Prólogo

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Percibo como mis cinco sentidos están volviendo a reaccionar. El ambiente me parece tranquilo, el olor a campo alberga el lugar. Siento como los rayos del sol tocan mis mejillas tibias, muevo un poco mi mano pero solo consigo tocar una sabana con mi dedo índice. Intento abrir mis ojos. Mi vista aún no se acostumbra a la luz solar, pero parpadeo un par de ocasiones.

Muevo ligeramente la cabeza hacia mi derecha y siento como si esto fuera muy normal. Aunque creo que no lo es... Realmente ya no se que creer. ¿Como llegue aquí? ¿Donde estoy? ¿Quién soy? Son las preguntas que se me agolpan en mi mente, no puedo pensar con claridad. Tengo miedo que esto sea la realidad, es más ya no se que es para mí la realidad. No se nada, en que año vivo, como me llamo, tengo familia, cuantos años tengo.

Logró levantarme de la cama donde estaba minutos antes, miro mi reflejo en el espejo que esta pegado en la pared. A juzgar por mi apariencia no parezco muy vieja, quizá unos 18 años o un poco más un poco menos. La verdad ya no sé. Aunque quisiera saberlo, quisiera saber quién soy y que hago aquí.

Bajó discretamente la mirada hasta mis manos temblorosas, y noto que llevo en el dedo de mi mano izquierda un prestigioso anillo de oro. Me lo quito y veo que tiene gravado dos nombres: Alessandra & Arthur. Me pregunto si aquel nombre pertenezca al mio, quizá yo sea esa Alessandra pero no puedo decirlo o confirmarlo.

Recorro la habitación y registro cada cosa que veo, abro una puerta y descubro que conduce a otra habitación. Hay una cama en medio y un hombre recostado en ella, tiene el cabello de color arena. No se me hace para nada conocido pero descubro que lleva en su mano el mismo anillo de oro que yo; por un momento logre comprender que quizá esos dos anillos signifiquen una alianza matrimonial. Pero no puedo considerar esa opción porque no me veo como una esposa de alguien pero no puede haber otra explicación lógica. Decido abandonar esa habitación y vuelvo donde me encontraba inicialmente.

—¿Hola?—pregunto pero nadie me contesta aunque escucho ruidos que a mi parecer son de trastes en la cocina.

Me dirijo hasta donde provienen y me encuentro con una mujer de mediana edad, le tocó el hombro pero su rostro no se me hace familiar. Quizá la conozca, quizá no. Me sonríe con ánimo, pero percibo que hay cierta lastima en sus ojos. Abro mi boca pero las palabras no salen de mi garganta; no se que paso ni que pasara. No se nada. Y solamente espero que pueda conseguir respuestas a todas mis preguntas, para así quizás algún día llegar a recuperar mi vida tal cual era cuando yo aun sabía quien era.

Directo al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora