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El sonido del barco hizo que Candy se despertará de un susto. Ella la noche anterior se había quedado completamente dormida y soñó con que Terry ya sabía todo y había ido a detenerla. Pero claro, para ella eso era imposible debido a que no le había dicho nada de su decisión.

—¿Candy, estas bien?— pregunto Flamy al ver que su amiga se despertó de un susto.

—Si, si. Fue solo un mal sueño.— mintió.

—Bueno. Venga Candy levántate.— la ánimo la morena que comenzaba a atar su cabello en una coleta alta.

—Ya voy.

Después de ésto las dos jóvenes fueron a desayunar. Y tuvieron mucho tiempo de convivir un poco más antes de llegar a su destino. A sabiendas de lo que les esperaba ninguna de las dos tenía su rostro pálido o demacrado como podría relacionarse.

Pasaron varias horas y al fin el barco llego a aquel lugar. Todas las jóvenes y los médicos bajaron del medio de transporte para así dirigirse a una camioneta que los llevaría hasta su hospital de asentamiento.

Afortunadamente Candy y Flamy estarían en el mismo hospital. Cosa que las ánimo muchísimo.

—Mi nombre es Ericka.— anuncio una mujer que al parecer era bastante joven. Quizá podría tener unos veinte años de edad.— Soy la jefa de enfermeras en este hospital.

—Es un placer— dijeron todos los recién llegados.

—Sean bienvenidos a este su lugar de trabajo.— dijo con tono ameno.

—Yo soy Uriel. Un médico que se encargará de los doctores respectivamente.— señaló un joven de al parecer 18 años de edad. Cabello de color arena, hombros anchos, alto y bastante guapo.

—Se que muchos de ustedes tienen miedo. Y yo no se los voy a negar, pero este sitio no es para tener miedo. Estamos aquí para aceptar nuestro destino que nosotros mismos decidimos elegir.— comenzó a hablar Ericka caminando de un lado a otro.— Quizá nuestro destino sea morir jóvenes, quizá podamos regresar sanos y salvos. O también quizá podamos desparecer en medio de todo este caos. Pero es solo un "Quizá". Nada es seguro, y menos aquí.

—Ustedes han decido venir aquí. En lugar de quedarse en su país natal. ¿Los motivos? Son muchos. Pero decidimos y ya no hay vuelta atrás. Veo sus rostros temerosos. Sus ojos nerviosos, y desconfiados. Lo sabemos, todos pasamos por donde ahora están. Los entendemos, pero entiendan que dentro de cinco minutos para cuando terminemos de hablar, esas expresiones de miedo y temor tienen que desparecer.— concluyó Uriel.

Candy ponía suma atención a las palabras que aquellos dos chicos les dirigían a su grupo recién llegado. Flamy se concentraba en mirar al frente sin prestar atención a lo que había a su alrededor. Su compañera se dio cuenta que es lo que veía, era una niña con quemaduras de gravedad que gritaba por ser atendida. Esto hizo que el corazón de Candy diera un vuelco, no por las quemaduras sino por los gritos de dolor que salían de la garganta de la pequeña.

—Su experiencia en el frente real comienza justamente el día de hoy para algunos personas.— dijo Ericka mirando y examinando perpleja a todos los ingresados.— Tu. Tu. El del fondo, la chica pelirroja. Tu también.

Afortunadamente no había elegido a Candy ni a Flamy.

—Lo lamento pero esto tiene que ser así. Las vidas no esperan mucho y necesitamos personal médico para que vaya a una guerra de verdad. No sabemos nada de su experiencia pero lo poco o mucho que sepan ayudará.— fue lo último que dijo Uriel antes de llevarse a las personas elegidas.

—Los demás. Busquen su carpeta de ingreso y verifiquen que la información capturada es la correcta. De ser así, llevar esa carpeta a administración en el piso seis. Finalizando esto, revisen estas listas.— dijo señalando unas hojas a su espalda. — Y verifiquen donde es su habitación y quien es su compañero de cuarto. Se cambian y comienzan a trabajar. Rápido que es para ayer.

Las dos americanas se quedaron pasmadas, sabían que el ejército era muy disciplinado pero no se esperaban eso. O al menos Candy no lo esperaba.

Pero eso no fue problema para ella, siguió las indicaciones al pie de la letra. Dispusiendose a trabajar.

Todo ese día casi no tuvo descanso alguno, no hasta llegada la media noche que fue cuando pudo ir a su habitación -que compartía con Flamy- y guardo en sobres las cartas para ponerlas en el buzón al día siguiente muy temprano en la mañana.

Mientras tanto en Nueva York un hombre caminaba rumbo a su trabajo pensando en todo lo que había pasado. Sobre todo en su adorada Candy. "¿Que estará haciendo? ¿Descansará?" se preguntaba a cada paso que daba.

—Buen día Terry.— Lo saludo Robert con su típica sonrisa.

—Buen día.

—Hoy elegiremos a la chica que hará de Julieta.— anuncio el hombre mayor.

—Que Interesante.

"Como si fuera tan fácil reemplazar a alguien. Ella no puede continuar con sus sueños. Pero la vida no se detiene por aquella tragedia." pensaba al tiempo que caminaba a su camerino.

—Bien... Todos acérquense por favor.— pidió Robert a los actores y actrices.— Como todos sabemos, ocurrió una desgracia hace pocos días.

—Sí, si el accidente de Susana Marlown.—dijero Karen Claise con cierto tono irritado.—¿Diran quien la reemplazara?—esta vez sonaba ansiosa.

—Eso es justamente lo que yo iba a decir.—respondió Robert mirando de muy mala gana a Karen que óso interrumpir su discurso.—La proxima Julieta será... Karen Claise.

Ella a su vez brinco de felicidad, más aún cuando recibió todas las felicitaciones por su gran esfuerzo para ser la elegida. Pero claro no todo era tan lindo debido a que Karen fue la segunda opción despues de que Susana se accidento. Aunque eso debió de haberlo pasado por alto la joven actriz que por fin tendría el papel que tanto ambiciono.

—Felcidades Karen.—dijo a su compañera que aún seguía entusiasmada.

—Gracias mi Romeo.—contestó guiñandole un ojo.—Sabes creo que yo seré mucho mejor que Susana en mi trabajo. Cosa que me tomó muy enserio.

Terry supó interpretar y captar muy bien la indirecta que le lanzó su compañera. Esto le incomodo muchísimo por lo que decidió ignorar las insinuaciones que la joven le hacia y se fue al lugar que le indicaba el director.

Al terminar el ensayo con la ahora Julieta todos los actores se fueron a descansar. Menos uno claro está. Terry decidió irse a una cantina, aunque se había prometido el mismo no volver a tomar jamás ahora se estaba fallando. Pero es que la pena en su corazón le ganó una vez más. Seguía extrañando a Candy con toda su alma, deseando enrolarse para así poder estar a su lado. Por su puesto era una tontería porque quizá el junto a ella podrían morir, así que decidió dejar las cosas como estaban y se limitó a emborracharse en aquella cantina.

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