Treinta Y Cuatro

4.1K 311 223
                                        

✖ De cacería II ✖
Martes, 10:00am

La noche pasada hablaron bastante después del cálido abrazo y eso Jack lo aprecio. Al final Elsa terminó por llevar a Jack a su cabaña. Sí, eso fue raro. Pero él se lo agradeció enormemente, de no haberlo hecho, probablemente él se hubiera perdido. Otra vez... Llegando a casa Emma se burló de él.

Tú novia te trajo. ” se había reído. Él había hecho un intento por calmarse e ignorarla. A final de cuentas Emma siempre resultaba ser una pesada. Se fue a su habitación, de donde no había salido, desde la noche pasada.

Con todo aquello Jack no había tenido tiempo de evaluar la situación a gran detalle. Aprovechó su momento a solas y a la mente se le vino Aurora. La chica más ingenua y tonta por respetar las reglas al pie de la letra. Una nerd con una cara preciosa y un cuerpo caliente. Poco más que un posible buen polvo. Un premio.

—Aurora… Aurora —saboreo el nombre que salía de sus labios, casi como un susurro muy suave. Mitad angustiado y mitad molesto. El tema de Aurora siempre le caía como un balde de agua fría.

Algo siempre le decía que ella podía ser su perdición. Era como un sexto sentido que le advertía que debía tener cuidado con ella. Algo así como un letrero de peligro. Sin embargo, Jack no seguía las reglas y seguidamente se preguntaba “¿Qué problema podría causar me Aurora?” sólo se contestaba “Es tan pequeña. Tan tonta. Como el algodón. “ Jack ignoraba los planes del destino. Lo peligroso que puede ser jugar a ser el malo.

Dejó de darle más vueltas al asunto. Se recostó en su cama y se quedó profundamente dormido admirando cada detalle del techo.

Miércoles.
6:25am

La mañana era especialmente tranquila ese día. Jack salía a correr como todas las mañanas cuando la tierra olía a rocío y los pájaros a penas elevaban vuelo al alba púrpura. Sus pulmones absorben el aire matutino como lo haría una esponja con una gota de agua.

Estaba agitado y sus músculos hormiguearon. Se pasó las manos por el cabello desordenado y apartó un auricular de su oído. Se tomó un tiempo para recuperar aire. Respiro; 1…, 2…,3. Hasta que su corazón regreso a su ritmo habitual y sereno. Solo entonces pudo respirar con facilidad dejando que el aire entrará y saliera de sus pulmones con normalidad.

—Eh, Jack —La voz de Elsa lo sobresalto. Aunque no pudo negar que se alegraba de oírla precisamente a ella rodeando por estos rincones del bosque.

—Elsa —murmuró, irguiéndose frente a ella notando rápidamente que tenia las mejillas rojas —. Veo que no soy el único por el lugar. Me alegra verte.

—A mi también —le sonrió, quitándose los auriculares y guardándolos en los bolsillos traseros de su pantalón deportivo blanco hasta las rodillas —. Quería agradecerte por la confianza... bueno, por lo del otro día.

—Estuvo bien —sonrió.

Esta vez Jack le presto mayor atención y noto que era muy bonita. A pesar de los años juntos en el mismo instituto y las amistades en común Jack nunca la había mirado realmente, y esta vez se dio el lujo de hacerlo. Tenía facciones muy finas, con grandes y expresivos ojos azules, mejillas como un par de granadas. Rojas por el calor corporal que produjo el ejercicio. Una boca pequeña y delgada como su nariz. Una combinación que solo iba bien con el rostro de Elsa Arendelle.

—Sí… ¿Está bien si te invito a cenar el viernes en la noche?

Jack frunció el ceño confuso. No había problema, había pasado tiempo con ella y descubrió que era interesante y divertida. Así que no se aburriría. El problema era otro, no conocía ningún otro lugar a donde ir que no fuera al río, su cabaña o la de él y Jack realmente estaba harto de todo los alrededores. Era como ver una fotografía todos los días, algo realmente agotador. Elsa espero una respuesta algo nerviosa. A lo mejor le decía que no o le ponía alguna excusa. No estaba segura si él estaba dispuesto a sucumbir a su idea de una cena juntos. Después de todo aun eran dos completos extraños, ¿no?

The Kids Donde viven las historias. Descúbrelo ahora