Capitulo 22

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Londres. Abril de 1805

Mientras en el norte se disponían a liberar a Lady Rose, en una casa abandonada de las afueras de Londres se encontraban reunidas las mismas personas que en el baile de mascaras de las cortesanas. Celina y Charles eran los únicos que tenían el rostro al descubierto, como en aquella ocasión el resto de los asistentes llevaban mascaras.

─ El mes que viene se prepara una ofensiva importante.─ dijo el hombre regordete cuyo alias era Prometeo.─ Para ese entonces tenemos que tener el código. Necesitaremos también el número total de buques de guerra y sus posiciones.

─Me temo que no hemos avanzado mucho con el código.─ dijo el gigante, que seguía vistiendo de negro, y como la vez anterior se cubría con una máscara de porcelana completa.─ Y en este momento el codificador no está en condiciones de trabajar en una temporada, así que habrá que intentar conseguirlo de otra manera.

─¿De qué manera?─ preguntó Prometeo.

─Robando los libros de claves. Antes de perder el segundo meñique de sus pies, y el conocimiento, conseguimos que nos diera el nombre de dos personas que tienen un libro de claves.

─¿Quiénes son esas personas?─ preguntó Celina nerviosa por los largos silencios del hombre de negro. Podría parecer que tratará de disimular la voz, y modulara las palabras para este fin. ─El conde de Ocam y Lord Stirling.

─ ¿El marido de tu nueva querida?─ preguntó el militar a Charles.

─No dudo que el lord del almirantazgo tenga el código, pero conozco a Ocam. El no estaría metido en algo así.─ aseguró Charles.─ Sólo le preocupa la caza, quien aseguré que él tiene algo que ver con este tipo de asuntos, no conoce al pobre hombre.

Notó la desconfianza en la mirada de los demás, incluso Celina parecía sorprendida de que el indolente y aburrido Lord Charles Horton se hubiera tomado la molestia de defender al hombre al que estaba haciendo un cornudo de manera pública.

─Es mi opinión.─ dijo recuperando su gesto hastiado.─ Si es que cuenta para algo.

─ Limítate a follar.─ dijo el militar que sentía verdadera inquina por Lord charles y no se molestaba en disimular.─ Deja que nosotros nos ocupemos de pensar.

Si el insulto afectó a Charles, no lo pareció en absoluto. Con gesto aburrido se limitó a coger su sombrero y su bastón.

─ De pequeño me enseñaron que hay que obedecer al más listo. Así voy a ver si follo algo, mientras ustedes piensan en como ganar su guerra.

Celina no pudo evitar que los celos asomaran a su rostro, se encaró con el militar.

─Al menos sirve para algo. ¿De qué has servido tú?. No soy quien para desconfiar de ti, pero hasta ahora la información que das, no sirve para gran cosa.

─Estoy proporcionando información útil que una puta no podría entender.─ ignoro a Celina, pero se justificó con el resto de los asistentes─ No solo os advertí de las maniobras inglesas para coaccionar a España para que esta declare la guerra a Francia, sino también de las conversaciones entre Inglaterra y Rusia. Pronto habrá una alianza por ese lado. ¿Qué hace Francia con esa información?, no lo sé, pero podría hacer mucho. Tanto en Rusia como en España hay un gran número de librepensadores que ven en las ideas de Napoleón una sociedad diferente. Una sociedad donde los hombres puedan llegar a lo más alto, sin importar su origen ni condición.

Parecía tan convencido de lo que decía, que se hizo el silencio a su alrededor,fue Prometeo quien lo rompió.

─Excelente.─ dijo.─ Sin embargo ninguno de nosotros está en condiciones de decirle a Napoleón, como debe manejar la información que le entregamos. Nosotros somos peones en su tablero, debemos cumplir órdenes, no interpretarlas. Debemos conseguir lo que nos piden. Ahora lo que tenemos que pensar es como conseguirlo.

El gigante de negro se levantó, y se dirigió a la puerta, pero antes se volvió, todos pudieron sentir su mirada a pesar de que esta estaba oculta tras la máscara. ─Yo debo encontrar a Redhouse. Ustedes consigan el libro de claves. Si dentro de dos semanas no han logrado nada, habrá que disolver el grupo.

Todos entendieron lo que significaba aquello. Sólo había una forma de desmantelar el grupo, con la muerte de sus miembros. La amenaza sobrevoló sobre ellos durante bastante tiempo después de que el gigante se marchara. Parecían reacios a abandonar la casa.

Prometeo se encaminó a la puerta, pero no se marchó, se limito a mirar fuera, cuando comprobó que no había rastro de los dos hombres se quitó la máscara, lo mismo hicieron el militar y el hombre que tanto en una como en otra reunión había permanecido en silencio.

─Maldito Blanche.─ dijo Prometeo.─ Es capaz de asesinar a su madre para conseguir el favor de Napoleón.

─¿Conoce el hombre de Blanche, nuestras identidades?─ preguntó el caballero que había permanecido en silencio hasta ese momento. Su aspecto y su forma de expresarse indicaban claramente que pertenecía a la aristocracia inglesa.

─Por supuesto que no.

─ Lo imaginaba.─ contestó lacónico. El militar sacó su arma y disparo al hombre regordete, el grito de Celina fue acallado con una bofetada del aristócrata.

─ Sal fuera.─ ordenó el aristócrata al militar.

─ Yo también quiero probarla, saber si es verdad todo lo que dicen de ella, o es tan solo una mujer más que se da importancia cuando tiene quien la proteja.

─ Después. Ahora tengo que hablar con ella.

El militar obedeció. Celina le miraba con rabia.

─ Tenías una buena razón para continuar con vida, pero decidiste vender mis secretos.

─ Me robaron los pergaminos. Pero no los entenderán, están codificados. Por eso no debes preocuparte, estas a salvo. No tienes que hacer esto, todavía puedo ser util.

─ Sólo has sido útil para dos cosas. Involucrar a Charles y follar. Ya has involucrado al nieto del Duque, ahora vas a tener ocasión de vender tu cuerpo a cambio de tu vida. Procura esforzarte.

El aristócrata volvió a ponerse la máscara, salió de la cabaña y se dirigió al militar.

─ Es toda tuya.

Cuando Celina vio entrar al hombre, supo que nada de lo que hiciera iba a salvar su vida. En los ojos del hombre había demasiado resentimiento para ser engatusado con placeres exquisitos, aun así le sonrió de manera seductora.

─ Te voy a enseñar como folla un hombre de verdad.

Antes de que pudiera reaccionar, él la había tirado al suelo y empezó a golpearla, cuando empezó a sangrar, la penetró de manera brutal, durante el proceso lamía la sangre de su rostro, cuando estaba a punto de culminar su placer, la fue estrangulando, cuando acabó, estaba dentro del cadáver de Celina.

Redhouse- Saga Los Horton 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora