Los chicos salieron de la casa al oír mis gritos y tuvieron que alzarme en volandas para separarme de Dan y la serie de puñetazos, patadas y arañazos que le estaba propinando. ¿Cómo se atrevía a aparecer en mi casa de esa manera? ¿Quién se creía que era? Aparté mi vista de él para evitar volver a saltarle al cuello. Había gastado energía en ese imbécil por segunda vez en mi vida y no quería volver a cometer ese error. ¿Qué pensaba, que con decirme que lo sentía arrodillado delante de mí iba a saltar a sus brazos? Las cosas habían cambiado.
Entré en casa y subí a mi habitación cerrando detrás de mí con un portazo. Las lágrimas volvían a pujar por salir de mis ojos pero yo no pensaba volver a llorar por alguien que no se lo merecía. Por alguien que cambiaba las reglas de su propio juego según pasaban las horas. Estaba harta de eso. Y jamás volvería a llorar por él.
-Grace, abre. Están los chicos abajo, vengo solo.- la voz de Liam me llegó en un susurro. Abrí un poco la puerta y él aprovechó para entrar. Cerró la puerta tras de sí y me agarró por los hombros. Nunca había visto a Liam de esa manera. Y en cierto modo, tuve miedo.
-¿Qué te hizo ese imbécil? ¿Qué te hizo? Grace, por Dios dímelo. Dímelo y juro que le mataré. ¿Qué te hizo?
No respondí. No podía hacerlo. Hice caso omiso a mi promesa de no volver a llorar y me derrumbé. Caí de rodillas y las lágrimas empaparon mi camiseta. Liam se arrodilló al lado mío e intentó limpiarme la cara. Me atrajo hacia sí y lloré como hacía meses que no lloraba. Él se limitó a acariciarme el pelo y acunarme hasta que me calmé. Cuando por fin pude parar de llorar alcé la cabeza para agradecerle a Liam todo lo que había hecho por mí ese día. Pero no tuve tiempo. Antes de que pudiese mediar palabra presionó su boca contra la mía. No recordaba la última vez que alguien me había besado así. Quizás nunca había habido ninguna vez antes. Su beso rebosaba desesperación. Desesperación por hacer algo que sabíamos que estaba prohibido. Desesperación por hacerme olvidar todo el daño que había sufrido. Desesperación por todas esas veces que no pudimos ser solo dos personas normales que pudiesen estar juntas.
No tengo ni idea de cuánto tiempo estuvimos besándonos. Solo sé que maldije a mi cuerpo por necesitar oxígeno. Liam se separó de mí y me abrazó.
-Te quiero.
-No me dejes sola. No hoy.- supliqué. Él me cogió en brazos y me llevó a la cama. Me hice a un lado para dejarle sitio y él se estiró a mi lado. Me abrazó y empezó a juguetear con mi pelo. Cuando levanté la cabeza vi que tenía los ojos brillantes. Las lágrimas volvían a salir de mis ojos y él volvió a limpiarlas. Se inclinó y me dio un beso que me supo a lágrimas. Me recosté y cerré los ojos. Había sido un día agotador y yo sólo quería que acabase. Lo último que recuerdo de aquella noche es haberme quedado dormida en los brazos de Liam.
Un rayo de sol me dio de lleno en el ojo y me revolví para apartarlo, pero oí una risa ahogada y abrí los ojos. No esperaba que fuese a quedarse toda la noche conmigo, sin embargo, allí estaba. Tenía los ojos llenos de legañas y la cara hinchada pero yo jamás lo había visto tan guapo. Sonrió y rozó sus labios con los míos.
Bajamos a desayunar y nos encontramos a Niall y Nai aún más cariñosos que el día anterior. Nos miramos y estallamos en carcajadas. Ellos se dieron la vuelta extrañados. Ni siquiera se habían dado cuenta de que habíamos entrado. Creo que su auténtica reacción fue cuando vieron nuestras manos entrelazadas. Nai soltó un gritito y empezó a batir palmas, lo que provocó que Niall la abrazase por detrás.
-A mi no me engañáis. Vosotros dos tenéis algo y tú maldita no me lo has contado.- me dijo Nai sonriendo sarcásticamente.
-Yo puedo decir lo mismo.- le respondí.
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Good morning from the paradise
Fiksi PenggemarMe llamo Gracie Katherine McGraw, pero me suelen llamar Grace y tengo 16 años. Como ya habréis adivinado, mi padre es el famoso cantante de country Tim McGraw, pero hace algunos meses que no le veo. Tengo dos hermanas pequeñas, Maggie y Audrey. Las...