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—¿Como te sientes?— pregunto Terry al lado de su esposa que estaba a punto de dar a luz.

Ellos iban en el coche de Uriel que estaba de visita en la mansión Grandchester de Nueva York. Debido a que ellos -Susana y Uriel- también viven ahí por su trabajo de Susana como actriz en la compañía Strandford.

—Pues bien— dijo y soltó el aire pesadamente.

—Tranquila mi amor, estoy a tu lado aquí y ahora— respondió besando su frente mientras la tomaba fuerte de la mano.

—Llegamos— anunció Uriel saliendo apresuradamente de su automóvil. Terry cargo en brazos a su amada.

La madre de Candy estaba esperando a Uriel para que ellos dos fueran los encargados de recibir al bebé de la joven rubia.

—¡Necesito otra enfermera!— grito el doctor, firmando un documento para la autorización que se necesita y recibir bien al bebé.

—Estoy disponible— anunció una enfermera morena y cuando el doctor volteó aprecio a una enfermera que no había visto desde hace mucho tiempo. Era Flamy Hamilton.

—Flamy... Bien tenemos que apurarnos— ordenó. Se pusieron su uniforme debido y entraron a la sala de partos.

—Candy, hija ya es tiempo de que entres... Yo estaré contigo siempre. No te preocupes, tu amiga Flamy y Uriel también estarán contigo... Te amo mi amor— le dijo con amor a su hija, mientras que de sus ojos brotaban lágrimas.

—¿Flamy?— ahogó un grito de dolor.

—No te esfuerces, vamos— dijo y se apresuró a llevar la silla de ruedas donde estaba su hija.

Terry llamó de inmediato a su madre, y sus amigos. Eleanor llego rápidamente al hospital y acompaño a su hijo hasta que avisaran que su bebé había nacido.

—Candy puja, puja fuerte— pidió Uriel con sudor en la frente— Srita. Hamilton continue con esto. Yo checare los signos.

Flamy supervisaba a la perfección la venida del hijo de Candy.

Ella por su parte hacia lo que le ordenaban las enfermeras. También sabía el procedimiento que se tenía que hacer en esos casos, pero era muy distinto saberlo a hacerlo y vivirlo en carne propia.

—Ay!— grito la rubia al sentir el dolor de dar a luz. Pero claramente no era un dolor como cualquier otro que lastima y produce sufrimiento.

Bueno ese dolor si hacia sufrir a la joven madre, pero no la hacía sentír mal todo lo contrario. Amaba esos momentos que significaban dar vida.

—Ya viene... Candy solo dos más— dijo Flamy con alegría.

Alessandra pidió a la enfermera que le permitiera recibir por ella misma a su nieto. La morena no se negó porque sabía que la mujer no había podido disfrutar como Dios manda de su única hija.

Si ella pudiera recibir a su hijo o hija cuando naciera, y dar a luz al mismo tiempo sería la más feliz del mundo.

Porque ella dentro de pocos meses, al igual que su marido, tendrían consigo a su primer bebé. Tenía un año de casada, y pocos meses de embarazo.

—¡Ah!— grito y de inmediato se escuchó un pequeño gritito.

La rubia abrió los ojos llorosos, y al escuchar el grito se su hijo sintió una felicidad inmensa que embargo su corazón. Era un sentimiento tan extraño, ahora podía comprender que era ser madre.

Alessandra extendió a su nieto donde se encontraban los brazos de su madre esperando recibir a su primer hijo.

—Es un hermoso niño— dijo entre lágrimas su abuela.

—Mi hijo, mi bebé. Te amo tanto mi amor... Eres el mejor regalo que pude haber recibido— dijo Candy aun con la frente empañada por las gotas de sudor.

Terry estaba en la sala de espera acompañado de su madre y su compañera Susana. Uriel fue de inmediato a avisarle al nuevo padre.

—Todo esta bien... Es un precioso niño— anunció el médico.

El padre del bebé no se detuvo a dar las gracias, sino fue corriendo directo a la habitación donde se encontraba una Candy bellísima, que cargaba en brazos a un niño blanco y muy hermoso.

—Terry...— no fue necesario decir más. Él por instinto tomo a su hijo en sus brazos y comenzó a arrullarlo.

—Mi niño... Juro que te protegere, siempre y para siempre. Así como a tu madre, los amaré y haré feliz a esta familia, Dios sabe que cumpliré este juramento. Los amo mi amor...— dijo llorando.

—Terry, es mi nieto— anunció Eleanor.

—Mamá... A pesar que no fui un buen hijo estoy comprometido por ser un buen padre. Mi hijo recibirá todo el amor que tenemos guardado para él— dijo dirigiéndose a su madre y a Candy.

—Terry mi amor yo...— dijo Candy sintiendo que las lágrimas comenzaban a rodear sus ojos— No puedo haber recibido un mejor regalo que el nacimiento de nuestro hijo. Estoy seguro que seré una buena madre, haré todo mi esfuerzo por nunca fallarle.

—Por nunca fallarle— Terry asintió aun con su hijo en brazos.

—Quiero que se llame Oscar— dijo Candy con calma.

—¿Por qué?— pregunto el castaño.

—Oscar salvó mi vida, sino yo hubiera muerto en el segundo bombardeo. Y ahora por eso también pude casarme contigo y formar una familia juntos... Siento que el nombre de Oscar es el indicado— explicó la rubia a su marido que la miraba con amor y dulzura. 

—Sí, creo que tienes razón— concordó el hombre y le entregó el bebé a su madre. 

—Se bienvenido a este hermoso mundo, Oscar— dijo Eleanor justo en el momento en que entraba por la puerta del hospital Alessandra, Uriel, Flamy y Susana. 

—Muchas felicidades Terry, sabes creo que hoy es el día en el que tengo que pedirte perdón— comenzó a decir Susana con voz de arrepentimiento— Bueno no solo a ti, sino también a tu esposa. Perdónenme por haberme comportado como una egoísta, ahora yo estoy viviendo mi vida y... Bueno, pronto seremos también padres... Les deseo una vida llena de bendiciones.. 

—Susana, estas perdonada. Me alegro que te des cuenta que algunas cosas hechas en el pasado no fueron las correctas. Yo también les deseo a los dos una vida llena de felicidad y armonía...— dijo Candy sonriendo. 

—Gracias... 

—Se parece a ti Terry— dijo Alessandra a su yerno.

Y sí así era. El bebé tenía piel blanca como su madre, nariz igual a la de su padre, sus ojos eran azul verdosos, cabello castaño. Y ni una peca en el rostro, era el vivo retrato de Terrence cuando era un pequeño recién nacido

Aquel día fue en el que la pareja preferida de nosotros, conoció la verdadera dicha, felicidad, responsabilidad y gozo de ser padre. Porque, la vida podrá tratarnos muy duro a veces, pero el nacimiento de un hijo y las experiencias que esto trae a nuestras vidas es invaluable.

Directo al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora