Veintinueve

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En medio del caos
New York, presente.

—Mamá —suspiro, miro el techo con el a fan de hacer que sus lágrimas se marcharán, pero no pudo. El dolor era más fuerte —... Ella, murió, Elsa.

Elsa se cubrió la boca con las manos, estaba aturdida. Sentía que la habitación daba vueltas, sus oídos zumbaron y su nuca comenzó a doler. No pudo, ni quería imaginarlo. Aurora seria joven, tan solo un año menor que ella, ¿Qué pudo a ver acabado con su vida? ¿Qué la obligó a abandonar a sus tres pequeños?

En un momento su boca se seco. Jessie dejo escurrir las lágrimas por sus mejillas, el corazón de Elsa sintió dolor y pena. Se doblegó con Jessie a su lado, y entendió porque su necesidad de ser fuerte y la comprendió aún más. Luego pensó en Ross, era tan pequeña y ya conocía del dolor de perder a alguien. A su mente llego Alex y esa sabiduría que poseía, pobrecillo, sin una madre que lo proteja.

Finalmente pensó en Jack. ¡Oh, Jack Frost! Padre torpe y primerizo. Tan encerrado en su dolor que no era capaz de demostrarles a los suyos cariño. Pobre Jack, perdió a su esposa y tuvo que afrontar nuevas responsabilidades. Pobres Frost, concluyó, solos y lastimados. Por los ojos azules de Elsa, también, escurrieron gotas de sal.

—No puede ser —murmuró atónita, Jessie asintió con pesar, más bien, muchísimo dolor —. ¿Pero cómo? Aurora era una chica joven, sana como pocas. No puedo entenderlo...

—Fue hace tres años —Jessie bajo la mirada, su voz se escuchó como un murmullo perdiéndose en el aire. Elsa tuvo que acercarse unos sentimientos más —... No fue por enfermedad. Fue por —la niña trago en seco y apretó los dientes —... Fue por Ross.

—¿A qué te refieres? —cuestionó Elsa con un tono suave y terso —. No lo entiendo.

—Ross tenía dos años. Solía ser muy traviesa cuando comenzó a caminar y mamá tenía que estar todo el tiempo tras de ella y la casa era enorme , pero me estoy desviando —agitó la cabeza tratando de concentrarse en los sucesos —... Fue en agosto. Papá y mamá estaban peleados. Y papá se había ido de viaje así que la prima de mamá, Maléfica, al enterarse había ido a visitarnos, pero ella solía ser una persona muy "espiritual" o algo así...

« Justamente por eso le llevo a mamá una vela de canela. Le dijo que era perfecta para el amor en el hogar... La tía Maléfica la encendió y la dejo sobre la mesa del comedor. Yo, personalmente, siempre le dije a mamá que esas cosas eran tonterías, supersticiones. Pero mamá siempre dijo que había que respetar las creencias de la gente... Así que la dejo encendida y no dijo nada.

Todo paso tan rápido esa maldita tarde y yo lo recuerdo detalle a detalle. Cada imagen esta grabada en mi memoria. No sé va a ir jamás... Estábamos en la sala de estar y en la cocina la tía Maléfica cocinaba algo para la cena, yo hacia la tarea sobre la mesa de centro. Alex tenía varicela, así que se había quedado en los brazos de mamá... Y Ross... Ross estaba en el comedor.... »

—Dios —fue lo único que se le ocurrió a Elsa decir. Cada palabra que salía de la boca de Jessie, cuanto dolor en su narración la hizo entender sus razones. Y, al mismo tiempo, se rehusó a creer que alguien como Ross hubiera sido la culpable —. No puede ser...

—¿Quién más, Elsa? —le pregunto con los ojos estallando en lágrimas de tristeza —. Mamá se descuido solo un segundo ¡¿Y cómo no hacerlo!? —exclamó cerrando los ojos al recordar aquello —. Tenía mil y un cosas en la mente. La varicela de Alex, el trabajo, la fundación, a Ross, mi recital y la pelea con papá. Yo no la culpo...

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