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En el teatro todos estaban muy ocupados preparando todo para la nueva obra: Romeo y Julieta. La cual se presentaría dentro de muy poco en Broadway, Nueva York. 

Este asunto traía muy atareado al joven actor que sería Romeo, obviamente el talentoso Terrence Grandchester. Pero eso no hacía que dejará de preocuparse por su amada pecosa que no hacía mucho acababa de volver a ver.

De pronto sintió como si tuviera que ir a ver a Candy por algún motivo que él desconocía, pero su corazón le dictaba eso aunque lo ignoró.

Ya habían pasado dos días de que Terry sintiera esa extraña corazonada y también pasaron dos días después de que Candy y Flamy recibieran las órdenes de alistar todo para su partida.

El hospital se encontraba con las actividades normales en su interior, pero no por eso se pasaba por desapercibido el hecho de que dos enfermeras muy eficientes ese día partirían a un lugar un tanto desconocido y del cual las últimas noticias no eran muy agradables. Debido a esto un gran número de personas se reunió frente al gran edificio con motivo de una cordial despedida donde elevarian sus oraciones y buenos deseos a aquellas dos jovencitas que partían directo a la guerra. Y al fin darían rienda suelta a su carrera como enfermeras militares, tal y como las instruyó Mary Jane.

Claro está no se hicieron esperar las caras tristes y corazones rotos al tener que despedir a dos grandes chicas muy talentosas en su vocación. Pero el ánimo que siempre caracterizaba a Candy logró apaciguar un poco esa tensión que se instaló en el ambiente sustiyendo una alegría inexplicable.

La joven se despidió de cada una de las enfermeras que la acompañaron durante mucho tiempo de su vida, antes de subir al carruaje que la llevaría hasta Nueva York justamente donde estaba Terry. Esta situación hizo sentir a Candy un poco culpable ya que no le había dicho a nadie acerca de su partida rumbo a Francia ni siquiera a Annie.

Pronto llego la hora de partir y a regañadientes las dos muchachas subieron al carruaje, agitando desde el interior sus pañuelos blancos en señal de despedida.

Mientras que en la mansión de los Andley llegaba una carta por parte del hospital donde trabajaba la enfermera. Explicando que la chica rubia partía al frente justamente esa misma tarde, y enviaba los agradecimientos por su colaboración en el tiempo que trabajo en ese hospital.

Justamente fue Archie al lado de su hermano y su novia los que recibieron la carta. Sin detenerse ni un segundo fueron al hospital para evitar que su amiga fuera capaz de tomar el carruaje que la llevaría hasta Nueva York.

Pero lamentablemente ya era demasiado tarde, no hubo tiempo el carruaje ya había partidos hacia media hora antes que llegarán. Esta situación hizo tomar una decisión importante a los jóvenes que sin dudarlo un segundo estuvieron de acuerdo en partir hasta el puerto en Nueva York.

—Terry... Puede tomar un descanso. Hemos terminado el ensayo— Dijo el director al joven que tenía cara de agotamiento.

—Gracias...—contestó con voz ronca debido a que su voz se comenzaba a gastar con los ensayos.

—Terry... Alguien llamo preguntando por ti. Dijeron que era muy importante. Creo que era un tal... Archibald Cornwall.—Dijo Susana con su voz chillona al actor.

—¿Archibald?—pregunto muy desconcertado ya que jamás imagino recibir una llamada de Archi.

—Sí... Dijo que le marcaras a este numero—contestó extendiéndole un pedazo de papel con números escritos.

—Gracias Susana— Dijo y se apresuró a ir a la cabina de teléfono que había fuera del teatro.

Con mucho cuidado marco los dígitos y espero a recibir respuesta por parte de alguien de la familia Andley.

—Residencia Andley—respondió la voz de Annie Britter que justamente iba bajando las escaleras con su equipaje en dirección al auto.

—Soy Terren...— alcanzó a decir antes de que Annie lo interrumpiera.

—Terry por Dios Santo... Que bueno que llamas. Hay un grave problema— Dijo Annie con voz sumamente alterada—Candy... Candy fue a la guerra.

Al escuchar esas palabras de la boca de aquella jovencita, el mundo de Terry se desmoronó por completo al saber que su amada estaba en el peor lugar que pudiera existir. Su mente le jugó muchos trucos y comenzó a trabajar lo suficientemente rápido tanto como para imaginar mil cosas que pudieron haber pasado ya dadas  estas alturas.

—¿Q-que?— pregunto Terry en un estado de shock.

—Si. Hoy recibimos una carta que venía del hospital agradeciendo a la familia Andley por la ayuda que Candy brindó mientras trabajo ahí— explicó la morena—Tratamos de detenerla pero no pudimos, ya había tomado el carruaje y ahora se dirije a Nueva York.

—Eso... Yo puedo hacer que no vaya. Annie no te preocupes—Dijo Terry un poco más calmado.

—Sí, por eso todos estuvimos de acuerdo en hablarte— contestó la joven.

—Gracias... Yo estaré prevenido. Quizá el tren llegue mañana o pasado mañana a más tardar. Yo la detendré.— aseguró el chico suspirando para intentar calmar los latidos de su corazón.

—Bien—Dijo Annie y colgó.

Mientras tanto Terry comenzó a mover la cabeza de un lado a otro como evitando que los pensamientos previamente agrupados en su mente comenzarán a avanzar más de lo que ya habían hecho.

Directo al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora