Veinticinco

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✖ Esa noche ✖
Toda mía, todo tuyo...

—Eres tan... Hermosa.

Las mejilla de Aurora se tiñeron de rosa y el corazón le tembló. Jack era la personificación de la diversión y de todo lo bueno en el mundo, a los ojos de Aurora. Y que el creyera que era hermosa, la hacia alucinar.

Pero, Aurora sabia que Jack era novio de su mejor amiga. Que algo como esto estaba mal y que no debía seguir. Porque Elsa nunca la traicionaría, ¿o sí?

—Eres muy amable —murmuró, y con todo pesar se alejo de su tacto,ante el gesto Jack enarcó una ceja pensando que la había ofendido.

—Lo siento si te ofendí. Esa no era mi intención...

—No es eso, Jack —lo interrumpió, conservando aquel tono suave como algodón, Jack intuyó que al menos no estaba molesta —. Mira, yo sé que tú y Elsa se —trago seco —... Aman y no creo que nada de esto sea prudente.

Jack lo repaso rápidamente, vale, a la mejor y nada de esto estaba bien. Pero si tenia dos cosas bien claras; la primera, sabía que Elsa en estos momentos ya le daba igual. No podía pensar en ella sin que el estómago le doliera y las mejillas le hirvieran. La segunda; Aurora siempre le había resultado una debilidad y jamas podía controlarse con ella delante.

Y no era precisamente por el hecho de ser hermosa, que si lo era y Jack lo sabía de sobra. No, era su dulzura,  la forma en la que caminaba, su timidez al hablar y el resplandor en sus pupilas lilas. Bueno, había más que algo.

—¿Nada de esto? —cuestionó, fingiendo demencia —. ¿Y qué es lo que está pasando?

—Esto. Ya sabes, traerme a casa, que hables de más ¡Estar en el asiento del copiloto de tú auto!

Jack no pudo evitar sonreír, porque le pareció la chica más tierna en el mundo. Rubia, inocente, pura... Él color rosa personificado, todas las buenas intenciones y la bondad de este mundo, pensó.

—A ver —la miro con ternura, como si fuera explicarle algo a una niña pequeña —.... Elsa y yo no nos pertenecemos, al menos sé que yo no le pertenezco. Además, también está el hecho de que siempre me esta mintiendo, ordenando me o compitiendo conmigo.

—Sin ofender —lo interrumpió Aurora, mordiéndose ligeramente el labio inferior —, no será más bien que estas un poquito ebrio.

—No tome nada —negó sonriente —. No suelo beber, mucho menos en fiestas como esas.

—Oh —murmuró Aurora, sintiendo como sus mejillas se volvían a teñir de rosa.

Jack se acercó un poco más a ella, borro la sonrisa, y esta vez la miro con seriedad y cariño mezcladas entre si.

—Aurora —comenzó, bajito para que solo Aurora pudiese escuchar —, quisiera saber; ¿Por qué siempre que me acerco te pones así? ¿Por qué no puedes creer que yo crea que eres hermosa?

Aurora retrocedió un poco, pegando su espalda contra la ventanilla del auto. Lo mito por encima de sus largas y espesas pestañas, había algo que no quería apartar la mirada de esos ojos azules y había algo más que le decía que esos ojos eran prohibidos, tóxicos.

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