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POV. Terry

Ya ha pasado casi un año desde que mi pequeña Tarzan pecosa se había marchado a la guerra. Muchas cosas han pasado en estos meses que ella ha estado ausente.

Por su puesto la relación entre  Susana y yo ya no es más que de amigos. Yo ya no permití que ella me convenciera de convertirme en su novio... Jamás la voy a amar.

Mi padre y yo hemos mejorado mucho nuestra relación e incluso me dijo que yo seguía siendo aun el heredero.

Las cosas en el teatro van mejorando muchísimo. He interpretado dos protagonicos, eso es mas que brillante para mi carrera. Sí, crecí demasiado en mi profesión y espero poder conseguir así una buena vida al lado de mi amor.

Porque espero y ruego a Dios para que ese día llegue muy pronto. Para que la guerra termine lo más pronto posible y mi adorada dulce Candy venga hasta América, donde obviamente yo la estaré esperando con un anillo de compromiso listo para ocupar su dedo.

Sueño con que ella sea mi esposa y convertirla en mi mujer. Aun no pierdo las esperanzas de que ese día llegue pronto...

Pero claro está antes tengo que pedir su mano como se debe. Me alegro mucho el hecho de saber que mi querida muñeca había encontrado al fin después de tantos años a su madre.

—Sr. Grandchester un hombre lo busca— volteó a ver a Ethan el dueño del edificio— Responde al nombre de William Andley.

¿Albert? Que extraño.

Hace mucho tiempo que no le veía. Y menos aún después de que él se había convertido en la cabeza de la familia Andley. Me enteré por el periódico al presentarse una entrevista que mi amigo había resultado ser un hombre muy poderoso.

—Voy de inmediato. Por favor hágalo pasar— pedí al hombre.

Me pare del sillón donde estaba sentado con mi pipa en mano y una taza de café en la mesa.

A los cinco minutos escucho el timbre sonar y voy a abrirla. En el marco parado se encuentra un hombre alto, rubio y con apagados ojos azul claro.

—Terry...— me saludo con la voz apagada.

Yo me desconcerte demasiado con el tono de voz que utilizaba aquel joven fuerte que yo siempre conocí. Dí un paso atrás en señal de que pasara y me percaté de que no estaba solo sino venía con Annie, Stear y Archie.

Todos ellos pasaron después de que lo hiciese Albert. El inspeccionó mi departamento y tomo asiento sin que yo se lo pidiera. Claro no me molesto pero me sorprendió que no llegará con el acostumbrado tono alegre.

—¿Qué sucede?— pregunte al ver el semblante apagado de todos mis amigos.

—Terry...— sollozo Annie sin poder reprimir más las lágrimas.

Esto se estaba tornando muy confuso. Yo no comprendía nada, y sabía que lo que fuera que tenía que comprender no era nada bueno. Archie y su hermano bajaron la cabeza, con sus mejillas empapadas de las lágrimas que brotaban de sus cansados ojos.

—Por favor, diganme que pasó— suplique comenzando a exasperarme.
—Tienes que ser fuerte— dijo Albert recobrando la compostura. Se levantó y me toco la espalda.

—¿Qué pasa?— casi grite de lo nervioso que estaba.

—Recibimos noticias de Francia...— comenzó Stear.

Yo me paralice. Todo eso los tenía muy mal y no debía ser bueno...

¡¿CANDY?!

—¿Candy esta bien?— me apresure a preguntar.

Directo al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora