Aptonhouse. Abril 1805.
Lord Peter Horton, y su compañero, rodearon la mansión en apenas unos minutos, y volvieron a reunirse con el resto del grupo, ─Hay dos hombres en la planta baja.─ dijo Peter.─ ni rastro de las mujeres ─ Ackinson viene conmigo por la puerta de servicio. Vosotros dos por la puerta principal dijo señalando a su primo y su compañero. ─Vosotros dos os quedáis aquí vigilando a este.─ dijo Edmund y señaló al hombre maniatado.
─Yo te acompaño.─ dijo Lord Orgins.─ Y no sólo porque sea el magistrado.
─Entonces ve con Peter.
Todos comprobaron que sus pistolas estaban cargadas, y después emprendieron a la carrera el camino hacia la casa.
Cuando entraron por la puerta de servicio, se toparon con una mujer que llevaba una bandeja con una jarra de agua, Ackinson apuntó directamente a la nariz de la mujer mientras se llevaba un dedo a los labios, indicándole que guardara silencio.
La bandeja empezó a temblar en sus manos, Ackinson se la quitó para ponerla encima de la gran mesa de la cocina. La mujer estaba aterrorizada.
─Soy el vizconde de Cortwind. ¿Dónde está mi esposa?─ preguntó en un susurro.
─En la primera planta, milord, la segunda puerta a la derecha. Tengan cuidado, se ha vuelto loco.
Edmund y Ackinson subieron por las escaleras de servicio, fueron directamente hacia la habitación que les había indicado la mujer, durante unos pocos segundos estuvieron escuchando, no se oía ningún ruido, Edmund abrió despacio la puerta y con el arma preparada fue recorriendo la habitación. Entonces vio la cama abierta y manchada de sangre, el corazón se le paro, entro de golpe.
─ ¿Rose?
─¿Edmund?
Vio a su mujer sentada frente a la ventana, se levantó y corrió hacia él. El la abrazó fuertemente, hasta que recordó la sangre, la separó para mirarla a la cara.
─¿Estás bien?, ¿Te ha tocado de alguna manera?
Ackinson que también había visto la sangre, salió de la habitación, estaba furioso, la palidez de la mujer y la sangre le habían conmovido hasta el corazón. No entendía como el vizconde podía ser capaz de mantener la calma. Tampoco Edmund entendía porque no estaba aullando como un loco de rabia, pero tenía que calmar a Rose.
─Estoy bien. Pensaba que no vendrías...
─ dijo ella llorando aferrándose a él.
Durante el tiempo que no había estado dormida, había perdido la esperanza no sólo de ser rescatada, sino de volver a ver al hombre que amaba. Antes de que los hombres de Mortimer la secuestraran, ella ya sospechaba que su marido la había devuelto a Oxford para retomar su relación con Elizabeth, y cuando Mortimer se lo confirmó, perdió la esperanza.
Estaba como entumecida por todo lo que había pasado. Al ver entrar a su marido por la puerta de la habitación, fue como si se abriera una compuerta, y sus sentimientos se desbordaron. Se abrazó a su cintura con todas sus fuerzas, el suspiró de alivio y la besó el pelo, mientras la acariciaba la espalda. Cuando Rose parecía haberse calmado, él la separo a la distancia de un brazo.
─ ¿Te ha hecho daño de alguna manera?─ al hacer la pregunta el no pudo evitar que sus ojos se dirigieran a la cama. A la mancha de sangre.
─No, no, estoy bien. ¿Podemos irnos a casa por favor?. No soporto estar aquí. Edmund le entregó una pistola.
─ Pronto nos iremos, Ahora cierra la puerta, y no abras a nadie. ¿De acuerdo?
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Redhouse- Saga Los Horton 1
Ficțiune istoricăEdmund concerta un matrimonio de conveniencia con la hermana de su amigo Virgil con objeto de tener un heredero para el título. Pero no podía ni imaginarse de que su novia podía ser tan bella, y cuando sellan su matrimonio con un beso se percata de...