Trece.

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El presente.
{Y las consecuencias}

Jack no podía dormir. Daba vueltas por la suite y se tomaba el cabello. El pasado no se podía cambiar, tampoco borrar, mucho menos olvidar. El había tenido un tropiezo y aquello lo perseguiría por el resto de su vida.

No le contaría a Elsa lo que paso, aún se sentía avergonzado. Con él mismo. Porque había sido un cobarde y no sé lo dijo en su momento. En ocasiones tenía pesadillas con aquella fiesta, porque sabía que ese día fue el que marcó el resto de su vida.

Se sentó en el borde de la cama, y ala cabeza se le vino todo. Otra vez. Labios rosas, cabello sedoso, carácter fuerte, un error...

Ese día estaba adherido a su memoria con fuerza. Cada momento brillaba con fuerza. Nunca se irían estarían ahí para recordarle que era un asco. Que había engañado a la persona que más le importaba en esos momentos.

Además ella ya no tenía derecho a saberlo. Porque los años habían pasado y Elsa ya no era nada suyo, y tampoco necesitaba de sus explicaciones. Su tiempo ya había pasado y ahora él tenía tres hijos, un hámster y problemas para dormir.

Él tiempo se había encargado de poner todo en su lugar y el lugar de Jack era junto a sus hijos. Sus tres niños, la tropa Frost y la razón por que su tristeza era menos. Un poquito más soportable.

Jack miro su teléfono celular y buscó el número de una persona que conocía la historia, pero que a pesar de todo no había abierto la boca. Miro a Hiccup de reojo. El castaño seguía más que dormido y eso lo hizo suspirar de alivio.

Se debatió un momento entre hacerlo o no. Pero después presionó el botón, total, no tenía a nadie más con quien hablar. Ella era la única persona con quien podía hablar sin ser juzgado.

-Hola, ¿te desperté? -del otro lado una chica lanzó un bostezo. Jack se sintió un poco mal por haberla despertado, pero de verdad quería hablar con alguien.

-No, no ¿Qué pasa? -su voz sonaba adormilada -. ¿Los niños están bien?

-Sí -respondió Jack rápidamente, lo menos que quería era preocuparía a altas horas de la noche -. Ellos están bien... Están con una amiga.

-Oh, Elsa... -murmuró la chica, antes de bostezar -. Me disculpo por no haber poder cuidar de ellos.

-No, yo lo entiendo -Jack se arrastró por la cama se sentó y recargo la espalda en la cabecera -. Además de Suiza esta muy lejos.

-Bastante -contestó -. Y a mis sobrinos no les gustan mucho estas... Tierras.

Jack río, amaba a su hermana. La amaba por estar ahí, por no juzgarlo, por apoyarlo, la amaba por ser tan oportuna.

-Sí, ellos son niños apegados a la ciudad. Adoran Nueva York. Están encantados de vivir aquí.

-Ya lo creo, su madre... Ella quería que crecieran en la ciudad que nunca duerme -su hermana suspiro, Jack sabia que Emma quería mucho a la madre de sus hijos. Recordaba lo bien que se llevaban eso hizo sonreír a Jack.

-Sí, y ahora aman la ciudad. Están encantados....

-Siento que algo no está bien, ¿Qué ocurre?, ¿has hablado con mamá?

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