Elsa abrió la puerta de su departamento, el alivio que sintió al llegar le causó un suspiro enorme y bien profundo de alivio. Estaba verdaderamente agotada. Tras de ella Jessie, Alex y la pequeña Ross entraron corriendo.
Elsa gimió con fastidio y arrastrando los pies se dirigió hasta su suave y adorado sofá de color crema. Pero el placer no duro mucho, porque apenas su cabeza toco los almohadones celestes, Ross le salto encima con una preciosa sonrisa de diversión en su aniñado rostro.
—Papá llamo, Elsa. ¡Lo hizo, lo hizo! —las palabras de Ross la hicieron saltar y su boca se abrió en una "o" perfecta. Ya se imaginaba lo que Jack estaba pensando de ella, pero número uno; Ella tenía responsabilidades, y número dos; nunca había tenido que cuidar de alguien que no fuera ella misma.
Se apretó el puente de la nariz con los dedos y resoplo sin mirar a Ross. Ross hizo una mueca y bajo de su regazo más veloz que un rayo de luz.
—¡Dios!, debe pensar que soy una irresponsable...
—¿Y qué si lo piensa? —la interrumpió Jessie, con un aire extrañamente calmado, desde la barra de la cocina —. Digo, el tampoco lo es, ¿no es así?
—Es verdad —la siguió Alex, el niño no apartó la mirada del suelo, parecía algo... Afligido, pero tampoco era algo que Elsa pudiera arreglar, ¿o sí? Pues si podía, ella no lo notaría —. Ni siquiera creo que le resulte relevante. Esta en Las Vegas, divirtiéndose como nunca.
Elsa se paso las manos por el rostro y se puso de pie. No sabía si aquellos niños estaban descongelando su lado emotivo o si era que su periodo estaba próximo a llegar, pero de repente se sentía mal por ellos. Porque eran niños solitarios y carentes de amor. Eso la confundía.
—Chicos... —sus labios se movieron sin su autorización y en un minuto ya tenía las miradas puestas en ella, pero recordó que ella no era la chica dulce que ofrece discursos motivaciónales, ni nada por el estilo —. Deberíamos ir hacer la comprar. No hay nada en la nevera.
Jessie rodó los ojos y se quitó el abrigo, lo dejo en la barra de la cocina y se sentó. Eso le dijo a Elsa que no iría con ella de ninguna forma. Elsa se paso la lengua por los labios y busco la mirada de Ross.
—¿Tú que me dices Ro?
—Digo, que no estoy de humor para el pasillo de lácteos, ni de congelados, ni ningún otro. Pero haré el intento porque lo más seguro es que ocupes ayuda.
Elsa alzó levemente sus comisuras, Ross era un encanto de niña. No entendía que estaba mal con su madre, o con Jack, o en lo que había sido de sus vidas. Porque Elsa estaba segura de que si ella llegará a tener una hija como Ross, bueno, jamas la alejaría de su lado. Jamás.
Sacudió la cabeza y tomo su bolso del sofá. Alex corrió hasta el sofá y se acurrucó entre los almohadones. Dándole a entender que el tampoco tenía ganas de salir de casa. ¿Casa? No, corrección, del departamento en donde se hospedaban.
—Bien... Chicos, creo que esta más que claro que mi confianza en ustedes es nula, osea, cero.
—¿Qué? —sonrió Jessie con cinismo, Elsa rodó los ojos —. Hemos echo de todo por ganarla, ¿en que nos equivocamos?
—Muy graciosa, Jessie. Ahora es cuando agradezco que las ventanas no se abran, de cualquier forma dejare cerrado con llave. Es para prevenir.
—Esta bien —comento Alex desde el sofá, por un minuto Elsa lo encontró terriblemente adorable —. Realmente no tenemos ganas de nada, yo solo quiero dormir y una buena ración de galletas con dobles chispas de chocolate y una malteada de fresa con vainilla.

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The Kids
FanfictionHay una palabra perfecta para definir la vida de Elsa Arendelle y esa es; lujosa. Ella es una soltera muy exitosa que vive en New York. Por supuesto que no piensa en casarse o en formar una familia propia, como últimamente hacen todas sus amigas; qu...