Capítulo 11

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La mañana siguiente me despierto por ciertas caricias en mi cuerpo, abro los ojos lentamente observando los profundos ojos azules de mi marido.

―Buenos días ―hablo adormitada, sé que algo ha cambiado en él o quizá es solo mi imaginación.

―Buen día o buenas tardes, esposa. Es hora de levantarse el vuelo sale dentro de tres horas así que vamos chica, despierta ―rápidamente busco la manta que en su mayoría está debajo de mis caderas dejando mis pechos al aire, me tapo con ella hasta la cabeza.

―Tengo sueño, dile al piloto que atrase nuestro vuelo ―digo de bajo de la manta que él logra destapar.

―Cada vez que se atrasa un vuelo estamos perdiendo más de cien mil dólares en gastos chica ―rico y tacaño, pero piensa bien yo tampoco haría eso ni por ser accionista de esa aerolínea.

―¿Qué pasa? ¿Me apesta la boca? ―digo cuando mira mi boca fijamente, jamás he tenido ese problema pero uno nunca sabe.

―Ríe con una carcajada muy contagiosa por lo que rio ―no es eso, es que tus labios están tan hinchados que son muy tentadores para mis ojos, si tú supieras el color exacto que tiene ahorita ―antes de que diga algo más me besa sin ningún tapujo a la vez que me vuelve a quitar las mantas y amasar mis pechos, llevándome de nuevo al climax en una nueva sesión de sexo.

Más tarde en el aeropuerto privado de mi familia cada uno atiende sus asuntos, esa pared de hielo se ha vuelto a construir entre ambos, porque aunque en la cama nos entendamos afuera tenemos desacuerdos.

―¿Señor partimos ya? ―Billy, el piloto, le pregunta a mi marido por lo que me molesta mucho

―Yo soy la que doy las ordenes aquí Bill ―interrumpo a Donaban antes que conteste― ¿De acuerdo?

―Si señorita ―me habla asustado por su error y por mi tono de voz.

―Puedes partir ―él se despide cordialmente por lo que vuelvo a poner mi mirada en mi computador.

―¿Por qué me tuviste que rebajar así? ―después de un rato Donaban habla enfadado, quito la vista de mis asunto por lo que también quito mis lentes y froto mis ojos para observarlo.

―¿Dañe tu ego? Porque en realidad no me importaría si lo hice, la que da aquí las órdenes soy yo no tú que quede claro eso, querido ―estaba apunto de decir algo pero mi teléfono empezó a sonar insistentemente, aun no despegábamos por lo que hice una seña de silencio a Donaban para poder contestar.

―Jaén al habla ―por un momento nadie habla hasta que una voz conocida me saca de mi duda.

―Felicidades amore mio, supe que te casaste en hora buena lástima que no fui invitado

―Luciano, cuanto tiempo amigo mío, perdón pero si envié una invitación a tu esposa ―el padre de Luciano era uno de los mayores accionistas de nuestra empresa y mejor amigo de mi padre por lo que cuando íbamos a Florencia siempre era una felicidad reencontrarnos.

―Creo que le enviaste a alguien equivocada, yo ya no estoy con Roberta, pero esa es una cosa que hablaremos en persona cuando vengas aquí.

―Espero ir muy pronto.

―Ningún ni un pronto, es ahora mi padre quiere hablar contigo, él sabe que tú y tu marido tomaran la empresa así que quiere cobrarte unos favores ―me imagino que clase de favores quiere, por lo que no dudo en aceptar.

―Está bien dile a Fabricio que estaré en unas horas espero que haya mucha seguridad

―La tendrás ―cuelga.

―Cambio de planes, haremos una pequeña escala en Florencia. ―Donaban no dice nada por lo que hablo al piloto y dar sus respectivas órdenes

•••

En el aeropuerto somos recibidos por agentes de seguridad enviados por Fabricio, en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos en la mansión Rossetti, su ama de llaves nos lleva hasta el despacho principal donde el jefe de la familia nos espera

―Gracias por aceptar mi llamado rápido, prometo que se los recompensare dejándoles a su disposición mi villa ―Dice Fabricio, un hombre de sesenta y tres años con un excelente físico que aparentaba menos edad.

―No será necesario, después de esta reunión regresamos al avión a nuestro destino ―digo con mucha cautela―, talvez otro día puedas prestárnosla.

―Aceptare tu rechazo solo por esta ocasión, perdona por no haber llegado a tu boda pero no puedo dejar mucho el país ―Su miedo a dejar Italia es debido a su perfil criminal como mafioso.

―Te perdono, padrino ―Si, es mi padrino, un mafioso es mi padrino―. Dime que es lo que te preocupa ―Donaban que se encuentra a mi lado, se mira atento a lo que el dirá.

―Tu sabes que yo trafico armas no ese polvo blanco con el que trabajan actualmente, antes el mafioso se daba a respetar ahora cualquier inútil es mafioso por eso es que quiero que mi hijo Luciano no termine adicto a esa mierda blanca, se de muy buena fuente que él quiere empezar a traficar marihuana no soy quien para decirle que no lo haga así que...

―No pienso ayudarle con eso, si es que quieres que yo ayude a tu hijo a pasar esa mierda sin problemas de federales, ya mucho te ayudo mi abuelo a pasar las armas a América ―interrumpo algo molesta.

―Mi padre también los ayudo, sin nosotros no hubieran tenido el éxito que ahora tienen internacionalmente, nos lo deben así que más vale a que no se nieguen a lo que a continuación pediremos ―me amenaza sin ninguna vergüenza― por eso quiero que me escuches hasta el final, ¿de acuerdo?

―Habla ―mi marido observa callado nuestra discusión

―No dejare que Luciano trafique porque sé que la probara así que quiero que le mientas, yo le he prometido que en el próximo cargamento de armas que les mandemos al nombre de su empresa meteremos algunos paquetes en una sola caja, quiero que esa caja sea confiscada al solo llegar por lo que le harán saber que un soplón del otro bando fue quien le dijo a los federales.

―Tu hijo no es tonto, lo sabrá y después querrá hundirnos, no solamente a nosotros también a ti, él es un Rossetti

―De eso no te preocupes, yo me encargare ¿aceptas? ―me estira su mano para que la estreche

―acepto ―le doy la mía, después Donaban le alza la suya.

―ahora pueden marcharse a disfrutar su luna de miel

Ya de nuevo en nuestro avión privado de camino a Marruecos, me encuentro sentada viendo a través de la ventanilla derecha, mi marido se encuentra en la izquierda con un vaso de Wiski

―Creo que es una mala idea ―habla después de unas horas― el hace tres meses le dijo a tu padre que quería explorar otros mercados.

―Yo también creo que es una mala idea, sé que piensa que caeré en su mentira pero papa ya me había comentado sobre esa reunión antes, ―me levanto del asiento hacia el mini bar― pediré que alguien profesional se haga cargo sobre este asunto sin que él lo sepa, no pienso que por culpa de él caigamos en la ruina, el acuerdo era no droga, pero creo que la piensa romper y no lo permitiré ―Donaban me agarra de la cintura, no sé en qué momento se ha parada de su asiento.

―Me tendrás aquí para apoyarte siempre ―sus labios se encuentran en mi cuello y sus manos sobre mi cuerpo

―Más te vale, ahora disfrutemos de nuestro viaje ―me doy la vuelta y esta vez ambos nos fundimos en un simple beso, porque eso es lo que es: un simple y apasionado beso.

Gracias por leer, quiero contarles que en mi archivo de Word, este libro ya lleva cincuenta páginas y estamos a punto de llegar las mil lecturas, también quiero comentarles que regresare a mi blog de Amino, besos a todas/os


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