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Silencio. Nada de aplausos, nada de murmullos. La atención prestada al más joven y talentoso actor de la época, mientras guarda él también silencio antes de responder a su compañero.

—¿Enamorado?

Otra pausa, un suspiro. Como si quisiera que llegará hasta aquella mujer que le robo el corazón desde adolescente. ¿Por que esa pregunta justamente ahora cuando desearía que ella no estuviera lejos, sino viéndolo en el estreno de la obra?

—Cansado.— Su voz hacia eco por todo el escenario.

—¿De amar?

Jamás se cansaría de amar a aquella dama de cabellos dorados, ojos esmeralda y sonrisa de ángel. Jamás.

—De no ser correspondido por mi amada.

Todos seguía siendo silencio en los palcos, por el contrario en el escenario la actuación seguía su curso. Poco a poco la obra fue avanzando hasta llegar casi al final. Donde aquellos dos jóvenes que se enamoraron, mueren antes que perderse el uno al otro. Mueren por amor.

Llega al recinto funerario y la abraza con inmenso dolor.
Provisto del veneno que ha de permitirle reunirse con ella, lo toma sin vacilar.

—Oh aquí pondré mi descanso eterno y sacudire el yugo de las estrellas infinitas quitándolo de esta carne harta del mundo. Ojos mirad por última vez, brazos dar vuestro último abrazo. Y vosotros, labios, puertas del aliento, sellad con legítimo beso una concesión sin término a la muerte rapaz.

Todos se levantaron en señal de respeto por el gran trabajo hecho de los actores. Y ellos a su vez con una reverencia dieron sus agradecimientos a su público que aman.

—Estuviste estupendo.— dijo Robert Hathaway al joven castaño que fue a cambiarse para ir a la recepción.

—Gracias.

—¿Ira Susana a la recepción?

—Me pidió que la llevará. Pero no tengo muchos ánimos de llevarla.

—Sé que le dolió mucho tener que abandonar su papel.— dijo con voz triste.

—Si, a mi también me dolería.— admitió Terry.

—¿Esperabas a alguien?.— pregunto curioso.

—Ella no esta aquí.— hacía lo posible por no quebrarse una vez más ante la realidad que vivía, alejado de Candy mientras que ella sufría en la guerra.

—¿Se puede saber donde?

—En la guerra.

—Lo siento, jamás pensé que...

—No te preocupes.

Después de aquella conversación con Robert el joven actor fue hasta la casa donde vivía Susana. Ya había pasado casi dos meses desde que la dieron de alta en el hospital. Así como casi dos meses de la partida de Candy.

—Terry que bueno que llegas.— dijo Susana con voz chillona y muy emocionada.

—¿Estas lista?.— pregunto no muy animado.

—Por supuesto. Mi madre me ha preparado muy bien. ¿Qué opinas?.— pregunto al chico que no tenía muchos importancia en la muchacha.

Llegado este punto se estaba arrepintiendo de haber aceptado ser amigo y acompañante de Susana. Debido a que ella se lo estaba tomando de otra manera, como si pensara que llegarían a ser algo. Más aún porque sabía que Candy ya no estaba en América y quizá con ella lejos podía conseguir algo con Grandchester.

Directo al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora