Capítulo 25

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Capítulo 25:


Ambas nos habíamos quedado completamente calladas. Louis pareció que era un momento íntimo para mí, así que sonrió levemente antes de levantarse y salir de la habitación, no sin antes cerrar la muerta. En mi mente, se lo agradecí enormemente.

Hace años que no tenía ni un tipo de contacto con las personas a las que llamaba padres. Una vez que se salí del hospital y se aseguraron de que había mejorado casi por completo —digo casi, porque uno nunca mejora de esta clase de cosas— fue cuando tomaron la decisión de irse de este país. Nada los retenía aquí: ambos eran hijos únicos y sus padres habían fallecido mucho antes de que Tyler lo hiciera, así que optaron por mudarse al otro lado del mundo. Sin embargo, había algo que sí me retenía a mí: mi hermano. Nunca lo dejaría por nada del mundo. Mis padres lo dejaron atrás, así que yo no haré lo mismo que ellos. Les dije que, una vez que se fueran, nuestra relación cambiaría, y no les importó. Ahora, después de más de 2 años, se dignan a llamarme.

—¿Cómo conseguiste mi número? —dudé, temblorosa.

—Eso no importa —susurró—. Hija, hace tanto tiempo que queríamos escuchar tu voz...

—¿Queríamos?

—Estás en altavoz, querida. —La voz de mi padre se oyó al fondo, y no pude evitar que una lágrima cayera de mi ojo derecho, recorriendo mi mejilla—. ¿Cómo has estado?

—Bien, eso creo... —admití.

—Te llamamos porque nos enteramos de que fuiste aceptada en la universidad, Emily —aseguró la mujer—. Si necesitas algo, sabes que puedes decirnos.

—Gracias, pero todos estos años me he valido por mí misma, así que no creo que necesite algo de ustedes.

Estoy segura de que mis palabras pudieron herirlos, y más porque su propia hija era la que las decía, pero no pude evitarlo. Sé que soy una persona algo rencorosa, pero ellos, con una gran cantidad de dinero generada por la empresa que crearon en Estados Unidos (lo sé porque siempre leo noticias sobre ambos) nunca se dignaron a regresar para saber cómo me encontraba. Si yo tuviera el dinero suficiente para ir, lo hubiera hecho, pero preferí que ellos tomaran la iniciativa. Lamentablemente, no fue así, hasta ahora.

—Nos enteramos de que el asesino de nuestro hijo fue encontrado —dijo el hombre, con la voz rasposa—. ¿Eso es cierto?

—Creo que las noticias las leyeron muy tarde, ya que eso fue hace un año. Ahora, ese hombre ya está libre.

—¡¿Qué?! ¡¿Libre por qué?! —gritó ella.

—Porque ahora trabaja para el FBI.

—Ese idiota no lo merece —aseguró mi papá. Si tan solo supiera...—. ¿Hay algo que podamos hacer para regresarlo a la cárcel?

—No será posible, padre —afirmé—. ¿A qué debo su llamado, entonces?

—Haremos nuestros trabajos pendientes y, pronto, iremos a visitarte. Lo prometemos, Emily.

—Vaya que se tardaron. —Reí irónicamente.

—Hija —gimió mi mamá—, teníamos una empresa que crear y hacer crecer. Debes entender.

—Ustedes son los que deben entender —ataqué—. Su hijo fue asesinado y su hija, metida a un hospital psiquiátrico. Cuando más los necesitábamos, ustedes no estuvieron. Siempre fuimos Tyler y yo, nada más. Ahora, soy solo yo.

—No nos hables de esa forma...

—Estoy ocupada, madre. Llámenme después.

Sin esperar sus respuestas, colgué inmediatamente y lancé el teléfono a alguna parte de mi cama mientras tapaba mi cara con las manos y empezaba a llorar. ¿Cómo pueden ser tan sínicos? ¿Cómo les importó más su jodido trabajo que dejar a su hija recién curada de una fuerte depresión sola?

Un Asesino SueltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora