Konoha 4/6

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Un vals

Hermosa, la hermosa profesora Hyuga Hinata es quien llegó al aula. Se veía tan exquisita, la ropa sí que le quedaba genial. Ese conjunto de licra deportivo gris, el pantalón con corte a la cadera se apegaba perfecto a su cuerpo. El crop-top era holgado y corto que nos dejaba ver ese suculento abdomen y también se podía apreciar una parte de aquel bra deportivo. Si eso llevaba arriba, me pregunto que traia bajo el pantalón. También llevaba unas zapatillas de baile con calentadores morados arriba. Y su cabello estaba recogido en una coleta alta. Toda una delicia.

—Buenas tardes, jóvenes. La señora Yugi por ciertas razones ya no impartirá la clase. Así que me pidieron que la sustituya. Entonces desde ahora yo seré su profesora— explicaba. Mis ojos se iluminaron y todo tipo de pensamientos un poco lascivos pasaron por mi cabeza— ¿entendido?– confirmó.

—Sí, miss Hyuga – respondimos al unísono y en un tono semimilitarizado.

— Empecemos, lo primero, el calentamiento– y así comenzamos a trotar por 10 minutos.

Después vino el estiramiento. ¡Oh, wow! Si verla trotar fue tan rico,los estiramientos realmente fueron épicos. Ella al frente de nosotros, de espaldas, nos mostraba como tocar la punta de los pies. La mayoría la seguía completamente embobados y ella seguía totalmente concentrada.

Esa flexibilidad era increíble, teníamos que abrir el compás y claro que hacíamos lo que podíamos. Sin embargo ella con gran facilidad ejecutó un split perfecto. Si puede hacer eso, no me imagino qué lugares puede alcanzar y qué posiciones puede adoptar con su maravilloso cuerpo. Eso me anima aún mas a tenerla. Tal vez ejecutaríamos nuevas posiciones que de verás las hagan gozar.

Terminó el calentamiento y nos mostró los pasos. Uno al frente, uno atrás, derecha, izquierda, giro y otra vez. Un vals.

—Muy bien, en parejas. Ya saben la dinámica. En rueda, por favor. Iré alternando con las parejas para ver su técnica— decía la profesora mientras nos formábamos. ¡Oh, sí! Hoy no seré la chica. Podré tocar a miss Hyuga.

La música empezó a llenar el salón, tranquila y con un deje de tristeza y hacía que aquella habitación fuera transportada a otro siglo, en un ambiente romántico pero incómodo. Eso claro considerando que debíamos bailar con 'las chicas', por cierto unas bastante torneadas y velludas.

Todos bailabamos al compás en un círculo al rededor del salón. Ella avanzaba para ver a cada pareja, relevaba con algunas parejas y a otras sólo les corregía detalles de postura o ritmo. Estaba por llegar hacia mí. Parecía que solo ajustaría la altura de mi brazo pero no. Desplazó a mi compañero y tomó su lugar.

La sujeté por la cintura y ella puso sus manos sobre mis hombros, giró y retomamos la primera posición. Su cara parecía apacible pero tenía las mejillas un poco sonrojadas, tal vez por culpa del ejercicio.

Si quería llegar a algo más con ella definitivamente debía mostrar todas mis virtudes así que la lleve hasta el centro de la pista.

Giro tras giro sentía su palpitar cerca de mi pecho. Una gota de sudor bajó desde su cuello hasta perderse en sus pechos. Sentía la necesidad de probarla, de sentir más de ese calor y tomarla en ese momento.

Comenzaba a inclinarme, el deseo me inundaba. Cuando en una última vuelta la canción término, hicimos una reverencia y empezó a alejarse. ¡Maldición!

En un impulso trate de ir tras ella pero gracias a mi torpeza di un traspié justo cuando ella se daba la vuelta, no estuvo tan mal. Mi mano llego exactamente a su seno. ¡Mmmmmmmm, ah qué jodida suerte!

Así es, soy el tipo más bendecido en este mundo. No sabía que hacer así que simplemente me dediqué a sentir su suave pecho, todo iba muy bien hasta que algo duro me sobresaltó, su pezón estaba erguido. Al parecer es una zona sensible para ella.

La veía directamente a los ojos, miss Hyuga con una cara de sorpresa y vergüenza al mismo tiempo que yo empezaba un falso tartamudeo.

—E-es-estoy mu-mu-muy apenado– le decía con un nada sincero arrepentimiento. Sé precisamente como jugar mis cartas, probaré siendo tímido y si eso no funciona siempre puedo cambiar de táctica.

—No se preocupe, señor Namikaze– decía bajando la mirada— pero puede quitar su mano ya, por favor.

De inmediato la retiré aunque no pude ver bien su reacción,  por lo menos ya reconocía que tenía una zona vulnerable al tacto y también que respondía a mis caricias.

—Eso es todo por hoy, jóvenes. Nos vemos en la próxima sesión– se despidió para salir aprisa.

En cuanto salió mis compañeros me vieron con una mirada asesina para después cambiarla por una de admiración. Yo era el único que la había tocado así.

Después mis amigos y yo fuimos a las duchas y luego a comer en este receso, que es el segundo y podemos descansar un poco más así reunimos energía para la tercera parte del día. Mi parte favorita.

Aunque este día yo ya lo daba por bien aprovechado aun había que terminar toda la ruleta.
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*en multimedia la canción del waltz. 😊

Miss HyugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora