🥀Capítulo 13 Segunda Parte🥀

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Maximiliano

Las manecillas del reloj giraban. Mis ojos seguían pegados a este desde que el doctor me había traído a su oficina para explicarme lo que estaba sucediendo con Aome y de eso ya hacían dos horas. Se la habían llevado hacerle algunos estudios y ver la causa de su repentino comportamiento.

Su mirada de horror al verme no podía sacarla de mi mente. Era como si yo fuera un extraño para ella. Me sentía tan contento que estuviera bien, despierta, viva, pero me dolía en gran manera ver ese vacío en sus ojos. Había tratado de calmarla, pero eso solo lo había empeorado. Su mirada estaba tan perdida.

El doctor azoto la puerta sacándome de mi letargo. Camino rodeando su escritorio y sacó un archivo. puso ambas manos al frente y conectó su mirada con la mía.

—Señor Jones, su esposa presenta un cuadro de pérdida de memoria critico. Que en mi campo conocemos como Amnesia retrógrada. Vera, la persona olvida los acontecimientos que guardaba antes que ocurriera el golpe o accidente, esto es un fallo del mecanismo de reproducción del cerebro. Los recuerdos siguen ahí, simplemente los pacientes no puede llegar a ellos —hablo tan rápido que me costó seguirle el paso de palabras.

—¿Pero se curará? —pregunté tratando de analizar qué sucedía.

—La duración del período es inaccesible, puede variar de minutos a años —la palabra años se repitió tantas veces en mi cabeza que parecía una canción repetida una y otra vez dando y dando.

—¿Qué podemos hacer en este caso? ¿Hay alguna cura? ¿Algún tratamiento? ¿Puedo hablar con ella? ¿Decirle quién soy? —bombardee al doctor con preguntas. Necesitaba saber que iba a pasar con Aome.

El doctor bajó el rostro, lo vi tensarse y pasar saliva.

—En estos casos es mejor no abrumar al paciente. Señor Jones, no puede meter los recuerdos a la fuerza en una persona que en esos momentos no recuerda su vida pasada.

—¿Qué me está tratando de decir?

—Que usted es un desconocido para la señora Jones, todos en este momento son desconocidos para ella. Ella no recuerda ni siquiera su nombre.

—¿Pero...?

Las palabras no me salían, yo estaba en un limbo.

—La tendremos en observación, pero le recomiendo que si se acerca a ella, no perturbe su mente. No le diga quien es, para ella en estos momentos no existe usted, o su familia, ella está en blanco.

El silencio se congeló entre ambos. Aome no me recordaba, no sabía quién era, ella había perdido la memoria.

Me llevé las manos al rostro, presionando mi frente. Maldición, que iba a pasar, cómo podía ayudarla si ella no sabía ni siquiera quién era yo.

—¿Entonces...? ¿Debo alejarme?

—Por estos días, es mejor. Cuando ella se haya calmado y este menos intranquila, puede tener un acercamiento. Pero no puede decirle quién es, o dejarle caer toda esa información de golpe. El proceso debe ser lento.

—¿Qué pasaría si llego a decirle?

—Sería desastroso. Su mente puede cerrarse y entrar en un estado de amnesia orgánica, en pocas palabras ella se volvería loca. Jamás volvería a saber quien es y no solo eso, perdería su sanidad. Estaría condenandola a vivir en la oscuridad.

Me levanté del asiento y quise azotar lo que tenía enfrente de mí. Mi mano se elevó y di un golpe en la pared. Esto era demasiado para digerir.

El doctor se levantó asustado. Le alcé ambas manos en señal que me tranquilizaría. Sentí un líquido correr por mis nudillos. El doctor tomó el teléfono y llamó a una enfermera.

Amor EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora