Capítulo 19.

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La comida terminó en silencio. No había mucho de lo que hablar en realidad después de lo que ha pasado. Estaba claro que no iba a hablar de este tema en un restaurante. Y menos en un restaurante que era de la propiedad de Kenneth.

-¿Me dejaras pagar? –dijo Jack rompiendo el silencio. Fui a buscar mi bolso en el que apenas había 5 libras esterlinas.

-Si me hubieses avisado, hubiese cogido dinero.

-Entonces, pago yo.

-Pienso devolverte hasta el último penique.

El camarero trajo la cuenta y Jack pagó.

-Señorita Brooks. –me llamó uno de los múltiples camareros. –El señor Smith desea despedirse de usted. Acompáñeme.

-Jack, ahora vuelvo. Ve a por el coche. Saldré rápido.

Seguí los pasos de ese muchacho, hasta una habitación apartada. Entré en ella y me entró miedo. Sí, miedo. Estaba todo muy obscuro y sinceramente, me podía esperar cualquier cosa.

-¿Cómo te has atrevido a pasearte así por aquí? –escuché su voz llena de furia.

-¿Q-qué?

-El chico.

-Es solo un amigo. –agaché la cabeza en ese instante. –No sabía que este era su restaurante.

-Deberías conocer todo lo que vas a poseer.

-No lo quiero.

-Siempre he dicho que me gustaban las mujeres con carácter. Tú eres una de las que más me atrae. –en eso acarició mi mejilla.

-Pensaba que solo le gustaban las mujeres, no las niñas.

-No te pases. Sabes todo lo que puedo hacer.

-Perdón. –no hace falta decir que no sentía ese perdón, lo hacía solo por las consecuencias.

-Sabes lo que te conviene.

-Eso intento.

De un momento a otro sentí son labios sobre los míos. Ellos reclamaban posesión. No ere suya, y nunca lo sería. Sabía que esto iba a pasar. Siempre pasa. No podía llorar en ese momento. Si lo hacía estaba perdida. Sentí sus manos recorrer mi espalda. Un escalofrío se apodero de mí.

-Deberías irte. Mi mujer va a sospechar.

-Como siempre solo se preocupa por usted. –susurré en cuanto salí de la habitación. Casi corriendo salí del restaurante y el coche de Jack estaba enfrente de la puerta esperando.

-¿Qué ha pasado? –me dijo en cuanto entré.

-Lo de siempre Jack.

-¿Se ha atrevido a tocarte?

-Sabes que sí.

-Lucy, no puedes seguir así.

-Lo sé, pero de momento no tengo otra solución. –mi móvil comenzó a sonar.

-Lucy ¿os apetece venir a mi casa y ver una película? –la voz de Zoella sonó desde la otra línea.

-Ahora preguntó a Jack. –miré a Jack y le hablé. –dice Zoella que si vamos a su casa. A ver unas películas. ¿Te apetece?

-Vale. –contestó seco.

-Vamos para allá. –conteste a Zoella y colgué.

Su expresión era una línea fina. De hecho estaba al borde de no tener expresión y eso me preocupaba. Sabía que esto se iba a ir al carajo porque la comida ha sido un auténtico desastre. Y me niego. Me niego a que se separe de mí por cosas que no están a mi alcance. Vale, quizá sí que estaba a mi alcance. ¿Pero qué pasaría si me voy de la noche a la mañana de esa casa? ¿Qué pasaría con mi madre? ¿Con Elizabeth? ¿Con mis hermanastros? ¿Qué sería de Brad? Definitivamente éramos una cadena en la que si un eslabón fallaba todos se rompían. La casa de Zoella se hizo ya visible. Empecé a sacar fuerzas de dónde no las tenía porque no se me notase que estaba realmente mal. Me volvía a sentir sucia. Sucia y vacía. Sin dignidad. Humillada. Bajamos del coche y entramos a aquella casa. En cuanto me encontré con los demás empecé a repartir sonrisas y abrazos. Ahora mismo era lo único que podía dar.

-¿Qué tal la comida chicos? –preguntó Zoella.

-Bien, la verdad, ha sido agradable.

-Sí. –contestó Jack.

-Bueno, sentaos, ya hemos decidido que película será y solo faltan las palomitas.

-Si quieres voy y a por ellas. –me ofrecí.

-Genial, así me ayudas con las bebidas.

Nos dirigimos hacía la cocina.

-¿Qué ha pasado en la comida?

-Nada interesante.

-Tienes los labios un poco rojos.

-Oh, eso. –genial, me había olvidado de disimularlo. –Tengo los labios malos.

-Sí, malos.

-Bueno, no me creas.

-Es una coincidencia que Jack también los tenga.

No me había dado cuenta pero Jack había venido todo el camino frotándose los labios. Pensaba que era un acto de puro nerviosismo pero ahora veo porque lo había hecho. Le debía otra. Cogimos las cosas y volvimos. Había 3 sitios libres, uno al lado de Alfie, el cual ocupó Zoella, otro al lado de Marcus y otro entre Jack y Caspar. Opté por el último.

-Gracias. –susurré en el oído de Jack.

-¿Por qué?

-Por todo. Comprenderme, ayudarme y esas cosas que haces. Gracias.

-Bueno Lucy, a pesar de mis quejas y suplicas a los chicos, han decidido poner Insidius 2. –me eche para atrás instintivamente, no quería ver esa película. Era el género cinematográfico que más odiaba, y la verdad, era una técnica horrible para ligar, siendo sinceros. La película comenzó y no podía quitar la vista de la pantalla. En parte me odiaba por eso. Sabía que iba a acabar mal, pero aun así seguía mirando. Notaba a todo el mundo relajado excepto a Zoella y a mí. En los momentos de los sustos escondía mi cara detrás de un cojín. Pero eso no hacía mucho efecto la verdad. Me asustaba más el no verlo que pudiese salir de la pantalla. Es un poco loco, lo sé. El 3D me había hecho demasiado daño quizá.

No podía más tenía que esconderme. Sin pensarlo dos veces me tiré a los brazos de Jack. Las imágenes me abrumaban. Era tal el susto que llevaba encima que no podía evitar llorar. Jack se dio cuenta rápido de mis lágrimas y me abrazó de esa manera que él solo sabe. No solo lloraba por el susto, eso había sido la gota que colmaba el vaso, se me estaba juntando todo otra vez. Kenneth, Conor, Brad, Elizabeth, Luke, mi madre. Destruidos tanto por dentro como por fuera. Y luego estaba yo. La llave de una puerta, la cara con luz de una moneda muy oscura. ¡ESO ES! Tenía que cambiar de bando, pero ¿cómo?

Evenings in London | Jack HarriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora