El Duque de Betwich vestía unos pantalones de lana descoloridos, y unas botas de gamuza con suela de piel, llevaba el torso al aire. El sudor le caía por el pecho y la espalda mientras cortaba la leña en pequeños trozos, que se iban apilando al lado izquierdo del tocón.
Su rostro estaba contraído por el esfuerzo. Sus ojos estaban mirando sin ver, sus movimientos eran mecánicos. Su pensamiento estaba en otra parte por eso se sobresalto cuando escucho la voz de Virgil Redclive a su espalda.
─ Su padre me ha pedido que venga a decirle que ya esta lista la comida.
─ Dígale a mi padre, que cuando quiera comer, lo haré.
─ No quisiera que se molestase conmigo, Sr. Grant. ─ dijo Virgil disimulando el terror que le inspiraba el gigante. ─ El guisado de liebre esta recién hecho, al igual que él pan.
El Duque, Sr. Grant en ese momento, miró a Redclive en sus ojos apareció una sombra que hizo que Virgil se estremeciera.
─ Vayamos entonces a comer. ─ se limpio con la camisa el sudor y se la metió sobre la cabeza, Virgil no pudo evitar sentir un estremecimiento.
Desde que le habían secuestrado a la salida del despacho de Lord Stirling, estaba aterrado, él no era un hombre de acción sino de ciencia. Había hecho caso a su padre quien deseaba colocar a sus hijos en los mejores puestos de la sociedad. Lo había conseguido con Rose, pero con él había fracasado, no sólo se había dejado atrapar, sino que odiaba el trabajo que hacia, no le gustaba la guerra, ni las conspiraciones, ni la corrupción que atraía a los tiburones que llegaban al olor de sangre.
Tendría que resistir la tortura si es que llegaba. Porque parecía más un invitado que un rehén, aquello le producía un desequilibrio mental, pues no sabía si tenía que tratar de escapar, o matarse antes de que empezara la tortura y terminara descubriendo a su hermana, o simplemente esperar que trataran de canjearlo por otro agente francés. Esta era la posibilidad que más pesaba, ya que llevaba dos días secuestrado y no le habían dicho ni hecho nada.
Cuando entraron en la casa, un hombre mayor muy parecido al Sr. Grant, Betwich, estaba sirviendo la mesa, Virgil fue el último en sentarse.
─ Sr. Redclive.─ dijo el hombre de mayor edad. ─ Necesitábamos de sus servicios por varias razones, pero la fundamental es porque tenemos el convencimiento de que usted será capaz de decodificar esto.
Betwich observo como su padre entregaba un pergamino amarillento por el tiempo al joven Redclive. Este asintió con la cabeza.
─ Esto no tiene que ver con la guerra, ¿Verdad? Es un código antiguo, era uno de los que solía utilizar mi padre en sus tiempos. No creo que tarde demasiado en descifrarlo si es lo que quieren.
─ Es lo que queremos.- dijo el anciano. Durante toda la noche, el joven Redclive estuvo haciendo su trabajo, lo que mejor se le daba, sobre todo cuando no había muertos ni guerras de por medio. Se quedo sorprendido cuando completo el texto.
─ ¿Podemos confiar en que si le dejamos con vida, olvidará el trabajo que acaba de realizar?. Como habrá comprobado no tiene nada que ver con la guerra, es un asunto familiar.
─ Pueden contar con ello. Les doy mi palabra.
─ Por el tipo de código, ¿podría saber quien ha sido el que lo podría estar utilizando?.─ preguntó el duque.
─ Es un código bastante simple, se parece a uno.. ─ Virgil se cayo de repente al comprender lo que estaba a punto de decir.
─ Ha descifrado el contenido del mensaje, es algo familiar, si mato por mi país, imagínese que puedo hacer por mi madre.
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Redhouse- Saga Los Horton 1
Historical FictionEdmund concerta un matrimonio de conveniencia con la hermana de su amigo Virgil con objeto de tener un heredero para el título. Pero no podía ni imaginarse de que su novia podía ser tan bella, y cuando sellan su matrimonio con un beso se percata de...