Capitulo 35

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Las noticias de Fowey llegaron a Londres el día 12 de julio de 1805, Lord Stirling y el conde de Carrick se reunieron con el primer ministro apenas media hora después de haber decodificado los mensajes, a pesar de que Rose no había seguido el consejo de su marido, las miradas de los jefes de la redes parecían sentir el "ya te lo dije" como un reproche silencioso.

Rápidamente las órdenes fueron impartidas, el "Tempos" el barco más veloz de la armada británica tendría que ir en busca de los barcos que se dirigían a la Martinica para ordenar su regreso al mar Cantábrico. Varios emisarios salieron hacia el norte de España y Gibraltar para transmitir las nuevas órdenes al resto de la flota.

Las actividades del alto almirantazgo, como una reacción en cadena, movilizaron a los agentes franceses en su afán por advertir a Francia de los planes británicos, la red silenciosa de Carrick actuó en suelo británico, mientras la de Stirling empezó a moverse a lo largo del continente, alertando a los altos cargos de los regimientos que permanecían en el continente.

El capitán Garding había ocupado su cargo como ayudante del almirante Walter. Se encontraba en cubierta observando las gaviotas que indicaban que la Martinica estaba a pocos días de distancia, el vigía avistó un barco francés que emprendía el regreso de vuelta a casa y dio la alarma.

En el camarote del almirante Walter, sus oficiales trataban de decidir entre dirigirse a la Martinica o perseguir al barco francés y proceder al ataque del mismo.

─ Las órdenes son claras.─ dijo el capitán.─ Debemos proteger y custodiar la Martinica.

─ No podemos dejar marchar el barco francés.─ comentó el teniente Swan.─ Independientemente de las órdenes estamos en guerra con Francia, debemos atacar.

El capitán se encontró solo en su tesis, la conversación entre los oficiales se fue calentando ante el empecinamiento del capitán, el almirante tuvo que intervenir cuando como uno solo, los oficiales insinuaron la cobardía del capitán.

─ Seguiremos al barco francés, y si la mar es propicia atacaremos. Si los vientos nos separan del objetivo, daremos la vuelta para cumplir las órdenes.

El malestar se había instalado entre los oficiales, y el capitán no estaba nada contento con las insinuaciones del resto de sus camaradas. Durante dos días los vientos fueron propicios para ambos barcos, y poco a poco, las distancias se fueron reduciendo aunque no lo suficiente para entrar en acción.

Cada día la tensión parecía crepitar en torno a los hombres, no sólo los oficiales parecían mantener una guerra soterrada, también los marineros aprovecharon estas diferencias entre los mandos para obtener ventajas, que se traducían en el descuido de sus propias tareas.

El almirante Walter veía el resultado de aquella tensión, pero no terminaba de adivinar cuál era la verdadera causa, no siempre sus oficiales se habían mostrado de acuerdo en las decisiones que finalmente se adoptaban, pero ver que las disputas alcanzaban a los marineros, le llevó a reunir de nuevo a los oficiales de su fragata.

─ Una indisciplina más por parte de alguien de la marinería, y procederé al arresto inmediato del oficial al mando. Una pelea más entre sus subalternos y serán castigados de manera ejemplar.

¿He sido suficientemente claro, señores?

Todos asintieron, pero para su desconcierto, lo que pretendía ser una amonestación había incrementado la tensión y la desconfianza. Al día siguiente una vela de la mayor se soltó haciéndoles perder el viento durante más de una hora, lo que propició una considerable ventaja para el enemigo.

Aquella misma tarde, cuando prácticamente estaban a punto de dar la vuelta de regreso a la Martinica les abordó el capitán del "Tempos", le entregó las órdenes del Alto almirantazgo, que se leyeron frente a todos los oficiales.

Nadie advirtió la palidez extrema del capitán cuando se disculpó para transmitir las órdenes sobre el rumbo a su segundo.

El barco francés desapareció en el horizonte aprovechando la ventaja, el día 20 de julio había conseguido acercarse a la costa española, el mal tiempo no le permitió acercarse a tierra . Cuando el temporal remitió, emprendió de nuevo su camino para encontrarse con el resto de las fragatas, fue rodeado por barcos enemigos que no tardaron en atacar. A pesar de la distancia, a tiro de cañón que los barcos mantenían entre sí, el barco francés consiguió hacer blanco dos veces, mientras los británicos sólo habían conseguido quebrar su palo mayor. Cabalgando sobre la mar en calma chicha se fueron acercando mas fragatas, francesas e inglesas, el cielo y el mar se llenaron de humo y pólvora.

Danzando un extraño baile las fragatas se acercaban y alejaban al ritmo de los cañones, parecían haber llegado a un punto muerto, donde la mayoría de las naves ardían por alguna parte, y como desarrapadas sin futuro, se acercaban tratando de abordarse, con la desesperación y dolor pintada en la cara de los combatientes.

El almirante Walter fue herido y retirado del puente de mando, el capitán asumió el mando, retirando la fragata del combate y llevándola hasta las costas españolas, entre el caos, el humo del fuego y el humo de los cañones no fue difícil pasar inadvertida, lo difícil fue no encontrarse alguno de aquellos disparos que se lanzaban al azar.

El día 22 de julio frente a las costas de Finisterre, la flota francesa amaneció destruida, la batalla había resultado dura, y la armada británica no parecía capaz de afrontar una nueva escaramuza, pero varias fragatas provenientes de Gibraltar terminaron de sellar el destino de los franceses, y de sus planes de invadir Inglaterra.

Dos semanas tardó Peter en conseguir la información que hubiera podido evitar la batalla y la matanza. Pero por fin habían cazado a uno de los hombres de Perseo. Pero el Capitán Garding había sido apuñalado y arrojado al mar, antes de que el barco en el que viajaba llegará a puerto.

Redhouse- Saga Los Horton 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora