenkins?—Farfulló con sarcasmo desenfadado y seguimos andando.
—No sabía que eran amigos.—Damien habló por lo bajo para que nadie escuchara. Él parecía muy consternado—. Pensé...pensé que esos rumores...
—No es que tengamos muchas cosas en común.—Me apresuré a decir. No quise dar una mala idea, de que era esa clase de persona y Damien creyera que se equivocó conmigo—. Para nada, pero... sí, somos amigos.
Damien asintió, procesando la idea. Dios, apiádate de mí.
N/A holitas :) Veo que tenemos nuevas lectoras, ¡hola a todas! Normalmente no escribo muchas notas, no tengo tanto que decir, pero gracias por leer ❤️. Déjenme sus opiniones, ¿les gusta? ¿Qué creen que pasará?
Mitch
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Sonrisas Amargas
Novela JuvenilKeegan Wayne era el raro de la escuela. Una persona altamente desagradable y con una gran capacidad para fastidiar. Con un cigarrillo en su boca y un extenso vocabulario de malas palabras, digamos que no era el chico ideal para nadie. Y eso lo sabía...