7 de enero 1805
El vizconde Cortwind a pesar de que su primera idea, había sido galopar hasta Londres para encontrarse con Elizabeth y recuperar la cordura, desvió su trayectoria hacia Bristol. Dado su estado de ánimo, era muy posible que acabara discutiendo con Elizabeth también, su enfrentamiento con Rose le había dejado un vacío que no tenía sentido para él. No era remordimiento, sabía combatir el remordimiento buscando razones que justificaran su modo de actuar. Era algo distinto. Un dolor mudo pero constante.
Apenas conocía a su esposa, era cierto que parecía una mujer dulce, pero había resultado toda una arpía, se excitó pensando en el fuego de los ojos de Rose durante la discusión, por supuesto que entendía el enfado, pero desde luego era una conducta que no podía tolerar, aunque no sabía que haría exactamente para no tolerarla, porque le gustaría ser capaz de controlar aquel fuego con besos y pasión.
Dejarla vivir su vida no era una opción, a pesar de lo que el mismo dijo, la echaba terriblemente de menos a pesar de que sólo habían pasado tres días desde que la dejo en la posada. Por supuesto que la tendría, pero no a la fuerza, así que tendría que convencerla de la conveniencia de llevarse bien. Era una mujer inteligente y era su esposa. Por la forma en que ella se estremecía en sus brazos podría seducirla.
Se dio cuenta que estaba buscando excusas para recuperar a Rose y que estaba evitando enfrentarse con Elizabeth. Temía que su amante se diera cuenta de lo mucho que le gustaba su esposa.
Se sintió terriblemente cansado al pensar en las explicaciones que tendría que darle a Elizabeth para justificar su afición por su esposa. Por otra parte, tendría que explicar a Rose, su relación con Elizabeth para que tratará de comprender que aún cuando el quisiera no podría dejarla. ¿Desde cuándo un hombre daba explicaciones a su esposa o a su amante?, pensó cansado de tanto buscar soluciones a sus problemas. Él pondría las normas y ellas tendrían que aceptarlas. Especialmente su esposa, si Elizabeth se oponía le daría la excusa perfecta para romper la relación. No es que él quisiera rompe, se dijo a si mismo, pero en el fondo la posibilidad de romper su relación con su amante, le produjo una intima satisfacción, pero no quiso pensar en eso.
Ellas tendrían que aceptar lo que les diese. Elizabeth le quería, pues le tendría, pero sin reclamos, se lo dejaría bien claro. Rose si deseaba lucir el título de vizcondesa tendría que aceptarlo en la cama, o no disfrutaría ni de ese, ni del de condesa, aunque tuviera que desterrarla a Fowey.
Cuando finalmente llego a Bristol, estaba seguro de haber encontrado la solución a sus problemas, y pudo centrarse por fin en lo que le había llevado hasta allí. Era el día siete de enero, desde el principio supo que no llegaría a tiempo para observar a Lord Stirling en acción, pero era especialista en recoger información, así que la detención del espía francés seguramente no pasó desapercibida. Es posible que muchos no supieran que habían presenciado en realidad, pero él, podría adivinarlo si encontrase a alguno de esos testigos.
La posada donde se alojaba era de las mejores del lugar. Allí se alojaban comerciantes que acompañaban su mercancía hasta el puerto, oficiales de alta graduación a punto de embarcar hacia el continente, y algunos otros huéspedes que parecían esperar un barco para irse o para recibir a sus familiares y amigos.
En cuanto esgrimía su título y su porte aristocrático le hacían sitio en las mesas, su presencia era requerida por todos, después de dos días, tuvo suerte.
Estaba cenando con el Comandante Jefferson y varios de sus oficiales, entonces vieron entrar a un hombre de aspecto siniestro. Parecía un gigante, vestía totalmente de negro, se sentó en una mesa junto a la pared del fondo de la posada, y con la espalda pegada a la pared empezó a observar a todo el mundo.
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Redhouse- Saga Los Horton 1
Historical FictionEdmund concerta un matrimonio de conveniencia con la hermana de su amigo Virgil con objeto de tener un heredero para el título. Pero no podía ni imaginarse de que su novia podía ser tan bella, y cuando sellan su matrimonio con un beso se percata de...