Diecinueve

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✖ R O J O ✖
Flashback

Por la tarde, en casa de Elsa, las chicas llegaron a las seis en punto. En la habitación de Elsa, las chicas, ya se daban los últimos toques. Punzie se peinaba el dorado y largo cabello frente al espejo, Merida se ponía los pendientes dorados con mucho cuidado y Elsa se maquillaba frente al espejo de su tocador.

—Quiero que esta noche sea la mejor de nuestras vidas —dijo Elsa, mientras se ponía toques de polvo por los pómulos y las mejillas.

—Estoy de acuerdo —asintió Merida poniéndose de pie y mirándose el vestido corto y verde a través del espejo junto a Elsa —. Mi cita es un encanto, a lo mejor él es el indicado. Si saben a lo que me refiero —dio un guiño coqueto.

—No te precipites, roja —le aconsejo Punzie con amabilidad —. Yo quisiera esperar a, bueno, a la universidad. Al menos seré más madura.

—Yo creo que Jack es el indicado para mi. Me respeta, nunca me ha forzado, ni nada por el estilo —suspiro con ilusión, estaba tan enamorada de aquel muchacho. Pérdida en él y pérfida por lo que sentía cuando lo tenia cerca. Pero, en este caso, Elsa no tenía idea de lo que ocurría a su al rededor. No es que Jack fuera malo, simplemente había tomado una mala decisión —. Hoy, seré de él y solo de él. Ya lo decidí.

—Vaya, escucha te —dijo entre dientes Merida, sentándose en la cama de Elsa. La pelirroja sabia que no podía abrir la boca, por más que Elsa fuera su amiga, aquella no era la situación de Merida, ni siquiera de Elsa... Porque ahora el problema era de Jack y la chica. De nadie más —. Te escuchas muy decidida, linda. Pero yo que tú... Quizá deberías esperar más.

—Sí —apoyo Rapunzel, sabía porque Merida le aconsejaba todo eso. No querían sonar como dos santas, pero estaban seguras que mejor para Elsa que desechara la idea de perder la virginidad con Jack —, es mejor esperar. Ya sabes... Nunca terminas de conocer a una persona.

Antes de que Elsa pudiera abrir la boca y defender sus ideales de amor desinteresado y ciego por Jack, se escucharon unos golpes en la puerta de su habitación. Las tres chicas se miraron con extrañeza, Elsa respondió con un «Pase » y en el umbral apareció Aurora. Con un vestido largo y de color rojo, por supuesto, hasta los tobillos, con la espalda descubierta y un escote algo atrevido. Su cabellera dorada estaba suelta y le llegaba hasta la cadera.

Aurora nunca se maquillaba. No sabía hacerlo, a decir verdad, tampoco lo necesitaba. Pero sus conocidas lo hacían y hablaban de ello, Aurora se sentía torpe cuando eso pasaba. Cuando Elsa la vio le sonrió de oreja a oreja. Se sentía orgullosa porque Aurora al fin tomará la iniciativa de usar algo tan atrevido como ese vestido. Aurora le correspondió con una sonrisa más tímida.

—Lo siento, tú hermana me abrió la puerta. Me dijo que subiera y...

—Ay, no te preocupes —la interrumpió Elsa con amabilidad y ese tono despreocupado que solo ella tenía —. Déjame decirte que te ves hermosa.

—Encantadora —opinó Merida mirándola con incredulidad. Aurora poseía una belleza descomunal, lastima que fuera muy tímida para mostrarla —. Eres el balance perfecto entre sensualidad y inocencia.

Aurora bajo la mirada algo apenada, esa clase de comentarios la avergonzaban. Se sentía alagada, pero también algo incómoda con todo aquello. Recordó la primera vez que un hombre le dijo eso y se sintió la mujer más sexy del mundo. Pero eso no había durado mucho. Aurora se sentó a los pies de la cama y cruzó las piernas. Mirando a las tres chicas en su ritual de belleza.

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