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"Percibo como mis cinco sentidos están volviendo a reaccionar. El ambiente me parece tranquilo, el olor a campo alberga el lugar. Siento como los rayos del sol tocan mis mejillas tibias, muevo un poco mi mano pero solo consigo tocar una sabana con mi dedo índice. Intento abrir mis ojos. Mi vista aun no se acostumbra a la luz solar, pero parpadeo un par de ocasiones.

Logró levantarme de la cama donde estaba minutos antes, miro mi reflejo en el espejo que esta pegado en la pared. A juzgar por mi apariencia no parezco muy vieja, quizá unos 18 años o un poco más un poco menos. La verdad ya no se. Aunque quisiera saberlo, quisiera saber quién soy y que hago aquí."

—Hola— dice aquella mujer que deja sus tareas domésticas para mirarme de pies a cabeza.

—¿Donde estoy?— pregunta la joven sin saber como reaccionar, o que hacer. Sin saber como debe comportarse.

Aquella mujer sonríe.

—En la casa de la familia Barontl. Mi nombre es Lorena— se presenta sonriendo ampliamente.

—¿Qué hago aquí?— pregunta de nuevo y los ojos de Lorena se nublan.

—Mi sobrino te salvo. ¿Como te llamas?— es el turno de preguntar el de Lorena.

La chica pensó y rebusca en su mente como le solían llamar todos. Pero nada, no apareció nada. Su nombre no lo sabía.

—N-no se— balbuceo y Lorena puso cara de preocupación.

—¿Quien eres?— pregunto Lorena atinando a lo que le pasaba a la joven.

—Tampoco sé— respondió la chica haciendo una mueca.

—¿Sabes de donde vienes?— pregunto nuevamente la mujer.

—No.

—Entiendo...— susurro Lorena pincando cebolla.

—¿Usted me puede ayudar?— suplicó la rubia.

—Quiza... No se nada de ti. Ni de tu amigo o compañero, no se nada de ustedes. Jamás pensé que sufrieran de amnesia— confesó la morena.

—No se que hago aquí, donde estoy, si tengo o no familia. Estoy desesperada— dijo ansiosa la chica rubia.

—Tranquilizate puedes quedarte con nosotros hasta que recuperes tu memoria. Siempre y cuando tu cooperes con el mantenimiento de la humilde familia— ordenó Lorena.

—De eso no hay problema...— dijo pero la mano de Lorena en la suya hizo que no dijera más.

—El chico que trajo Oscar también tiene este anillo— dijo la mujer.

—¿Hola?— una voz masculina saco a las chicas de su conversación.

—Hola... Has despertado. ¿Como te llamas?— se apresuró a preguntar Lorena.

—No sé— respondió él.

—Demonios— maldijo por lo bajo la morena.

—¿Quien so...?— iba a preguntar pero se detuvo al ver los anillos que una linda chica rubia y él llevaban colocados en sus dedos.

Eso significaba... Matrimonio.

—¿Tú eres mi...?— dijo el castaño esperando que la dama completará la frase.

—No lo se— Ella se quito el anillo y vio los nombre gravados una vez más.

Pensó que lo mejor sería creer en que ella era de verdad Alessandra.

Quizá de verdad estaba casada con Arthur, y quizá con ese pensar podía llegar hasta su pasado creyendo cosas probablemente ciertas.

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1 años después...

Los dos jóvenes estaban sentados en frente del lago congelado.

Habían viajado hasta Grecia, y se habían establecido en un pueblito no muy lejos de la ciudad. Donde al lado de la familia Barontl colocaron un restaurante.

Claro está fue mérito de todos ahí.

—¿Crees que de verdad somos esposos?—preguntó él a la chica sentada a su lado.

Ella también quisiera saber cosas de su pasado. Y el frío gélido que albergaba la zona no ayudaba en nada a su nerviosismo causado por todas las cosas que habían pasado en el último año.

—No lo se— respondió con sinceridad y exhalo pesadamente para aliviar un poco sus nervios. Sintiendo como el frío entraba por su nariz.

—¿Crees que estaría bien efectuar la boda?— volvió a preguntar el joven

—No lo creo...— hizo una pausa significativa pensando bien su respuesta— Creo que si alguna vez nos casamos como podría haber sido cuando sabíamos nuestro pasado... No hay más necesidad de efectuar una segunda boda. Porque a los ojos de Dios ya estamos casados y quizá ante la ley también lo estamos. Por lo que para mi no es necesidad de efectuar la boda...

La joven sabía en su corazón que no ama, ni amo en ningún momento a ese chico de cabello color arena. Y al parecer jamás lo amaría...

Menos si no desaparecía aquel sueño que la persigue desde que despertó. Se trataba de unos ojos azul verdoso tan intensos como el mar. Incluso más.

Así como también una colina amplia situada en un lugar boscoso y hermoso. Donde la luz se filtra por los árboles produciendo un efecto maravilloso.

—Tienes razón— respondió el joven a la chica mirándola por primera vez después de analizar las palabras dichas por ella.

—No se si tu sientes lo mismo, pero yo no puedo creer que te haya amado... O querido tanto como para casarme contigo— admitió la chica tratando de convencer al joven de la autenticidad de sus palabras.

—Yo también siento lo mismo— concordo.

—Es hora de ir a ayudar con la cena de navidad— dijo ella parandose y sacudiendo la nieve de sus pantalones. Sonriendo en dirección al lago congelado.

Los dos se alejaron en dirección al cálido lugar que se convirtió en su hogar. Tras olvidar por completo toda la información que sabían incluso de sí mismos.

Directo al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora