4

2K 147 15
                                    

En la comodidad de su camarote, Candy se dispuso a escribir una carta que iba dirigida al tío abuelo William, al hogar de Pony, otra a Annie y Patty y otra más a Stear y Archie. Así como también comenzó a hacer una especialmente dedicada a Terrence Grandchester. 

En todas estas cartas explicaba las razones de su repentina desaparición, las cuales eran que ella decidió sin comunicar a nadie que partiría directamente a Francia con motivaciones profesionales, al lado de una de sus compañeras de la escuela de enfermeras.

Pero lo que ella no sabia es que todas aquellas personas a quienes les iba a dirigir sus escritos, ya sabían que tipo de locura cometió. Y no sólo ya sabían, sino que fueron testigos de su partida.

Y ahora estaban aun en el puerto viendo como con cada segundo el barco se alejaba lentamente. Todos tenían los ojos llenos de lágrimas las cuales empañaban su vista, y reflejaban el gran dolor que sentían por la decisión tomada de Candice White Andley.

—No pude hacer nada... Estuve a minutos de detenerla—sozollo Terry aun en el piso.

—Hiciste lo que pudiste, pero desgraciadamente aun con todas nuestros intentos el destino quería que ella si fuera a Francia—trato de tranquilizarlo Annie con esas palabras.

—Pero... Es que debí de haber renunciado a mi protagonico en vez de permitir que ella se fuera para siempre de mi vida. Fue mi culpa. Fue mi culpa—Se lamento el chico moviendo la cabeza tratando de ahuyentar sus pensamientos que comenzaban a formularse en su mente.

—Annie tiene razón Terry. La decisión de Candy ya estaba hecha y aunque nos duela tenemos que apoyarla...

—Si pero... Eso significa apoyar que posiblemente no vuelva más a nosotros— Replicó el joven con expresión cansada.

—No tenemos que pensar de esa manera. Al contrario oremos porque esta guerra termine pronto y así volver a tener con nosotros a nuestra dulce Candy— Se ánimo a decir Archie a Terry que con dificultad se ponía de pie.

—Archie tiene razón, tenemos que orar por Candy. Esperemosla con amor y mucha alegría, para que cuando vuelva vea que seguimos siendo los mismos— Dijo Annie.

Después de esta conversación todos se fueron a descansar.

—¿Que haces con tanto esmero Candy?—pregunto Flamy a la joven rubia que permanecía aun escribiendo en la hoja de papel.

—Estoy escribiendo unas cartas para mis amigos—explicó poniéndose un poco roja porque justamente escribía la carta de Terry donde explicaba abiertamente sus sentimientos hacia él.

—Me alegro... ¿Que crees que digan?— pregunto mostrándose interesada en la vida de Candy. Cosa que no paso desapercibida por la rubia, ya que se soprendio muchísimo con ese cambio tan repentino en su compañera. Podría decirse que estaba tratando de ser su amiga. Pero aún no mostraba tanta amabilidad e interés a tal grado.

—Bueno... No lo sé. Ellos saben que cuando decido algo es porque nada me va a hacer cambiar de opinión. Pero no sólo eso, sino que... Quizá cuando lean la carta ya estaremos llegando a Francia—Dijo con voz tranquila y aun sosteniendo en su mano derecha la pluma.

—¿Se enojarían?—volvió a preguntar.

—No... Se pondrán muy tristes por mi partida y posible muerte... Pero no se enojarían. Lo que sí es que si les hubiera dicho antes, hubieran hecho lo posible por no dejarme marchar. Por eso no les dije nada— explicó con su expresión dulce.

—Por lo menos tu tienes una familia que se preocupa por ti...— Dijo con la vista desviada.

—Flamy...—respondió un poco conmovida.

—No te preocupes, estamos juntas en esto ahora. Candy cuando supe que iríamos juntas al mismo lugar ya no me sentí tan mal—afirmó mirándola a los ojos y sin rastro de frialdad en estos—Todo lo contrario. Quiero que nuestra relación mejore, te pido que me des la oportunidad de hacerlo— pidió la morena con voz suave.

—Flamy claro que si. Tu eres una chica estupenda y... Siempre quise ser tu amiga— Dijo ella con mucha alegría.

—Gracias... Espero que podamos regresar sanas y salvas tras esta guerra— respondió bajando la vista.

—Yo también lo espero—Asintió viendo la blancura del papel entre sus manos.

—Vamos a cenar— sugirió la chica con una sonrisa en sus ojos.

—Sí, buena idea—concordo la joven rubia.

Y las dos chicas salieron juntas rumbo al comedor que había en el barco. Olvidándose por un momento de sus miles de preocupaciones con un buen momento donde disfrutaron su comida.

A muchos kilómetros de ahí, un hombre de cabellos largos hasta la altura de sus hombros, y castaños caminaba a la orilla del puerto en Nueva York, mientras pensaba en todo lo que le preocupaba. Lo cuál siempre relacionaba a su dulce amada: Candice White. En sus manos sostenía un anillo de oro, que significaba propuesta de matrimonio a una joven tan hermosa como una ninfa del bosque.

Sí, él estaba dispuesto a pedirle matrimonio en la fiesta después del estreno de Romeo y Julieta. Había pedido un préstamo al director de la compañía para poder adquirir tan preciada joya, pero desgraciadamente nada había válido la pena. Debido a que la joven doncella que quería tomar por esposa se había marchado a un lugar tan horrible, el mismo infierno: la guerra.

Con lágrimas en los ojos guardo en su abrigo la caja de terciopelo rojo, y fue caminando hasta la gran avenida. Ahí tomo un coche que lo llevaría hasta la compañía Strandford. Aunque no sabia lo que le esperaba a su llegada, que para desdicha o para fortuna estaba por ocurrir sin su presencia.

~~~~~~~~~
¿Que tal les pareció el nuevo capítulo?
Bueno dejen sus comentarios. Y Diganme si les está gustando la historia.
P.D. No se olviden votar ❤

Directo al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora