[Secuela de Amor Prohibido]
[Completa]
Aome y Maximiliano tienen la felicidad que siempre desearon. Una vida de lujos, sus hijos, familia y sobre todo, su amor incondicional.
Parece perfecto.
¿Pero qué pasa cuando los fantasmas del pasado regres...
Sus ojos estaban perdidos en la ventana, mirando y admirando el bello paisaje que se mostraba al otro lado de la vidriera.
Ya había pasado todo un año desde la trágica reunión con su padre.
Ella estaba sanando, lento, pero estaba sanando y eso me llenaba de fuerzas.
Contemplarla se había convertido en mi mejor terapia. Era lo que me daba fuerzas a mí para ayudarle a ella, para no dejar que se derrumbara.
Aome era fuerte, una guerrera, de eso no tenía una pizca de duda.
Giró el rostro al sentir mi mirada en ella. Me sonrió. Yo le devolví la sonrisa. Extendió su mano para que la acompañará junto a ella.
Venir dos veces al año a este hermoso lugar se había vuelto nuestra costumbre. Ella amaba este lugar, en donde le había prometido que la cuidaría mejor que a mi vida y en donde ella podía dejar ir toda preocupación que acongojara su alma.
Me senté a su lado, tome sus manos y las apreté.
—¿Que tanto piensas? —acaricie su mejilla.
Ella suspiró y dejo salir una risita.
—Quiero otro bebé.
Me dijo sin siquiera poner un poco de espacio en las palabras.
Reí.
—Estaría gustoso en ayudarte hacerlo.
Ambos reímos. Ella se acercó y se enterró en mis brazos, colocando su mejilla en mi pecho.
—Hablo enserio —murmuró besando mi piel.
—Yo también —le respondí acariciando lo bajo de su espalda.
—Te amo.
Soltó y deslice una sonrisa.
—Yo también te amo.
En este año mucho había pasado. Angelina había descubierto a los Hamilton, Logan y su madre ahora estaban esperando un juicio que seria largo y cansado. De Alexandra ya no habíamos vuelto ha saber nada y en parte la entendíamos, después de todo Aidan había sido su hermano, ella tendría que cargar con eso toda su vida.
La herencia de Aome había quedado en manos de ella, toda completamente toda, y su madre iba a salir en unos meses, al fin Aome iba a tener a su madre con ella. Roselind lucía arrepentida y aunque aún no confiaba en ella, me era suficiente ver a Aome feliz. Ella necesitaba a su madre.
Nuestros hijos seguían creciendo y siendo adorados por sus abuelos.
Mi padre y Roselind se habían divorciado y mi padre se había casado con Megan, su doctora.
Amelia vivía en Londres con Angelina, ella había venido hace unos meses atrás a disculparse con Aome, le había dicho que si ella se había podido curar de su locura y se arrepentía de las cosas del pasado, ella saldría adelante.
Eso le había hecho bien a Aome, ella la había perdonado.
Todo estaba marchando perfecto y ahora estaba aquí, con la mujer que amaba.
—Estas perdiendo tiempo —masculló empezando a pasar las yemas de sus dedos en mi desnudo pecho.
Acaricie sus labios lentamente sintiendo el reconfortante calor que su piel traspiraba.
—Eso crees.
—Aja...
Desbordó sus ojos en los míos. Roce mis manos en su cintura atrayéndola en mi cuerpo.
—Entonces podemos arreglarlo.
La luz en sus ojos brillo. Ella deslizó una sonrisa traviesa.
—Gracias por amarme de la forma en como siempre lo has hecho.
—No podría ser de otra forma. Desde que te conocí, te incrustaste en mi corazón, en mis retinas —ella dejo salir una risita—. No puedo dejar de amarte ni un solo momento.
Delinee sus desnudos hombros bajando las tiras del camisón que vestía.
—Maximiliano Jones, mi hombre con el nombre de perro —empezó a besar lentamente y pausado mi boca—. Lo que tenemos nunca se acabará, porque nuestro amor es eterno.
—Esa es la mejor palabra para describirlo.
La tome de lo bajo de la espalda y la uní a mi en un beso desesperado. Saboreé cada pedazo de ella, disfrutando de los momentos que podíamos compartir.
Sí, nuestro amor era eterno, tal vez con sus altas y bajas, pero era nuestro.
Ella y yo, luchariamos porque siempre fuera así, hasta el final.
*** Tiempo después.
Aome sonreía mientras sostenía a Blair entre sus brazos. Alex y Nina estaban jugando del otro lado del jardín,mientras nosotros llenábamos de besos a su hermanita.
Blair estiro sus brazos para que la cargará, ella era toda una nena de papá.
Cargue a mi pequeña mientras Aome se colocaba la cámara a la altura de su rostro.
—Sonrían para Mamí.
El flash hizo a Blair reír. Aome me mostró la fotografía.
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—Es fotogénica, igual que su padre.
Ella rió y me dio un beso.
—Está también irá a la exposición.
Aome hacía exposiciones de sus fotografías, incluso había ganado unos cuantos premios.
Roselind salió al jardín juntó con Alex y Nina.
—Pónganse todos, les tomaré una fotografía familiar.
Todos nos acomodamos para la fotografía y sentí un beso en mi mejilla.
—Gracias, Maximiliano Jones, gracias por llegar a mi vida y darme esta eterna felicidad.
Le acaricie la mejilla viendo lo afortunado que era.
—Gracias a ti, Aome Jones, por dejarme ser el hombre que hizo tu mundo temblar a tus pies.
—Sonrían.
Sonreímos para la foto, pero lo más importante, es que le sonreiríamos a nuestra eternidad.