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Con el extremo movimiento del coche, Terry mira las calles de Nueva York con mucho orgullo. Pero lo que lo entristece es el hecho de que no pudo disfrutar de una linda caminata al lado de la mujer que él más ama.

Ni siquiera pudo despedirse de ella. No pudo desearle buena suerte, no logro mirar sus ojos por última vez antes de que ella se fuera a un destino incierto. No la vio después desde aquel día en Chicago, cuando ella corría tratando de saludarlo desde el tren que avanzaba a toda velocidad por las vías.

—Hemos llegado—esas palabras sacan a Terry de sus pensamientos, son las palabras del chófer anunciando que han llegado por fin a su destino: el teatro.

—Muchas gracias. Tenga— Dijo Terry con su voz apagada por la inmensa tristeza en su corazón.

—Disculpe... Si no es mucho atrevimiento, debería ir al médico. No se ve muy bien—sugirió al chico que tenía un rostro demacrado por el cansancio de cada ensayo y la enorme pérdida que sufrió hacia pocas horas.

—No se preocupe. Dígame. ¿Existe un médico para un corazón roto?— pregunto sintiendo como las lágrimas se apoderaban de sus ojos, y su vista se comenzaba a nublar—Si así es... Dígamelo, de verdad que lo necesito— concluyó sin poder controlar más la caída de sus lágrimas y con esto se bajo del coche.

Sintiendo el frío de la noche golpeando sus mejillas, se dejó caer sobre el asfalto. Él estaba intentando ser fuerte por sus demás amigos, pero ya no podía más. Su fortaleza había llegado al límite, aunque claro está esto no es nada comparado con lo que estaba por suceder tiempo más tarde.

Las lágrimas saladas caían sin cesar por las mejillas aterciopelados del joven actor. Su nariz comenzaba a expulsar fluidos viscosos, las manos y pies comenzaba a bajar de temperatura. Todo el estaba hecho un completo desastre, pero no se le notaba a la mitad de la noche.

Así permaneció durante varias horas, hasta que decidió levantarse porque creyó escuchar un ruido proveniente del interior del teatro pero no le dio mucha importancia. Claro está su mente se encontraba ocupada con otros asuntos más delicados para él.

Conforme se fue acercando se percató que la estancia se encontraba completamente vacía, lo cual fue más extraño. Pensó que como en ocasiones lo hacía, Susana se había quedado a ensayar más tiempo del debido para así conseguir una mejor interpretación el día del estreno.

Abrió la puerta por donde siempre hacen pasar al público para que ocupen sus asientos, y de pronto fijo su vista en el escenario. Lo que vio no fue para nada agradable, todo lo contrario tan espantoso era que incluso hizo que la mente del chico se ocupará específicamente en ese asunto.

Las luces estaban esparcidas por todo el escenario, al parecer se habían safado de sus agarres y habían caído muy abruptamente. Terry comprendió al fin el origen de aquel ruido que escucho cuando se encontraba sentado ahí afuera.

Pero eso no fue lo preocupante, sino que debajo de las luces se podía apreciar claramente un vestido de color rosa y una capa roja. Tales prendas siempre las utilizaba una sola chica en todo ese sitio: Susana Marlown, la joven rubia que había conocido por vez primera cuando fue al teatro. Y la cual ahora justamente interpretaría a Julieta Capuleto, la amada de Romeo Montesco. Ambos personajes de la exquisita obra realizada por William Shakespeare el dramaturgo más reconocido por dicha obra y muchas más.

Ella estaba debajo de las pesadas piezas de metal. Terry corrió escaleras abajo y subió con rapidez al escenario. Movió a su compañera pero ella estaba inconsciente después de terrible impacto. Su rostro tenía demasiado polvo y muchas raspaduras, sus manos estaban extendidas de forma que la derecha estaba más arriba de su cabeza y la izquierda centímetros más haya que su cintura. El joven inspeccionó rápidamente si había algún punto de su débil cuerpo que pudiera estar más afectado, y cuando estaba a punto de levantar a Susana se percató de que su pierna derecha estaba prensada a las oxidadas piezas de las luces. Esto significaba que no era tan simple el proceso de levantarla.

Terry no tuvo otra alternativa que llamar a un médico. Pero no fue necesario ya que una ambulancia se detuvo justamente frente al teatro. Esto debido a que el conserje se había percatado antes que Terry del accidente de Susana, por lo que había llamado a una ambulancia para auxiliar a la joven actriz.

Después de todos los procedimientos que los médicos realizaron, Susana fue llevada a un hospital y Robert Hathaway fue informado sobre este asunto. Terry por su parte estaba ciertamente preocupado por su compañera, así que decidió ir a acompañar a su madre.

Esperaron por horas y horas hasta que el doctor salio de la sala de operaciones y dio a conocer una noticia espantosa.

—Familiares de la Srita. Marlown— Dijo el médico.

—Soy yo... Su madre—respondió la Sra. Marlown, mientras todos los demás se acercaban a escuchar el informe del médico.

—Bueno... La Srita. Esta fuera de peligro— Dijo y todos soltaron el aliento contenido por creer que recibirían malas noticias, aunque el doctor aun no terminaba—Pero...–ahí fue donde levantaron la vista.—Su pierna derecha...

—¿Que pasa doctor?—exigió saber Robert Hathaway.

—Lo siento pero... Tuvimos que amputarla.— Dijo al fin y esto fue lo que hizo que a todos se les destrozara el corazón. Ella era una chica con un futuro brillante por ser tan buena actriz, y más ahora que había recibido la oportunidad de interpretar a Julieta.

Terry no soporto más y salió de ese lugar. Primero lo de Candy, ahora lo de Susana. Aunque la joven no era nada de él más que su compañera, se sentía mal. Ya que la joven había decidido ensayar más para lograr una mejor interpretación. Todo fue simple pasión al arte, y eso fue lo que ahora también la había destruido.

Directo al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora