Diez

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Jessie sonrió cuando entro a la aplicación de su teléfono. El artículo estaba vendiendo, ¡éxito! Con el collar de Elsa había ganado, más o menos, 200 dólares. La joya era un zafiro con cadena de oro, aunque las iniciales en el zafiro la devaluaban bastante.

Jessie supuso que las iniciales EYA eran la de ella y algún pobre diablo enamorado. Alguien con un hombre como; Andrew, Alan, Austin... Total que sabía ella.

Ahora tenía el dinero necesario para asistir al concierto del viernes y la fiesta después de. Y no sé arrepentía de ello, mucho menos ahora, que sus hermanos ya hasta hacían planes con ella. ¿Qué pasaba por su cabeza?, ¿no se daban cuenta de que Elsa solo era un obstáculo más que quería destruirlos?

El solo hecho de que le hablarán y le sonrieran la ponía de malas. De malas, en serio. Así que vender su joya por Internet le pareció una manera justa de estar a mano. Porque ella robaba a sus hermanos, ella robaba su joya, justo, ¿no?

—Hey, Adrien —saludo en bajito, del otro lado del celular un chico sonrió con añoranza —. ¿Adivina quién ira al concierto?

—No, ¿tú padre te ha dado permiso?

—Algo así... —divagó un poco, Adrien se río. La chica le encantaba, le gustaba su forma independiente y libre de actuar. Pero Jessie parecía no fijarse en él, a ella le gustaban los chicos más grandes. Eso desalentaba a Adrien.

—Eso esta muy bien, yo paso a buscarte.

—Eso seria perfecto.

—¿A tu casa?

—No, no —se adelantó —. Digo, no estoy en mi casa. Me estoy quedando en un apartamento en la quinta avenida.

—¿Así? —Adrien presto más atención, todo lo que pasaba en su vida le resultaba fascinante. Desde... Aquello, Adrien siempre sintió que debía protegerla. Porque Jessie era un cristal, uno muy frágil... Uno roto.

—Sí, es... Complicado —suspiro —. Te contaré, lo prometo. Por el momento te enviare mi ubicación... Ya te diré a que hora estaría bien encontrarnos. ¿Esta bien?

—Esta perfecto, Jessie... Más que perfecto.

—Bien te veré luego.

Sin esperar respuesta Jessie corto la llamada, se envolvió una toalla en la cabeza y salió, del único, baño del departamento. Al salir se encontró con Elsa y Ross mirándola seriamente. Jessie se encogió de hombros y se dirigió a la cama.

—¿Qué pasa contigo, Jessie? —le encaro Ross. Jessie hizo una mueca de desagrado, acomodándose la bata de baño.

—Lo siento, enana... Estoy empezando a ser una mujer, vive con eso.

—¡Eso no me importa, chica sangre!

—Ross... —la reprimió Elsa, aguantando otra carcajada. Jessie frunció el ceño, odiaba que su hermana fuera tan... ¡Odiosa! Y quizá era algo que estaba copiando de Elsa. Eso la hizo aborrecer la aún más.

—No, Elsa —la interrumpió Ross, sin apartar la vista de Jessie —. Jessie debe entender que no por ser una pre adolescente es el centro del universo, yo tengo ganas inmensas de hacer pipí... ¡Mi vejiga puede explotar! Y todo por su causa.

—Hey, linda —la llamo Elsa, eso le salió tan normal. Como si la hubiera llamado así desde siempre, luego sacudió la cabeza —. Ross, tranquila.

—Sí, calma la. Ella siempre recibe la atención de todos, ¿y por qué? Porque es la niña tonta y huérfana de la que todos sienten lastima —Jessie se puso de pie, y la manera en que miro a la pequeña Ross hizo a Elsa enrojecer de furia, ¿con que derecho le hablaba así a una niña? —. ¡Porque eso eres Ross, una niña tonta, huérfana y ridícula!

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