Once.

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Años atrás.
{Flashback}


Salio de su casa puntual, como siempre, ni siquiera le dio tiempo de despedirse de su hermana. Pero tampoco le presto mucha importancia, porque supuso que estaba tan dormida que apenas la escucharía. Se arreglo el cabello y, discretamente, reviso su aliento.

Justo a tiempo, un auto negro aparcó frente a su casa. La sonrisa de Elsa creció tanto que casi no le cabía en el rostro. Se notaba más que enamorada. Su novio, y presidente del consejo estudiantil pasaba por ella como cada mañana desde que comenzaron con su noviazgo.

Elsa se acercó al vehículo, sentía que su estómago se hacía más y más pequeño. El efecto que Jack Frost lograba en ella, resultaba brutal. La hacia perder la cordura y la ilusionaba de sobremanera. Sí, oficialmente Jack Frost se había ganado el corazón de la talentosa Elsa. Quien con tan solo 17 años ya era una promesa musical.

Él piano era su instrumento y lo tocaba como nadie. Era buena y estaba en la banda de la escuela. Por las tardes impartía clases de piano a dos de sus vecinas. Aurora y Bella dos chicas de primer año, que la adoraban. Ambas eran buenas pupilas y la relación que tenían ya era de amistad sólida.

—Buen día, Frost —saludo Elsa, toco con sus nudillos el cristal de la ventana del copiloto. Jack se estiro y abrió la puerta para ella.

Pero, algo andaba mal. Hoy no había sonreído ni siquiera la había mirado como era su costumbre. Vamos, ni siquiera apartó la mirada del frente. Eso a Elsa le preocupo, pero se dijo que quizá estaba muy estresado con el baile de invierno en puerta y todos los detalles que faltaban por planear.

—¿Estas bien? —le cuestionó mientras se abrochaba el cinturón de seguridad con el un 'clic' —. Te tiemblan las manos.

—Sí —contestó apretando la mandíbula. Eso la extraño, porque Jack no era un hombre que conociera el estrés, la tensión ni nada por el estilo. Era Jack, el presidente estudiantil más relajado en la historia de Frise —. Estoy... Nervioso. El baile es el sábado y yo... Bueno, aún hay muchas cosas por hacer.

—Ya veo —le sonrió, acariciándole el hombro con suavidad —. No te preocupes, seguro todo sale bien. Avísame si necesitas ayuda para algo.

Jack la miro y pensó que ella no merecía nada de esto. No merecía que el fuera un imbécil que no había podido controlarse. No merecía querer a alguien tan bajo como él. No sé merecía a un pelele que no podía mantener su bragueta cerrada. Eso lo hizo querer golpear a alguien.

Hace un par de semanas su vida estaba en orden. Vale, ya sé había equivocado, pero no parecía haber repercusiones. De hecho todo parecía normal. Elsa no estaba enterada y ella estaba feliz con él y con su relación. Pero ahora la vida le estaba pasando factura y el precio era más alto que el de un departamento en la punta del monte Everest.

—Gracias, Els... —murmuro, le tomo la mano pero no fue por mucho tiempo. Porque algo le decía que estaba mal. Estaba mal tocarla. Estaba mal mirarla. Estaba mal besarla... Ahora era que se daba cuenta que no había chica más linda que Elsa eso lo hizo desesperar ¿Por qué no pudo haber notado eso tres meses atrás?

Así que apartó rápidamente sus manos y encendió el estéreo del auto. Elsa no entendió el porque de su gesto, pero intento no obsesionarse con el tema, a final de cuentas él siempre volvía a la normalidad. Así que, por esta vez, lo dejaría estar.

—¡Hey, Elsa! —una voz dulce cruzó por el vecindario o, bueno, hizo el intento. Elsa la reconoció al instante, era su pupila preferida, la chica con sonrisa amigable y voz angelical. Aurora Beauty Sleeping. Ella se acerco hasta la ventana, Elsa bajo la ventanilla y le correspondió la sonrisa.

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