Capítulo 32.

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Simplemente no podía creer lo que Kenneth me estaba pidiendo. Bueno, es Kenneth, sí podía creerlo, y era muy factible que tuviese que hacer eso, pero no quería. Es cierto que quiero que mi madre sea libre, pero Brad tiene un plan y probablemente esto lo arruinaría todo.  Y por otra parte, quiero a Jack, sé que no somos nada definido y la situación para fuésemos algo definido es más complicada de lo que parece y de la que hay ahora mismo.

-¿Me dejarás tiempo para pensarlo?

-Por supuesto, sabes que cuando se trata de ti tengo una pequeña debilidad.

Me senté en el sofá de la sala. Kenneth tuvo que irse ya que Conor al verme, aunque parezca increíble, lo echo de allí. Algo ha debido cambiar, porque el Conor de hace una semana no hubiese hecho eso.

-Lucy –dijo captando mi atención. – ¿te encuentras bien?

-No, no estoy bien. Este hombre me está arruinando la vida y ni siquiera nadie se da cuenta. Nadie lo para.

-Quiero que sepas que estoy intentando ser mejor persona por ti, por Elizabeth, por Luke, por tu madre.

-No la nombres ahora mismo. Siento como si la hubiese traicionado. –las lágrimas comenzaban a amontonarse en mis ojos poco a poco. –Después de todo lo que ha hecho por mí y yo no soy capaz de devolvérselo.

-Escúchame –dijo poniéndose a mi lado. –estás haciendo más que nadie. Has hecho en decir que lo tenías que pensar. Jack es un buen chico.

-Conor, Jack no es el problema de esto, es la solución.

-Lo sé, por eso he hecho todo lo posible por juntaros. Sé sobre el plan de Brad y es cuestión de tiempo que su padre se entere también.

-¿Por qué no lo paras?

-Por qué no quiero pararlo.

-¿Estás ayudándonos?

-Lo que puedo.

-Conor, gracias. Es un gran detalle por tu parte – ¿Confiaba en él? No, por supuesto que no. ¿Qué podía esperar de uno de los hombres que han hecho que me encuentre de esta manera ahora?

-Pero entended que yo vivo de ahí. No podéis destruirla entera. Es la única condición que puse.

-¿Solo esa? –pregunté desconfiada.

-No, las demás solo las sabe Brad. Puedes preguntarle a él, no es de mi competencia decírtelo. Te informará cuando crea necesario.

-Hablaré con él en cuanto pueda.

-Sé que lo harás. Si necesitas algo, ya sabes dónde estoy. –fue andando hacia la puerta.

-Conor –lo llamé- ¿Alguna vez quisiste a Diana?

-Lo hice cariño, y lo sigo haciendo, pero en esos momentos no lo pude ver. Espero que el chico que te amará tanto como yo lo hago, aunque no lo pareciese, no la cague ni cometa los mismos errores que yo.

-¿Por qué yo Conor? ¿Por qué no pudo ser otra chica? –No solo me refería a Kenneth, el cual se podía haber encaprichado  de cualquier chica, y además de eso ya sé la respuesta “Porque eres mi hija.” Me refería al bullying, a la falta de belleza en mi cuerpo, a la imperfección que me rodeaba y al asco que me daba mirarme en el espejo.

-Por errores míos del pasado. Siento que tengas que cargar tú con ellos ahora Pero yo era demasiado inútil como para ver más allá de mí mismo. Y ahora que intento remediarlos veo el dolor que he causado y que es demasiado tarde.

Eso explicaba demasiadas cosas, al menos para mí. Era un gran paso para Conor admitir todo esto. Mi madre me había contado más de un millón de veces que Conor era una persona totalmente diferente a cuando montó la empresa junto a Kenneth y al señor Harries. Ella tenía la esperanza de que ese Conor del que ella se enamoró volviese. Y quizás había vuelto, pero algo tarde. Ella era consciente de que Conor se dejaba llevar por las demás personas, que era demasiado influenciable y que la culpa de que él cambiase la tenía solamente una persona, y a estas alturas del partido creo que todos ya sabemos de quién estamos hablando. ¿Verdad? Sino os puedo dar una pista. Es la persona que me ha puesto entre la espada y la pared durante toda mi vida y creo que es el culpable de que tenga esta sensación tan extraña dentro del cuerpo. Sí, esa que tenía en casa de Jack. ¿Debería preocuparme? Por supuesto.

-Lucy ¿estás aquí?

-Brad, en el salón. –Brad apareció con la famosa Lena de la mano. ¿Celosa? Sí, más de lo que debería.

-Menos mal que estás bien. ¿Qué te ha dicho mi padre?

-Tengo que elegir. Como siempre.

-¿Entre qué?

-Mi madre o Jack. –Brad se puso tenso al oír su nombre.

-¿Qué has contestado?

-Que necesitaba tiempo para pensar cosa que no es para nada mentira. Necesito demasiado tiempo para pensar.

-Has hecho bien, pero eso le está dando pistas de que Jack ahora es una prioridad para ti. –dijo Lena.

-Y eso va a ser un gran problema.

-Puede serlo, pero todos sabemos que es uno de los intocables.

-Y él quiere que tú también lo seas, ¿o me equivoco? –puntuó Brad con ¿rabia? Parecía que me estaba culpando de todo cuando yo no sabía nada de absolutamente nada.

-Sí, pero también ponte en su situación, ¿no lo harías tú también?

-¿No lo estoy haciendo ya?

-Nadie te obliga y lo sabes. –dije ya con mal genio.

-Chicos, yo creo que es mejor que os calméis. Esto no nos va llevar a ninguna parte.

-Mira, en eso llevas razón Lena. Esto no nos va a llevar a ninguna parte. Siempre perdemos. Pase lo que pase.

-Pero nosotros podemos cambiar eso. –dijo ella.

-Lucy, cuantas veces tengo que repetir que tú eres la que lo vas a parar. Eres quién tiene el poder para ello.

-Pues yo no quiero tal poder.

-¿Sabes lo que pienso? Que eres una irresponsable. Que no quieres cargar con nada.

-¿Sabes la realidad? Quiero tener una vida normal y estoy haciendo lo posible por llevarlo lo mejor posible.

-Sí, muy normal no vas a tener la vida a tus 20 años porque estás embarazada. –eso me dejó helada. ¿Embarazada? –Sí, embarazada. Encontramos unos informes médicos en los que te han implantado un embrión, mientras estuviste en coma. De nada por decírtelo.

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Multimedia: Barbara Palvin (Lena Miller)

Evenings in London | Jack HarriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora