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Después de la platica entre Terry y la madre de Susana, el joven hizo de la situación formal entre la rubia y él. En una comida sencilla donde se sirvió cordero y pasta italiana Terry le pidió a la chica que fuera su novia. Esto emociono mucho a la joven por lo que mejoro aún más en sus terapias. 

—Terry quedate hasta que me duerma por favor— pidió Susana acomodándose en la cama.

—Sus...

—Por favor— volvió a suplicar mirándolo a los ojos.

—Esta bien.

Y así se quedó Terry esperando hasta que su joven "novia" se quedara completamente dormida.

—Que quede claro señora que yo no amo a Susana y jamás lo voy a hacer. Solamente hago esto para que su recuperación sea más rápida— aclaro el joven pero sin mucho éxito.

—Joven Grandchester...

—Mi corazón pertenece a otra dama muy hermosa. Para mi no significa absolutamente nada ese "noviazgo". Todo lo contrario, en cuanto Susana se recupere un mes después yo haré de la manera más tranquila el rompimiento.

—Puede que cambien sus sentimientos— insistió la sra. Marlown.

—Nunca cambiará... Me tengo que ir. Vendré pasado mañana, tengo cosas que hacer en mi día de descanso— dijo y salió de aquella casa.

Se arrepentia demasiado de haberse dejado convencer por la lastima que sacó a relucir la Sra. Marlown hacia su hija.

Sabía que estaba fallando a su pecosa y a la promesa que le hizo, esperarla toda la vida. Pero también quería ayudar a su ex compañera a salir de la depresión en la que se hundío después de recibir muchos comentarios negativos en cuanto a su recuperación.

Quizá Candy podía entender eso, ya que esta ayudando a alguien con solo fingir. Porque esa relación entre los dos no iba a durar más de tres meses... Solamente tenía que guardarse el secreto.

—Yo sé que Terry no me ama, madre— se quejó Susana en los brazos de su madre.

—Veras que pronto lograrás lo que quieres— la ánimo.

—Candy sigue estando en su corazón... Tengo que hacer que la olvide— susurro con una mirada llena de rabia— Tengo que hacer que ella haga todo lo posible para alejarlo de su vida. Alguna prueba, cual sea para que ellos se distancien.

—Yo te voy a apoyar hija.

La rubia ya tenía todo un plan realizado que explicaría a su madre.

—Primero anunciaremos públicamente la relación entre Terry y yo. Así saldrá en el diario y yo podré mandar hasta Francia aquella nota. Sabrá que su adorado Terry sale con otra... No lo va a querer ver durante mucho tiempo...

Su sonrisa era malévola, claro está aquella joven estaba dispuesta a hacer todo por conseguir algo que jamás podrá tener aún con todos los esfuerzos que haga.

—Con un poco de suerte un suceso inesperado podrá ocurrir en Francia. Una bala pérdida, toma de rehenes... Accidentes. Sabes que nadie sale vivo, ileso o con su completa libertad tras haber estado en la guerra.

Al decir estas palabras parecía que disfrutaba completamente su relato y deseaba con todas sus fuerzas que así sucediera para que por fin la suerte girará a su favor.

—Paciencia hija. Todo llega a su tiempo, primero tu recuperación total y después la boda con Terry.

—Si, por fin llegara el día de que me convierta en una duquesa. Él es hijo de un noble y sobre todo guapo, a parte me enamore de él.

—Fue de gran ayuda espiar en la carta que se le cayó donde la joven Andley explicaba que él era hijo de Richard Grandchester... Nuestros planes son perfectos.

Y así se la pasaron muchas horas más, hablando sobre todo lo que planeaban para una vida mejor al lado de un chico enamorado de un ángel en medio de una cruel guerra.

Mientras tanto a millones de kilómetros de distancia, en Francia para ser exactos cientos de personas heridas llegaban al hospital esperando ser atendidas lo más pronto posible.

Candy como siempre no le importó el estar cansada, realizó un trabajo espectacular al lado de su ahora amigo y colega el doctor Uriel.

—¿Cómo te llamas?— pregunto Candy a un soldado de no más de veinte años, con heridas de bala en los brazos y el pecho producto de una batalla en el frente.

—Oscar.

—Bien Oscar, ¿como te sientes?

—Muy bien...— respondió ahogando un quejido de dolor.

—Te daré más analgésicos. Vas a estar bien Oscar, pronto podrás salir de aquí...

—Y volver a la batalla.

Esa respuesta le partió el alma a la dulce Candy. Cosas como esa o aun peores vivía todos los días desde hacía ya siete meses.

—Bueno... Ten fe y ora para que esta guerra termine muy pronto. Verás que Dios nos va a escuchar.

—Gracias Candy. Un ángel como tu no debería de estar en un infierno como este— sonrió.

—Debo irme.

Caminando por los pasillos en dirección a su habitación y con toda la buena intención de meterse en las cobijas, mientras se desataba el delantal blanco se topo con una de sus compañeras llamada Karina.

—¡Oh Candy... Que bueno que te encuentro! Llevo horas tratando de encontrarte pero me han dicho que estabas en una operación— exclamó sacudiendola de los hombros— ¡Feliz cumpleaños!

—Kari muchas gracias. De verdad no pensé que te acordarás de mi cumpleaños— dijo recibiendo la cajita que su amiga le extendió.

—Como crees... Se que no es un gran regalo pero... Es discreto para utilizar en cualquier ocasión, te verías hermosa.

—Karina que hermoso— respondió con la boca abierta por la sorpesa mientras admiraba un lindo conjunto de pendientes azules y una pulsera del mismo color— Muchísimas gracias.

—No es nada. Bueno te dejo que vayas a descansar— le dio un breve abrazo a su amiga y se alejo.

Ya estando en su habitación, Candy se dispuso a leer todas las cartas de feliz cumpleaños que recibió aquel día. En primer lugar leyó la carta de Terry donde le decía que la amaba y pasara lo que pasara siempre lo haría, también mencionó que le explicaría a detalle un tema muy delicado pero sería en otra ocasión para no arruinar el cumpleaños de la joven, le envío un bello collar con un corazón y un zafiro incrustado. Albert le envío un lindo anillo que tenía grabado su nombre completo, y que representaba la aceptación de todos los mineros de la familia Andley hacia Candy. Annie y Archie le enviaron un álbum de fotografías donde aparecían Patty, Stear, Archie, Annie y Candy juntos. Patty y Stear por su parte enviaron una caja de música con un mensaje que decía "Es la caja de la felicidad, cada vez que la abras y escuches la música te sentirás más feliz...". La srita. Pony y la hermana María enviaron una peineta de plata muy hermosa.

Todos estos detalles hicieron a Candy derramar lágrimas que fueron multiplicadas y limpiadas por Flamy al sorprenderla con un delicioso pastel de chocolate.

Tras una pequeña celebración entre dos amigas, Candy se quedó profundamente dormida. Dando inicio a sus dieciocho años de edad.

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Hi Hi.
Bueno solamente para decirles que me ausentó por unos días (no se cuantos) por lo que les dejo este capítulo extra. No se olviden votar y comentar ❤

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