Capítulo 19

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Capítulo 19

Pasaron dos semanas desde que le dije sobre mi embarazo por lo que cumplimos nuestra promesa de llamarnos cada noche, mi doctor envió los resultados esa misma semana y apenas tenía tres semanas de embarazo, a la tercera semana de estar en Italia deje de recibir los llamados constantes de Donaban, mi intuición me decía que algo no andaba bien; la cuarta semana de mi estadía no recibí ni una llamada y estaba cumpliendo un mes con una semana de embarazo.

Mi estadía era muy tranquila, Fabricio se llegó a enterar sobre mi estado de salud y se aseguró que yo no fuera al campo de batalla, En cambio de eso yo me aseguraba de realizar mandatos en un sector del país que ellos me habían cedido, ese grupo al principio no era muy fructífero y ellos pensaron que no lograría levantar la demanda de armas ilegales.

Había echo cosas malas en el pasado pero nunca había hecho nada ilegal y algo que en verdad me hiciera sentir mal, sabía que algunas armas se ocupaban para hacer el "bien" pero nada es para el "bien", una arma siempre llama a la violencia pero era algo de lo que no podía hacer nada contra ello sino toda mi familia acabaría muy mal.

Conmigo a cargo la demanda de estas armas iba en aumento; si lograba aumentar el sesenta por ciento de las ganancias en dos meses, lograría sacar a las empresas de mi familia de toda situación que dañara su reputación, además de ya no hacer trabajo ilegales para ellos, solo únicamente cuando ellos necesitaran un favor de vida o muerte y que no involucrara nada de ese polvo blanco que dañara a la sociedad.

No nos podíamos desligar del todo de este mundo oscuro y malo, por la simple situación de que este mundo oscuro ayudo a salir a mi familia de una extrema pobreza hace muchos años y mi familia les debía tanto aunque ellos también, Fabricio decía que nosotros ya éramos familia, no de sangre pero si de corazón. Aunque ya sabemos que una simple traición todo vínculo del corazón familiar se acaba terminando en tragedia.

Ryan cuidaba mucho de mí, inclusive más que mi marido. Siempre estaba al pendiente de que comiera bien, me hacía masajes en la espalda para relajarme y que no me estresara según él, andaba pendiente de mi seguridad ya que habíamos recibido muchas amenazas de sectores rivales y estaba pendiente de cada una de mis escenas dramáticas con el vómito, náuseas y mis dolores premenstruales.

Después del trabajo me llevaba a dar una vuelta por la ciudad e íbamos a conocer restaurantes nuevos, restaurantes que a veces que daban demasiado ocultos entre los callejones de Florencia, siempre terminaba demasiado cansada aunque últimamente mi sueño había aumentado.

―¡Ry! ¿Dónde me llevaras hoy? ―dije al escuchar como la puerta de mi oficina temporal se abría sin mi permiso, ya me había acostumbrado a que no tocara antes de entrar pero era el único que tenía derecho a hacerlo, era mi mano derecha.

―Hoy no saldremos ―su voz desanimada provoco que levantara mi mirada del archivo que estaba guardando, su cara se miraba melancólica, a pesar de sus tatuajes había prendido que era un chico muy frágil pero decidido a cumplir sus sueños por lo que se ganó todo mi respeto.

―¿Qué sucedió? ―pregunto, deje todo lo que hacía para acercarme a él y consolarlo, si consolarlo, al parecer mi corazón frio se está descongelando o puede que sean mis hormonas.

―Estela...―hizo una pausa dramática―. Ella me dejo por mensaje de texto.

―¡¿Qué?! Pero si eran la pareja perfecta ―digo sorprendida, hasta Estela se le miraba muy feliz.

―Eso es lo malo de todo, la perfección no existe Jaén ―esta vez su expresión es de enojo― parece que entre más perfecta es una relación una de las personas lo jode, ese no fui yo, fue ella.

FrívolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora